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Comentario Obra Dramatica


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2013  •  1.708 Palabras (7 Páginas)  •  568 Visitas

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Comentario del texto dramático puesto en escena: “A Puerta Cerrada”

La obra a analizar se titula: A Puerta Cerrada de la compañía de teatro “Treintayseisgradosur”, es una adaptación del libro del filósofo Jean Paul Sartre (ídem). Fue montada en la Sala de Espectáculos de Artistas del Acero.

La dirección estuvo a cargo de María José Ferro Luarte, la dramaturgia de Jean Paul Sartre y los actores eran: María José Ferro, George Soto y María José Arévalo.

Cuando nos introdujimos en la sala pasamos a otro mundo, fue la primera vez que asistíamos a una obra de teatro y por supuesto no será la última.

La fábula trataba de tres sujetos que eran condenados a pasar la eternidad en el infierno por sus delitos o errores cometidos mientras se encontraban en la tierra. Ellos se pasaban el tiempo interrogándose unos con otros con el objeto de descubrir qué fue lo que los llevó a ese lugar. Al resolverlo todos se recriminan, a García por ser un cobarde y abusador, a Estelle por cometer infanticidio y a Inés por ser manipuladora. Así se torturan con demasiada crueldad e insensibilidad, finalmente deciden quedarse allí a pesar de haber tenido la oportunidad de escapar, comprenden que sin la existencia del otro su existencia no significa nada. Tal como refleja el pensamiento del filósofo Sartre quien en esta obra demuestra que finalmente el infierno no es aquel que todos entendemos por infierno, lleno de castigos físicos y formas de tortura, sino más bien que “El Infierno son los Demás” . El filósofo cree fielmente que en la relación de un sujeto con el otro, el hombre siempre se ocupará de imponer su propia voluntad y es por esto que siempre las relaciones tienen algo de tortuosidad o conflictividad. Cuando generamos lazos con alguien siempre son por dos razones: el Amor o el Odio.

En el caso del Amor, el sujeto busca imponerse al otro, por eso que las relaciones amorosas, según Sartre, llevan al fracaso, ya que se está constantemente en situación de imposición. En cuanto al Odio, cuando se odia se está reconociendo la libertad del otro y se busca su anulación. Ambas situaciones traen como consecuencia el fracaso, pero al mismo tiempo nos son necesarias, aunque siempre conflictivas. En definitiva necesitamos del otro.

El carácter de los personajes era bastante seco y amargo, se maltrataban mutuamente, pero al tener contacto con la tierra afloraba en ellos una sensibilidad y angustia tremendas. De manera más detallada, Garcín era un personaje bastante nervioso porque movía compulsivamente sus manos y dedos, además de ser altanero e inseguro. Inés tenía un carácter más fuerte, calculador y atrevido, lo que se reflejaba en su diabólica y misteriosa mirada. Estelle poseía rasgos más bien infantiles, en el sentido de que era extrovertida, sensible y a veces inocente, pero presumía de ser mujer de la alta sociedad y bastante pretensiosa.

Al abrirse las puertas, los actores se paseaban de un lado a otro como si nosotros no estuviéramos allí. La obra comenzó y finalizó con la risa que fue un elemento que llegaba a ser contagioso, pero a nivel terrorífico. Las voces parecían llegar más allá de las murallas que nos encerraban junto con el silencio que a veces se producía al callar los actores y mirar al vacío.

La cuarta pared jamás fue rota, los tres actores parecían estar en un lugar aparte del que se vivía en ese momento, solo eran ellos y el sillón, jamás miraron al público, hablaban como si algo se encontrase al final de la sala sobre nuestras cabezas. Respetaron hasta el último segundo el espacio actoral, área que Pavis define como <<un espacio simbólico inviolable e infranqueable para el público […] a partir del momento en que los actores toman posesión físicamente de su espacio, éste deviene sagrado>> .

El ritmo de la obra variaba de acuerdo con el desarrollo de la acción, así aumentaba en los momentos de mayor tensión en conjunto con el volumen de la voz, las luces y la interpretación corporal de los actores y disminuía al transcurrir la acción de manera normal en una conversación. También existían momentos de total silencio e inmovilidad de todos los personajes. Con esta variación de ritmo se mantenía al espectador completamente conectado con la obra sin despegar la mirada ni un solo momento.

La interpretación actoral fue bastante intensa ya que se configuraba en base a alzas de voz, gestos y movimientos corporales que contenían una alta significación, cambios en la iluminación y neutralidad de los demás actores. La emoción de los personajes se evidenciaba principalmente en su rostro, sus ojos portaban un gran potencial de transmisión que se complementaba con sus gestos faciales.

Los personajes se movían en forma de triángulo marcado por pasos fuertes, cuando alguien se ubicaba en uno de sus vértices para hablar, el resto se quedaba inmóvil en silencio y en una posición alejada. En contraposición a estos momentos, cuando la acción se desarrollaba en el centro del escenario la cercanía entre ellos abundaba, se tocaban, abrazaban y hablaban de muy cerca en el oído casi como simulando ser la consciencia del otro, todo parece indicar que el centro del escenario era el lugar del encuentro con el otro, ya sea para torturarlo o intentar ayudarlo y la periferia del escenario (el triángulo) era el lugar de la individualidad y de la reflexión personal.

Un claro ejemplo de esta capacidad actoral de transmitir lo encontramos en el momento en que Inés se ubica en uno de los vértices de este triángulo porque ve que están alquilando el que era su cuarto (en la tierra), observa entrar a una pareja pero de repente deja de escucharlos y comienza a oscurecerse todo hasta que ya no los ve, fue un momento de gran tensión: ella se desvanece y comienza a perder la respiración a modo de un ataque al corazón, de esta forma vive una segunda muerte y se desconecta completamente con lo que fue su vida anterior, luego se reincorpora aumentando su aspecto de tristeza y abatimiento.

El espacio escénico se configuraba en base a una sala oscura, y los objetos dispuestos en ella con gran simplicidad. Un sillón rojo en medio de la escena, una especie de mesa redonda al centro frente a los espectadores la cual tenía una campanilla y un lápiz labial rojo, cuatro cortinas blancas que desprendían del cielo formando una especie de túnel y una que colgaba desde el fondo simulando ser una puerta que se abría hacia la eternidad. De esta forma se generaban cuatro espacios principales en donde se desarrollaba la acción: los tres primeros formaban un triángulo alrededor del sillón y de la mesa antes mencionada, triángulo donde los personajes se movilizaban deteniéndose en cada vértice de la figura para hablar; el cuarto espacio se encontraba al centro del escenario, específicamente en el sillón rojo donde los actores se sentaban, acostaban o paraban para generar el desarrollo de la obra.

La dirección de arte estaba configurada de forma bastante simple pero a la vez efectiva porque las luces y el vestuario de los actores estaban dispuestos de tal forma que todo parecía confirmar que nos encontrábamos en el mismo infierno. En primer lugar, la iluminación era un elemento central ya que generaba la apertura y tensión de la acción, por ejemplo, al hablar un personaje se iluminaba su rostro, dependiendo de su emoción los colores fluctuaban entre blanco, rojo y azul al mismo tiempo que este personaje hablaba, los demás permanecían en completo silencio, oscuridad e inmovilidad. Siguiendo con la iluminación, elemento crucial de la obra, cabe destacar el momento en el cual Garcín abre la puerta para escapar de este fatal infierno aquí comienza a parpadear una luz insoportable que cubría toda la sala y el personaje por no tener el valor de escapar solo cierra la puerta y permanecen en el mismo lugar.

En segundo lugar, destacaban los rostros de los actores que eran amargos, sobre todo el de Inés, quien vestía una blusa roja, falda compuesta y tacos elegantes. Su rostro era duro y frío, la amargura del personaje se traspasaba al mirar sus ojos, eran oscuros y tristes, llenos de angustia. Garcín que era el único hombre sobre el escenario, con una tenida del 50´ se paseaba confuso y tembloroso de un lado a otro, era quizás el personaje que más movimiento tuvo durante toda la obra, fue quien utilizó de las formas más placenteras el sillón, se sentaba, se recostaba y se paró sobre él levantando uno de sus brazos dirigiendo su mano en la cabeza de Inés, lo que parecía imitar a una especie de Dios. Sus manos temblorosas no pararon de agitarse ni un minuto, a veces sus ojos blancos reflejaban el miedo que Garcín nos transfería, representó fuertemente la relación entre lo físico y lo mental, su mente manejaba su cuerpo y no había duda de eso. Estelle vestía un traje muy elegante, traía plumas y tacones de punta fina, labios de color rojo pasión que combinaban con la calidez que las luces producían.

En tercer lugar, debemos resaltar que se presentó la música en pocos momentos dentro de la obra solo cuando fue necesaria, dicha presencia fue esporádica y sutil. No se utilizó la proyección de imágenes porque la capacidad actoral bastaba para transportarse de ese infierno a la tierra misma donde quedaron los seres queridos de los protagonistas, dicho contacto era crucial para comprender la desconexión total que experimentaron con su vida anterior y asumir su nuevo estado.

La reacción del público frente a la puesta en escena fue positiva: estuvieron muy concentrados a lo largo de la obra, se contagiaban de la risa diabólica de los personajes, se notaba angustia y preocupación en sus ojos cuando los personajes recordaban con nostalgia su vida pasada y sus errores y al final de la presentación aplaudieron con gusto a los actores. Además de todo lo dicho cabe destacar que la obra se unía al espectador en el sentido de que transmitía un miedo común a toda la humanidad: el miedo a la muerte y a la vez la ignorancia frente a lo que hay después de esta vida.

Bibliografía:

Pavis. Patrice, Diccionario de Teatro, Barcelona: Paidos, 1998, p304-169

Jean Paul Sartre. Teatro: “A Puerta Cerrada”, Buenos Aires: Losada 1948

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