Dirrección De Documentales
ljoeoppa2512 de Marzo de 2014
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CAPÍTULO 3
En busca de la identidad creativa
La profesión de realizador de documentales es maravillosamente enriquecedora porque consiste en reflejar la vida contemporánea. A usted, lector, le atrae esa profesión. Es una búsqueda del significado de las cosas, una pretensión humana noble y fundamental donde las haya. Como todo verdadero aprendizaje, nos hace sentirnos vivos.
Cuando todavía no haya adquirido el verdadero dominio técnico de la pantalla, ya estará deseando rodar películas que tengan significado para usted. Su atracción por las artes tiene una finalidad. Los seres humanos somos por naturaleza buscadores, y el arte que uno elige es el vehículo que empleamos en la búsqueda. Usted desea que su película trate sobre algo y se encuentra con un problema: ¿Como voy a utilizar mi capacidad de desarrollo? ¿Qué tipo de tema debo tratar? ¿Qué es lo que a mi se me puede dar bien? ¿Tengo identidad creativa?, si es así, ¿cuál es?
Al principio, sus documentales tratarán de hechos concretos que le han llamado la atención y se concentrará en plantearse de qué manera los va a captar con la cámara. Sería razonable que así fuera, pero faltaría algo. Usted. Usted es quien faltaría. Si es cierto que “el documental es un rincón de la naturaleza visto a través de un temperamento”, debe estudiar a fondo ese corazón y esa mente que elige los temas.
Marketa Kirnbrell, la tan respetada directora y profesora de la Universidad de Nueva York, dice: “Si quieres levantar un edificio muy alto, debes cavar un agujero muy profundo”, lo cual significa que es necesaria una sólida base de conocimiento de uno mismo para poder crear un espectáculo o dirigir una obra dramática compleja. Para dirigir documentales hay que profundizar en nuestra subjetividad interna para poder enjuiciar y valorar la de los demás. El documentalista trata de adentrarse en la realidad de las personas para poder ver el universo como esas personas lo ven.
Hacemos bien el trabajo para el que estamos hechos. Yo creo que debemos comenzar por reconocer de qué manera nos ha ido marcando la vida y las pasiones y las exigencias que nos dominan como fruto de esas vivencias. Esto significa reconocer, sin hacer juicios de valor, las tensiones que a largo plazo soportamos y los rasgos personales que somos capaces de reflejar. Todos recorremos un camino que hemos marcado previamente. Novalis nos lo recuerda con su gran máxima “El carácter es el destino”.
Sin embargo, nos hemos acostumbrado a creer que sufrimos la influencia de los demás y rara vez nos percatamos de lo que nosotros influimos en ellos. Hacemos ojos ciegos a la verdadera intención de nuestros actos más inconscientes o censurables. Esto nos facilita vivir instintivamente la vida sin excesivos cargos de conciencia, pero cuando se trata de trabajo creativo es como ir sonámbulos por la vida. El cine existe para crear una corriente de consciencia en la audiencia y es evidente que no podemos conformarnos con menos cuando se trata de nosotros mismos. Este compromiso no se adquiere en un momento, sino que requiere una vida entera de introspección, que posteriormente se aplica al trabajo profesional.
Después de haber observado la evolución de bastantes directores, creo que es conveniente elaborar un perfil provisional (le nuestra propia formación y de las cosas que consiguen deslumbrarnos. Posteriormente, a través de las películas que vayamos haciendo, iremos practicando comprobaciones, corregiremos y ampliaremos. Les recomiendo que perfilen solamente quiénes son y lo que están haciendo con miras a la película que tienen en cada momento entre manos. Al ver a través de los ojos y la identidad de un personaje se estabilizará su ventaja y logrará hacer la película. El desarrollo del conocimiento de uno mismo es una tarea progresiva y cada película constituye una etapa. Sin embargo, no recomiendo que se utilice la dirección cinematográfica como verdadera búsqueda de la propia identidad, pues sería como una sala de espejos y sus películas serían egocéntricas, imposibles de ver y de terminar.
Quienes han sufrido en propia carne experiencias dramáticas (por ejemplo una guerra, un campo de concentración o la orfandad) rara vez dudan a la hora de elegir los temas. Pero para el resto, los que llevamos vidas normales, el hecho de añadir identidad al sentido del cometido que nos guía puede resultar desconcertante. Nos enfrentamos a una paradoja; no podemos crear arte sin partir de cierto sentido de identidad, pero esa identidad es lo que buscamos a través del arte.
Muchas personas se sienten atraídas por las artes porque necesitan un medio para expresarse, pero esta frase tiene gran variedad de sentidos. El más importante es el de la autoafirmación, aunque sugiere que arte y terapia son sinónimos. Yo creo que el arte es el trabajo que desempeñamos en la vida, mientras que la terapia se utiliza para conseguir la normalidad y el bienestar. No hay objeciones que ponerle. La autoafirmación trasladada a las artes, sin embargo, puede convertirse en la ladera resbaladiza que conduce a la vanagloria, y un inventario de creencias puede convertirse en un sermón.
La expresión personal puede encontrarse también en la forma. Algunos directores piensan que si llegan a dominar determinados estilos y géneros, pueden labrarse una identidad; yo me temo que esta manera de buscar la individualidad resulta errónea en una sociedad bloqueada por los medios de masas hasta la incomodidad. Vivimos unos tiempos en los que la individualidad ha ascendido a la altura de diosa. Se nos pretende convencer de que uno mismo es lo diferente a todos los demás. Pero esta idea, desde el punto de vista histórico, ya cobró fuerza durante el Renacimiento cuando el hombre empezó a hacer de sí mismo y no de Dios, el centro del universo. Los hindúes lo ven de otra manera. Para ellos, uno mismo es lo que compartimos con todo lo creado. Es significativo el hecho de que esta última teoría nos incluye, mientras que la anterior nos aísla. Quienes tratan de crear algo, de hecho suscriben los dos extremos de ambas teorías. Pretenden ser individuales y reconocidos, pero paralelamente desean crear algo universal, otra paradoja.
Puede que usted se esté preguntando: ¿Realmente es esto tan importante ahora que estoy al principio de mi carrera? Puede que no lo sea, pero la mayoría de nosotros está ansioso por descubrir para lo que verdaderamente vale y yo creo que ese instinto es lícito. Desde luego, sin convicciones respecto de las causas y los efectos en la vida, sin percepción de su orden, carecemos de visión para poder crear visión. ¿Cómo, entonces, vamos a definirnos para poder dirigir documentales?
En realidad no tenemos demasiadas opciones. La vida nos ha marcado irrevocablemente y esas marcas —tanto si somos conscientes como si no— determinan en gran medida lo que vamos a perseguir. Nos podemos revelar contra ello, podemos negar las marcas que llevamos, pero es un esfuerzo inútil, pues lo que se pone de manifiesto es su poder sobre nosotros. La gente intenta conseguir lo que realmente le importa. Si miramos hacia atrás, vemos nuestras pautas vitales y vemos también el hilo conductor que nos ha servido de guía. Y vemos, todavía con mayor claridad, el hilo conductor que han seguido las personas que conocemos bien.
ENCONTRAR LOS TEMAS DE UNA VIDA
Llevamos la impronta de unos temas capitales. El hecho mismo de recordarlos nos obliga a tomar partido. Aunque esos temas sean pocos y personales, al explorarlos con sinceridad e inteligencia vamos a conmover profundamente al espectador. No estamos hablando de desarrollar el género autobiográfico, sino de temas que nacen de sus experiencias más íntimas, y que son susceptibles de interminables variaciones.
Encontrar los temas de una vida significa dejar a un lado cualquier otro que se salga de lo que constituye sus verdaderas preocupaciones. Pero no resulta fácil, dado lo ambigua y frágil que es la naturaleza de la realidad. ¿Qué es lo real? ¿Cuáles son causas y cuáles efectos? La mayoría de los cineastas, cosa que no les sucede a los escritores ni a los pintores, parecen pararse enseguida ante la comprensión superficial de sus propias experiencias. El cine documental es una derivación del dramático y si pretende que su drama sea original debe desarrollar un diálogo —consigo mismo y entre usted y la audiencia— a través del conducto de las historias que narra. A continuación expongo unos proyectos que le ayudarán a comenzar el proceso.
PROYECTOS
PROYECTO 3-1: EL INVENTARIO PERSONAL
Elabore un inventario, sin hacer juicios de valor, de las experiencias que, más le han conmocionado, con el fin de descubrir y determinar sus verdaderas preocupaciones y conflictos internos, que es lo que usted puede aportar a los demás. Esto no resulta difícil, pues la memoria humana retiene solamente aquello que considera importante. Aunque opine que, de antemano, conoce bien los temas que le preocupan, trate de hacer el inventario de todas maneras —y tal vez se lleve una sorpresa—. Si se afronta con honradez este proyecto, puede revelar qué acontecimientos le han servido de formación, y al saber de su existencia, puede que se vea impelido a explorar las consecuencias subyacentes. Probablemente descubrirá que esos temas ya han surgido cuando empiece a considerar sus afinidades en música, literatura y cine sin olvidar las elecciones que ha ido haciendo en cuanto a amistades, relaciones amorosas y familiares.
Esto es lo que debe hacer:
Reclúyase en un lugar apartado de la gente y tome breves notas de cada experiencia importante que recuerde, tal y como se le vayan ocurriendo.
Continúe
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