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Enviado por   •  15 de Febrero de 2012  •  11.168 Palabras (45 Páginas)  •  430 Visitas

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Un

a DIOS

a mi hijo

Por: Jorge Alberto Gonzalez Rodríguez

Julio de 2008

Willy, Mapis y Natis

Papá, Willy y el tío Fruco

Durante la década de los años 1970 a 1980 y haciendo una evaluación de hechos, tres de ellos llenaron de satisfacción mi vida, hechos por supuesto espirituales, nacieron William Alberto y Natalia Marcela y terminé mis estudios como profesor y economista. Durante este periodo vi crecer a mis dos hijos en medio de esperanzas de vida y a medida que transcurría el tiempo pude ver las cosas que merecían atención de cada uno. Y como este compendio de ideas se elaborará para recordar a Willy por tanto sus líneas tratarán de hacerlo.

No recuerdo que alguna vez él me preguntara por mi cojera, debió asumir que era digno caminar así, es mas, mis sobrinos cojearon como yo y alguna vez vi a mi hija Maria Paula hacerlo, ahora me pregunto porque el Willy no? Pues bien, esta y mil preguntas se quedaron sin haberlas hecho y por mas que hago el esfuerzo de padre no logro acercarme a sus posibles respuestas.

La bondad de Jesús es tan grande que a medida que pasan los días veo con mas claridad como el Señor preparó el viaje de mi hijo hacia la eternidad y creo y estoy convencido que sus últimos quince días fueron de permanente contacto con Dios a fin de posibilitar a su familia, en especial a sus mas cercanos amores despedirse de ellos. Y solo nuestra fe y esperanza en un viaje feliz hacia la eternidad permitieron que Willy nos dejara en medio de una paz que nos permitió ver su rostro cuando lo despedimos en la sala 5 de la unidad de cuidado intensivo del Hospital Cardiovascular del Niño de Soacha.

El cinco fue su número consentido, lo llevó en su espalda en cualquiera de los deportes que practicó; fue jugador de las inferiores de millonarios, lo acompañe durante 7 años a su entreno, usó el mismo número en la selección de Bogotá de voleibol, deporte que lo llevó a ser de los mejores en el país, con el cinco participó en sus dos estudios a nivel internacional sobre el voley, estudios que le permitieron ver este deporte mas allá que muchos, es más, para un nacional sus estrategias le valieron a Bogotá triunfos muy destacados. Este deporte le permitió dejar en los colegios por los que pasó a muchos amigos que hoy disfrutan del voleibol.

Con el amor que nos profesó nos dejó ver que a pesar de esa personalidad férrea era el más cercano de los hijos a Dios, su comportamiento con sus alumnos así nos lo dejo ver, las mamás de esos seres queridos y llenos de ilusiones siempre encontraron en willy al amigo, al profe en quien confiar para ayudar a moldear un comportamiento equivocado de sus hijos, sus compañeros de trabajo así lo corroboran, ejerció una manera especial de encontrar para cada uno de ellos una palabra a fin de destacar su figura o su manera de ser, así los distinguió: llamó alguna vez cremallera a su compañero que fue operado del corazón y que decir de sus alumnos, debo recordar ahora a caremopet, (Natalia Sala) y así a muchos mas. En casa están la “jois, pecho de tabla, mi negrita sus alegres quihubo china, cuentemelotodo “y todas aquellas expresiones que le conocimos.

Escribiendo estas notas lloro su ausencia y me aferro más a Jesús, creo que él me dará la paz y tranquilidad que necesito, estoy más comprometido con su palabra y creo que él me preparó para aceptarlo.

Mi testimonio espiritual está centrado en la presencia de Jesús en mi vida, unos días antes que el willy sufriera su accidente; yo por esos días tenia una angustia muy grande porque no encontraba la forma de vivir mas cerca de mi hijo; entonces me acerqué a la iglesia y solicité asesoría al pastor Leonel de la iglesia central adventista del séptimo día de Bogota, ese día él me aconsejo que dialogara con mi hijo o que le enviara una carta, al final Dios me lo regresó e iniciamos una charla a diario, ya no como padre e hijo sino, como un par de hombres que necesitaban solo charlar, eso , solo charlar y entonces el teléfono móvil se convirtió en un amigo, después de que yo lo calificaba como mal aliado y consejero.

Al regreso a casa aquella noche después de hablar con el pastor y en compañía de dos amigas y mientras conducía lloré contándoles de mi dolor y les dije que uno como padre si que realiza cosas buenas y de como al regreso a casa al papá siempre lo esperan con las manos llenas ya sean de cariño, de dureza a fin de corregir un comportamiento, llenas de regalos, llenas de cansancio por el diario trabajar, pero nunca de TIEMPO PARA EL HIJO.

Si, somos la solución de todo y para todo pero… y el tiempo, si el tiempo no existe, siempre en casa hay algo que hacer. Yo hoy no estoy reclamando a la vida nada… creo y así me lo demostró mi hijo, con la realización de todos sus sueños planeados hasta aquel tres de mayo, que nuestra amistad y una buena relación estaban ahí, razón por la cual, es preciso entonces decir que los papás todo lo podemos hacer, solo nos falta algunas veces un poco de voluntad.

El willy amó como nadie sus compromisos y cumplió con ellos; pueden dar fé Olga su última jefe y amiga, y Mabel mi esposa, quien lo ama aún y quien lo respaldó siempre y lo acompañó a sus citas al médico y le dió esperanzas en aliviar sus dolores de espalda o sus dolores de estómago frecuentes. Mabel siempre que él nos visitaba y luego que se marchaba ordenaba el estado en que él dejaba las cosas, le recogía todo el desorden, sin embargo, mi hijo se esforzó siempre en cumplir y por ello sus jugadores o sus compañeros de equipo lo respaldaron en cada uno de sus partidos. Hoy en la eternidad y sentado al lado de Jesús el cumple el mejor de sus encuentros, se haya cerca de Dios y debe ser inmensamente feliz.

Todos y cada uno de sus valores quedaron expuestos durante aquellos dos días en que ya muerto, sus amigos, compañeros y familiares, le rendimos un último adiós en medio de dolor unos, de angustia otros, de incredulidad y de inmensa tristeza por su partida otros y de aceptación por una decisión tomada por Dios en medio de su sabiduría por quienes creemos con amor y humildad en Jesús como máximo conductor de nuestras vidas y quien siempre quiere para sus hijos lo mejor.

Aquel día tres de mayo

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