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Enrique Bunbury


Enviado por   •  9 de Octubre de 2013  •  1.678 Palabras (7 Páginas)  •  381 Visitas

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El ensayo sobre el escenario de gira, con sus luces y backline tuvo lugar en un antiguo cine situado en la madrileña localidad de Arganda del Rey. Allí, sentado en sus viejas butacas pude contemplar el concierto que verán los fans que acudan al inicio del tour en El Paso. Ni repertorio, ni banda, ni cantante decepcionaron. El arranque de gira va a ser brutal, concretamente será un intenso crescendo, con un inicio íntimo (¡y bastante inesperado!) y un fiero desenlace.

Cuando Enrique llega a tan cinematográfico local, la banda ya lleva ensayando un rato, con los técnicos moviéndose de aquí allá y Javier “Chinas” asegurándose de que todo está perfectamente sonorizado. Él es en quien todos confían, saben que en sus manos siempre sonarán bien aunque las condiciones sean adversas.

Antes de iniciar el concierto como tal, el grupo y Bunbury hacen los ajustes de sonido pertinentes. Para ello tocan ‘El porqué de tus silencios’, un fragmento de ‘El anzuelo’ y ‘Las consecuencias’, todas intercaladas por comentarios técnicos. En un momento dado, Enrique les dice a todos los miembros del grupo que se dedicará el tiempo necesario para que todos estén cómodos. Y mientras los técnicos deambulan por el escenario se dedica a preguntar a cada miembro de la banda cómo se sienten respecto al sonido. Se preocupa por su equipo, quiere que todos estén bien. Sin duda la mejor forma de que den lo mejor de sí mismos sobre el escenario y también la mejor manera de que la convivencia sea buena. Y es que todo el entorno que rodea al maño supura amabilidad y cordialidad, se trata de un staff muy bien avenido, se aprecia que son una familia.

El sonido que emana del escenario es de lujo y una vez solucionados los pormenores Enrique y la banda desaparecen. Pasan diez minutos, las luces se apagan y suena una introducción a piano. El show va a dar comienzo, exactamente el mismo que se verá en El Paso. Enrique y la banda toman el escenario y el concierto se inicia con serenidad aunque con mucha intensidad. El escenario del tour consta de cuatro cráneos sonrientes y dos lámparas orientales, escenografía mínima pero muy efectiva. Asimismo, la banda estrena nueva estética, más sobria aunque quien destaca es Enrique, con un traje que juega con el rojo y el negro, sombrero incluido. Una ristra de naipes recorre cada una de sus piernas y al cuello lleva un lazo que le hace parecer un elegante músico del salvaje oeste, el propietario de un “medicine show”. Aquella tarde se le notaba contento pero concentrado en su interpretación, moviéndose cómodamente por el escenario o frente a un pie de micro de calaveras rojas.

A lo largo de prácticamente dos horas suenan muchos éxitos esperados, aunque también varias sorpresas que es mejor no revelar. Sólo decir que los fans americanos se preparen y que los españoles vayan haciendo lo mismo. Sin duda, una de las grandes bazas de esta gira es el rescate de temas que no eran tocados desde hace tiempo, como por ejemplo ‘Algo en común’, fantasticamente resuelta.

Tras finalizar una de las primeras canciones Enrique ofrenda un divertido “Thank you!”, como si ya se encontrara frente a sus fans americanos. Y es que se le nota la ilusión que tiene por iniciar la aventura norteamericana.

El calentamiento iniciático finalizó con ‘De todo el mundo’, en una versión que iguala a la registrada en “Las consecuencias”, pero que disfruta de una nueva dimensión con el frontman ejerciendo como tal y demostrando que tiene muy pocos rivales sobre las tablas. Su forma de actuar mientras cantaba la canción fue magistral. Da igual que agarre su guitarra acústica o que interprete sin ella en sus brazos, domina el lenguaje corporal a la perfección aunque con naturalidad, potencia el dramatismo de las canciones invocando la mitología del rock and roll con conocimiento de causa. Pocos músicos españoles poseen los conocimientos musicales de Enrique, pocos tienen su nivel cultural musical. Y son esos amplios conocimientos a nivel de melómano los que mezcla con su propia personalidad, creando este espectáculo gestual que hace de cada interpretación un voto frente al panteón del rock y la música popular. Sí, el rock and roll está en buenas manos cuando Enrique es el maestro de ceremonias del ritual.

La banda ya estaba a pleno rendimiento y Bunbury entró en ebullición definitiva con ‘Los restos del naufragio’, con un firme apoyo vocal a tres voces, con Jordi Mena, Álvaro Suite y Robert Castellanos cantando el estribillo. Esta canción se ha convertido ya en un clásico a la altura de ‘Alicia’ o ‘De mayor’.

Cada miembro del grupo destaca por sí mismo, distinguiéndose por distintas cualidades. Castellanos y Suite son esencia de rock and roll. Concretamente, Suite se encarga del solo final de ‘En brazos de la fiebre’, respetando el original de Juan Valdivia pero añadiendo su toque personal con técnica y exquisitez. Pero el mítico tema de “Avalancha” no es el único

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