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LA MUSICA


Enviado por   •  23 de Enero de 2014  •  2.620 Palabras (11 Páginas)  •  158 Visitas

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Ensayo:

¿Cuál es el propósito de la música? ¿Porqué hace miles de años nuestros antepasados de pronto comenzaron a hacer intentos por crear algo que no fuera solamente una réplica de lo que se escuchaba en la naturaleza, sino algo con ritmo propio, con vida propia?

La respuesta obvia y no pensada es que nuestros antepasados buscaban imitar los sonidos de la naturaleza, sin embargo esta respuesta no contestar el porqué de pronto el humano se desvió de los sonidos “naturales” (que por cierto eran harto abundantes en aquella época, y dudo mucho que la intención principal haya sido solamente recrear el sonido de la lluvia que se vivia a diario) para crear algo llamado música.

Para responder esta pregunta tenemos antes que nada, intentar ponernos en contexto, y sobre todo en la mentalidad y costumbres de aquellos humanos “primitivos” como solemos llamarnos. Estos humanos tenían una conciencia mucho menos desarrollada que la del humano actual, y una sensibilidad mucho más alta que la del ser humano actual también. Podríamos verlo de la siguiente manera: Hoy en día absolutamente cualquier cosa que entra a nuestro cerebro pasa por cientos de filtros (culturales, sensoriales, educativos, prejuicios, lógicos, emocionales, etc,etc) que van tiñiendo y por ende transformando y distorsionando la información al punto en que los niños ya no saben distinguir si un iPad o una planta es más natural. Nuestra mente filtra y modifica todo a un grado realmente absurdo, todo en pos de que esa información sea socialmente aceptable. Los hombres primitivos no tenían ninguno de esos filtros, la información llegaba en formato raw (crudo) a través de sus sentidos directamente a su corazón. Estoy convencido que tanto el significado como lo que visualmente veían al ver un árbol es algo completamente diferente a lo que nosotros vemos hoy en día.

Por lo tanto, podemos asumir que eran seres “más brutos y por ende más puros y sensibles” en cierto sentido (o en casi todos lo sentidos diría yo). Esa forma cruda de ver la vida les hizo ver un mundo completamente diferente al que vemos hoy en día. Ese mundo está demostrado era un mundo supersticioso, pero no en el sentido moderno de la palabra. Creo que el término adecuado es que ellos veían un mundo mísitico, un mundo en un estado más puro y etereo que el que nosotros vemos en los espectaculares a diario. Y ese mundo traía consigo su propio bagage, y dentro de ese bagage algo que hemos dejado atrás ya sea por olvida y por la pérdida de la capacidad es el mundo de las “visiones”. ¿Cómo pudieron aparecer los dioses a aquellos hombres primitivos sino a través de visiones? Es imposible pensar que hace 50,000 años un homónimo de Sócrates se haya sentado en una piedra junto a un tigre Dientes de Sable y haya concluido al ver el cielo que existía dios. El razonamiento de los hombres primitivos era básico, y eso era debido a 2 razones, en primer lugar la falta de “domesticamiento” del cerebro, y la segunda es que tenían ese mundo místico que compensaba la falta de razón y lógica. Podemos entonces concluir que los hombres llegaron a los dioses no a través de la razón, sino a través de las visiones.

Y esta es una palabra clave, ya que hoy en día la humanidad está en una busca desesperada de ese mundo místico que hemos perdido, sobre todo de esa puerta, esa llave hacia ese otro mundo que son las visiones. Drogas, ritos, sacerdotes falsos, todos queremos tener nuestra propia “visión” sobre el más allá. De hecho todo el engaño de la mayoría de las religiones se basan única y exclusivamente en esas visiones (María teniendo una visión sobre el nacimiento de Jesús, los profetas teniedo visiones sobre la venida del mesías, etc,etc). La llave se ha perdido y estamos desesperados (y mientras tanto la religión abusa de esas visiones recicladas de hace 2,000 años).

¿Qué tiene que ver esto con la música?

Creo yo, que la música originalmente se inventó como una llave alterna para generar esas visiones. Si escuchamos la música más antigua, no se trataba de ritmos, ni de puntos o contrapuntos. La música primitiva es para el hombre moderno incomprehensible. Sonidos sin sentido, incoherentes y como los llamaríamos hoy “aburridos”. Si alguien ha escuchado los tambores africanos, o la música tradicional japonesa verá que es un animal completamente diferente, un DNA de otro mundo que no tiene absolutamente nada que ver con los Beattles o con ningún otra banda de hoy en día. La música más antigua es un conjunto de sonidos inductores de trance, el problema y la razón por la que esta música jamás será escuchada en el 99.999% de la sociedad moderna es que hemos olvidado como entrar en trance, como abrir esa puerta, y ese música de pronto se convirtió en un lenguage olvidado que pocas personas entienden.

La primera vez que escuché la música antigua japonesa me sorprendió. Toques de flauta, seguidos por silencios, y de pronto un rascar de cuerdas agresivo, sin sentido, un golpe de tambor por aquí, otro por allá. Recuerdo mi enojo al no encontrar sentido alguno en eso, recuerdo incluso haber llegado a quitarle la clasificación de música a aquello que para mi era puro ruido. A través de los años y la paciencia he comenzado a comprender algo básico. La música del pasado no es un ser completo y solo, separado de todo lo demás (como lo somos hoy en día los humanos), sino que es un complemento a algo más. El par de la música primitiva no es una copa de vino tinto, sino la naturaleza misma. Es para mi obvio ahorita que esos sonidos de flauta, tambor, silencios abruptos se digieren mejor (y tal vez únicamente) en la naturaleza, más específicamente entre las verdes montañas de Japón. Lo sé porque he visitado esas montañas, y de pronto he comenzado no a entender la música, pero si a encontrarle algún tipo de sentido. Y todo ha sido gracias a haber tenido la experiencia de vivir la naturaleza, y después por obras del destino haber vuelto a escuchar esa música la cual inmediatamente me recordó aquellos parajes místicos.

Lo mismo sucede con toda la música primitiva la cual nos es incomprehensible por varios factores, pérdida de sensibilidad mística, por todos los millones de filtros deformadores que cargamos encima, y por no escucharla en el lugar adecuado de la forma adecuada.

Todo esto me lleva a pensar que realmente el origen, la finalidad y la escencia de la música no es complacer el oido, sino que el nombre verdadero de la música es ser esa llave que abre la puerta a ese mundo místico-mágico de las visiones.

Paréntesis: Hace poco escuché la primer definición de magia que me hizo sentido. Magia es conocer el verdadero nombre de las cosas. ¿Quién conoce el nombre de una flor? En el mundo del hombre moderno nadie… es por eso que la magia se ha perdido, porque hemos olvidado el verdadero nombre de las cosas. Este ensayo intenta recuperar el verdadero nombre de la música, que no es rock, ni baladas, ni jazz ni metal ni indie, sino “llave” o “Iave” que en Hebreo es Dios. Esto significa que la música no es sino una puerta al mundo de las visiones, al mundo de Dios.

Podemos corroborar esta teoría si analizamos a los monjes zen, que son probablemente los humanos que más se parecen a los humanos primitivos de hace miles de años. Los monjes “tienen” ropa, no usan la computadora, no van a McDonalds, toda su vida es una vida simple, dedicada única y exclusivamente a tornarse más primitivos. Es decir, a eliminar todas las ilusiones de este mundo (Buda) para poder ser puros. Estos monjes guardan todavía el nombre verdadero de la música, Llave (Iave). Todos los cantos de monjes buddhistas están enfocados a una sola cosa: entrar en trance, lo cual equivale a tener visiones. El objetivo de los mantras (música pura) no es hacerles pasar un buen momento, ni llenarlos de emociones bonitas antes de ir a ver a la novia, el objetivo puro es hacer entrar al generador de la música en un trance donde pueda estar más cerca de la iluminación, es decir más cerca del mundo de las visiones, del mundo de dios.

Si aceptamos esta teoría, que la verdadera música no es un conjunto de notas armoniosas, sino un conjunto de sonidos cuya finalidad es hacernos en trance para tener esas visiones (y hay días en que casi lo puedo sentir, sentado en medio de la naturaleza, con esa música japonesa, de pronto ese sonido de tambor abruto altera la conciencia y me hace “viajar”, aunque no lo suficiente, sino más bien como un leve soplo de aire que apenas levanta una hoja para dejarla caer), podemos ver que el mundo de hoy es un mundo seco y extremadamente pobre. Esto se corrobora al ver que ya nadie tiene visiones, estas se terminaron hace 2,000 años cuando las religiones tomaron el monopolio de ellas y declararon sus visiones como las últimas y finales. Eso nos dejó a los hombres hambrientos y sedientos de aquel mundo dividino que era accedido individualmente, y desesperados la única alternativa que le quedó a la humanidad fue tornarse hacia esas instituciones religiosas que como adinerados capitalistas juntan a las masas para tirarles unas monedas de una visión reciclada (y probablemente inventada) de hace 2,000 años. Y nostros los humanos aguardamos en una desesperación silenciosa a que cada Domingo un padre nos deje caer una gota de agua, y nos cuente sobre las visiones de antaño que ante eran de dominio público.

Paréntesis: No me sorprende para nada que el consumo de drogas aumente exponencialmente conforme la credibilidad de la iglesia decae exponencialmente. El hombre al no creer más en esas visiones “salvadores” patentadas por la iglesia comienza a buscar sus propias visiones, y en su desesperación y olvido recurre a un inductor sintético, a una droga rápida que lo ponga en contacto con aquello que nuestra alma estuvo en contacto durante miles de años. Hemos olvidado como tener esas visiones, como acercarnos a dios individualmente, y es por eso que hoy en día recurrimos a toda clase de distracciones, para olvidarnos de lo desesperados que estamos. Este es todo otro tema que merita un ensayo mucho más completo que lo que este ensayo o mi capacidad pueden crear.

La pregunta que se nos viene a la mente entonces es, ¿qué es la música hoy en día? Porque a final de cuentas la música nos inunda. De hecho el nuevo lema de la música (tal vez creado por coca-cola) es que la música nos “transporta”, haciendo alusión a eso que alguna vez los humanos primitivos vivieron y que hemos olvidado.

La mejor analogía que se me ocurre para describir la música es la siguiente: la música no es sino un gran algodón de azucar que fabricamos porque hemos olvidado donde está la comida. Entre más grande el algodón de azucar (música pop) más la humanidad se fascina y la adopta, porque entre más comemos azucar más se nos quita el hambre, aún si esto significa ir matando con nuestras propias manos a nuestro propio cuerpo.

Es fácil ver este efecto en la música moderna. Tomemos el género indie, el cual produce cientos de discos nuevos cada semana en una explosión pseudo-musical nunca antes vista. Los fans del indie escuchan nuevos albums cada semana, y es muy poco probable que un disco sobreviva más de unos meses. Y es casi inpensable que algunas bandas se queden un par de años. La música así como el modernismo sigue cada vez más este patrón, hacer un algodón de azucar cada vez más dulce. Pero conforme la humanidad lo vá consumiendo a su vez vamos creando una tolerancia cada vez mayor, lo que hace que esa “hambre” regrese cada vez más rápido. El mercado capitalista sale al rescate y genera nuevos productos, nueva música, nuevos artistas, nuevos conciertos, nuevos y mejores algodones de azucar (sintetizados a través de la ingeniería) y desesperados los humanos corremos a escuchar más y más y más, en lugar de aprender a escuchar mejor. La pseudo-música de hoy en día no es sino un intento vano de hacernos olvidar que tenemos hambre. De hecho toda esta analogía encaja perfectamente en el mundo moderno hedonista. Hemos cambiado (o nos han cambiado) la comida por la belleza. Hoy queremos olvidarnos, escapar, en lugar de adentrarnos. Y la humanidad canta Kumbayala , o imagine, y se olvida de sus problemas durante 3 minutos, sueña durante 2 minutos, y después vuelve a vivir el suplicio silencioso en el que vivimos todos hoy en día.

Jazz, pop, metal, clásica, en sus varios grados casi toda la música ha olvidado su propio nombre. De vez en cuando escucho canciones que se acuerdan de lo que eran. Canciones que realmente intentan transportarnos a otro mundo, al mundo de las visiones. Sin embargo los humanos hemos olvidado como, y si bien la música guarda de cuando un deje de esa característica de llave, ya no lo es. Al menos no la música que yo he escuchado (aunque estoy convencido que en el mundo algunas personas todavía deben de recordar como hacer música verdadera música que transporte)

Se podrá argumentar que la música clásica guarda todavía su nombre verdadero. Sin embargo difiero completamente. La música clásica, si bien hermosa, es una música arrogante que intenta envolverlo todo. La música clásica no tiene la humildad de tener que ser escuchada acompañada de un paisaje o de la naturaleza, la música clásica en su arrogancia quiere ser auto-suficiente y ese es su pecado. La música antigua no puede separarse del paisaje, del lugar donde se descubrió (inventó, produjo) y donde debe de ser escuchada para realmente transportarnos al mundo de las visiones. La música clásica si bien realmente transporta, nos transporta hacia una puerta cerrada. La música clásica es una vía rápida para elevarse, pero una vez que nos elevamos no encontramos camino alguno para ese mundo de las visiones, y nos quedamos solamente con ese “sentimiento” de flotar pero sin ir realmente a ningún lado. Aún asi la música clásica tiene su merito, ya que aunque no nos lleva a ese mundo, al menos nos eleva en cierta manera, aunque sea una elevación inútil, como un helicoptero que sube y baja sobre su propio eje sin nunca ir a ningún lado.

Concluyo entonces que hemos olvidado el verdadero propósito de la música, darnos visiones para acercarnos a dios. Y que triste que millones de músicos estén siendo sistemáticamente entrenados en escuelas “profesionales” para crear algodones de azucares, bajo el nombre de conceptos tan ensalsados como jazz, metal, o música clásica. Que lástima que los músicos no se den el tiempo de salir a escuchar la naturaleza, en lugar de repetir estúpida y mecánicamente un ejercicio millones de veces lo cual solo atonta la mente. Que desgracia que las clases de música se den solamente en salones, cuando la verdadera música está realmente afuera.

Sin embargo, si algún músico decidiera cambiar todo eso y decidiera dedicar su vida a encontrar ese nombre auténtico de la música, tal vez podría otorgarle a la humanidad un pequeño puente hacia la salvación.

No me sorprende entonces que los únicos músicos verdaderos hoy en día no son los que van a las escuelas, sino las personas que son mitad músicos-mitad monjes que viven en las montañas con la menta abierta intentando aprender el nombre auténtico de la música. (y con esto me refiero a las personas que viven como en la película El Sonido del Tambor)

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