La Nona
FrederickBruzzEnsayo7 de Septiembre de 2021
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Roberto Cossa
LA NONA
REPARTO
NONA: Ulises Dumont / Juan Carlos de Seta
CHICHO: Luis Brandoni / Rudy Chernicof / Cacho Espíndola CARMELO: Javier Portales / Carmen Llambi
MARÍA: María de Luca
DON FRANCISCO: José María Gutiérrez / Omar Delli Quadri MARTA: Lucila Quiroga / Susana Hidalgo / Marta Degracia
ESCENOGRAFÍA: Leandro H. Ragucci PRODUCCIÓN: Héctor Gómez DIRECCIÓN: Carlos Gorostiza
Estreno: en el Teatro Lasalle de Buenos Aires el 12 de agosto de 1.977.-
ACTO PRIMERO
La acción transcurre, fundamentalmente, en una casona antigua, de barrio. A la vista del espectador aparece una espaciosa cocina, donde hay una mesa para ocho personas, sillas, un aparador y una enorme heladera. A la derecha, la pieza de Chicho: una camita, un ropero y otros datos del típico «bulín»1 porteño. A la izquierda se insinúa la pieza de la Nona, una cueva por donde este personaje aparecerá y desaparecerá constantemente.
El espectador tiene que tener la sensación de que, fuera de esos ambientes, la casa posee otros cuartos, un fondo etc.
Oportunamente, la acción se trasladará a la trastienda del quiosco de don Francisco.
La obra se inicia un día de semana, aproximadamente a las ocho de la noche. Están en la cocina: María, que pela arvejas frente a una enorme olla; Anyula, que ceba mate, y la Nona. Esta última está sentada en una silla y come pochoclo en forma continuada. Finalmente, Chicho, en su pieza, está tirado en la cama leyendo el diario del día. Anyula le tiende un mate a María.
MARÍA.—No quiero más. ANYULA.—Le voy a llevar a Chicho. Anyula se dirige a la pieza de Chicho. MARÍA.—Dígale que es el último.
Anyula golpea suavemente la puerta de la pieza de Chicho. Este, rápidamente, deja el diario y comienza una especie de tarareo, simulando cantar un tango. Anyula entra en puntas de pie, le tiende el mate y se sienta en la cama. Chicho da dos o tres sorbos.
CHICHO.—Está medio2 frío, tía. ANYULA.—Caliento el agua. ¿Vas a tomar más?
CHICHO.—Eh... estoy componiendo. Y cuando compongo...
Anyula le acaricia la cabeza.
ANYULA.—¿Algo nuevo?
CHICHO.—Hoy empecé otro tango. (Pierde la mirada y balbucea un tarareo impreciso.) «De mi pobre corazón...» (Marca los típicos compases finales del tango.) ¿Le gusta?
ANYULA.—Mucho. Sacaste el oído de papá. De toda la familia sos el único que salió músico.
¡Y a él que le gustaba tanto! Si pudiera escucharte...
CHICHO.—Me escucha, tía, me escucha... A veces siento aquí... (Se señala el pecho.) Es el Nono, desde el cielo, que me dice: «Bien, Chicho, bien».
Anyula queda con la mirada fija y el mate en la mano, emocionada. Chicho la mira de reojo. CHICHO.—Cébese otro, tía. Pero calentito, ¿eh?
ANYULA.—Sí, querido, sí.
Anyula sale hacia la cocina. Chicho toma el diario. A lo largo de la escena siguiente se irá quedando dormido.
[pic 1]
1 Bulín: Lunfardo. Aposento de una casa, habitación.
2 Está medio frío: Uso vulgar de medio en lugar de “un poco”.
Anyula, en la cocina, toma la pava y la coloca sobre el fuego.
MARÍA.—¿Qué? ¿Va a seguir tomando? ANYULA.—Está componiendo. Un tango muy lindo. MARÍA.—Usted es muy buena, Anyula.
ANYULA.—¿Qué querés? Es mi sobrino preferido. Carmelo es muy bueno, también, muy trabajador. Ya sabes cómo lo quiero. Pero Chicho... ¡qué sé yo! Es un artista.
MARÍA.—(Irónica.) Sé...3 Un artista.
ANYULA.—Como papá.
La Nona agita la bolsita de pochoclo vacía.
NONA.—Má pochoclo.4
MARÍA.— ¡Qué pochoclo! Ahora vamos a cenar.
La Nona agita la bolsita vacía cerca de la cara de Anyula.
NONA.—Má pochoclo, nena.
ANYULA.—No quedó más, mamá. (A María.) ¿Le voy a comprar? MARÍA.—¡Pero no! No tiene que comer porquerías.
NONA.—(A María) ¿No tené salamín? MARÍA.—¡Qué salamín! Espere la cena, le dije.
Sin que nadie lo advierta, la Nona agarra un pan y se lo mete en el bolsillo.
NONA.—¿Un po de formayo?5
MARÍA.—¡Nada, le he dicho! Aguántese hasta la cena. Vaya a su pieza, vamos. Cuando esté la cena, yo la llamo. (La toma y la encamina hacia la pieza. En ese momento María descubre el bulto que hace el pan en el bolsillo de la Nona.) ¿Qué tiene en el bolsillo? (Le saca el pan.)
¡Pero qué cosa! (Introduce a la Nona en la pieza y se vuelve. La Nona sale rezongando.) No tiene que comprarle todo lo que le pida, Anyula.
Anyula comprueba si el agua está caliente y cambia la yerba del mate. Del interior de la casa sale Marta, una chica de veinte años.
MARÍA.—¿Todavía no está la cena? ANYULA.—Falta todavía.
MARÍA.—¿Vas a salir? MARTA.—Estoy de turno.
MARÍA.—¿Otra vez? Esta semana ya van tres veces. ¿No es una vez por semana? MARÍA.—Sí... pero esta semana es así. ¿Me prestas tu reloj?
María sale hacia el interior. Anyula termina de cebar un mate y se dirige a la pieza de Chicho. Golpea, espera, y al final entra. Mira cariñosamente a Chicho, que está dormido; le saca el diario de las manos, apaga la luz y sale. Marta se pasea impaciente.
Mientras transcurre esta escena, la Nona sale sigilosamente, roba un pan y vuelve a su habitación.
Anyula, entretanto, ya ha vuelto a la cocina y se pone a trabajar en la cena. María sale del interior con un reloj, que entrega a Marta.
MARÍA.—¿No vas a comer nada, entonces? MARTA.—Como algo cerca de la farmacia. MARÍA.—¡Nena...! Te vas a enfermar.
MARTA.—La farmacia es un trabajo sacrificado. Ya lo sabés.
[pic 2]
3 Sé: Por «sí», afirmación.
4 Má pochoclo: Más pochoclo La nona habla en la jerga ítalo-criolla deformando las voces castellanas de acuerdo con la fonética italiana.
5 ¿Un po de formayo?: ¿Un poco de queso?
MARÍA.—Sí, pero vos vendés perfume. ¿Por qué te tenés que quedar toda la noche? MARTA.—¡Ay, mamá...! Querés que te lo explique todo.
De la calle llega el sonido de varios bocinazos.
MARTA.—Ahí está el farmacéutico. Chau. (Besa a María.) Chau, tía.
Al salir tropieza en la puerta con Carmelo, su padre, que ingresa desde la calle con un paquete debajo del brazo.
CARMELO.—¿Te vas?
MARTA.—Estoy apurada. Chau, papá.
Besa a Carmelo rápidamente y sale. Carmelo la mira salir y se va hacia María.
CARMELO.—Estás de turno otra vez. Pobre nena. Lo que es el farmacéutico ese debe ganar bien. Dos por tres cambia de auto. Hoy se vino con un Falcon. (Tiende el paquete a María.) Toma. Todo lo que quedó. María abre el paquete y saca unas verduras.
MARÍA.—No me trajiste perejil. CARMELO.—Lo vendí todo.
MARÍA.—¡Justo hoy que hice guiso! Carmelo saca un cuadernito del cajón del aparador.
CARMELO.—Un perejil lindo, crespito. Me lo sacaron de la mano. MARÍA.—Y los zapallitos no van a alcanzar.
CARMELO.—¡Tenés como dos kilos ahí! Ayer traje cinco. MARÍA.—(Con un gesto que significa «no es extraño».) ¿Y...?
CARMELO.—Si traigo todo lo que me pedís... Para eso cierro el puesto. Le digo al mayorista que me traiga el pedido a casa.
Se hace una pausa.
ANYULA.—Yo casi ni comí zapallitos ayer. CARMELO.—¡Bah, Anyula...! Si no digo por usted. ANYULA.—Es que yo soy una carga.
MARÍA.—Anyula... hágame un favor. Crúcese hasta lo de Vicente y traiga dos kilos de zapallitos y un poco de perejil.
Le tiende el dinero y Anyula sale.
CARMELO.— ¡Mirá vos...! ¡En mi casa hay que ir a comprarle al chorro6 ese!
Carmelo anota las ventas del día en el cuadernito.
MARÍA.—¿Cómo anduvo?
CARMELO.—Bien... Viste lo que quedó. En ese barrio se vende muy bien (Pausa.) ¡Eh... si nosotros podríamos vivir sin problemas!
Carmelo sigue haciendo cuentas mientras María llena la olla con cantidades impresionantes de verdura. Carmelo termina de hacer las cuentas y se queda pensativo, con la cabeza entre las manos.
CARMELO.—¡Qué lo parió!7 MARÍA.—¿Qué pasa?
CARMELO.—¿Qué va a pasar? Que no llegamos a fin de mes. ¡Eso pasa! ¿Vos anotaste todos los gastos?
MARÍA.—Falta lo de hoy.
...