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La Pasión - Ingmar Bergman


Enviado por   •  14 de Abril de 2013  •  926 Palabras (4 Páginas)  •  340 Visitas

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Acción de Padecer

La Pasión – Ingmar Bergman

“Los espejos se emplean para verse la cara, el arte para verse el alma”.

George Bernard Shaw

El director Ingmar Bergman retrata en su película Pasión, la soledad y las diversas condiciones que viven los seres humanos dentro de su entorno. Bergman es aparentemente un director que posee una visión negativa y fatalista, la misma que se ve reflejada sus frustraciones representadas a través de sus personajes, su aislamiento social y su incapacidad de relacionarse de una manera positiva y creativa. La isla en la que se desarrollan los acontecimientos pueden llegar a representar el mundo de Bergman, aislado y minúsculo, con vivencias cotidianas, cuyos protagonistas no apuntan hacia cambios sustanciales, si no que más bien viven enfrascados en historias pasadas.

Los griegos llamaron persona a la máscara que utilizaban los actores en el teatro, especialmente en las tragedias. Posteriormente, la palabra retomo su uso al comenzar el estudio de la psicología científica y se denominó personalidad; a la actitud que cada individuo muestra al mundo en los diferentes escenarios de su vivir. Por lo tanto, la personalidad viene a ser la apreciación que los otros reciben de nosotros o en mejores términos, lo que pretendemos mostrar a los demás basándonos en los roles de acción cotidiana que ejercemos. Detrás de esa mascara, actitud o pose, se encuentra “escondida” nuestra esencia, lo que verdaderamente somos, poblada con nuestras miserias, debilidades, fortalezas, actitudes, ideologías y formas de vida.

En la relación entre lo que realmente somos, en la mayoría de los casos algo que nos resulta desconocido, tratamos de ganar la convicción de que nuestro proceder es el resultado de nuestras decisiones y que nuestro modo de ser es el que proyectamos a los demás. Sin embargo, jamás o en muy contadas ocasiones dejamos traslucir nuestras angustias, nuestro dolor, nuestras ansias de matar o la actitud interna del juez injusto que llevamos “encarcelado” dentro de cada uno de nosotros. Normalmente establecemos un juicio a priori respecto a los demás individuos y nuestra razón de actuar, así procuramos cubrirla a fin de que los demás perciban solo aquello que queremos. En tanto que, solo somos y proyectamos lo que pretendemos que los demás vean en nosotros.

Las raíces de aquello que nos atormenta yacen en acontecimientos ya experimentados por nosotros mismos pero a los que no hemos brindado solución o al menos la respuesta encontrada no ha sido suficiente. El juez interior nos pone un dedo delante acusándonos especialmente de desidia y abandono a las soluciones. Este juicio que nosotros sentimos inclusive con reacciones fisiológicas ocupa toda nuestra mente y es motivo de toda nuestra preocupación, es así como la fuerza de esta condición nos impulsa a actuar de manera errónea,

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