La tuba de Goyo Trejo. Análisis de un filme

Saaid Alejandro Pacheco Cordova

La tuba de Goyo Trejo

Un análisis de un filme bajo una retrospectiva de viejos recuerdos del Río Sonora

En un fabuloso pueblo, como lo son casi en todo el histórico territorio de Sonora, se desarrolla la historia, de diversos y muy bien protagonizados personajes, de un pueblecillo desconocedor de la tecnología moderna y por lo que veo, falto de la tradición de algunos pueblos que conozco: tener la fiesta del pueblo.

En primera instancia quiero decir que, he quedado sorprendido de la noción de algunos escritores, directores y actores en el arte del cine; incluyo en la lista de quienes admiro, a los encargados de este filme.  

Partiendo de mis tíos hacía arriba, todos son nacidos en Suaqui de Baviacora, y con un gran amor al pueblecillo cuichi, muchos de mis familiares divulgan decenas de historias cada que se da la ocasión. Mi imaginación dibuja los paisajes y sucesos que ellos describen, y, factores como: el actuar de X persona en la anécdota, la mención de X frase (dicha con el debido estilo, jaja), y el desarrollo en general de la anécdota, dan lugar a una recreación (nunca exacta, y de seguro, nunca cercana) de los personajes de aquellas épocas, ¡cada cual con su personalidad, rol, vestir y actuar único! Me fascino en escuchar cada que algo sucede (ej. Se despide X tío de X primo y alguno de los dos dice, chao, bye, dijo Peralta; siendo Peralta un viejo que repite ésa misma frase una y otra vez cada que se despide) las inmemorables frases de mis antepasados, y con gran orgullo las repito, recordando la bonita tradición de vivir a base del campo, rodeados por la sublime naturaleza, bajo el cuidado del padre y el cariño de una madre, con 4 hermanos como mínimo ¡y hasta 15 como máximo!, cuidando a los animales de tu papá y preocupándote por si ya iban a venir los húngaros, para ver qué iban a traer en esta venida.

Menciono al principio de esta breve crítica que, he quedado admirado por el filme, sin duda, mi aprecio por la cultura de los pueblos del Río Sonora ha metido mano en este reporte. ¡Es que, es imposible no recordar algún elemento característico de dicha cultura al ver esta película! Veamos: apodos de muchos de los habitantes, que por algo los hace ser “el sapito Morales” o “las cotorras”; mujeres con vestido por debajo de las rodillas, modestamente; hombre sin sombrero, ¡hombre distinto!; peculiar estilo en el habla de cada uno de los personajes; personalidad distinta y defendida por cada quién, las metiches, el falso comisario, la loca, el profesor alcohólico, el viejito rico en conocimiento empírico y dejado de las nuevas tecnologías; mayor seguimiento, como no lo hay hoy en día, a la religión católica, etc. Son esos detalles los que hicieron de esta película un buen filme.

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