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Recreacion


Enviado por   •  23 de Agosto de 2012  •  2.665 Palabras (11 Páginas)  •  299 Visitas

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ata consistió en una serie de acontecimientos ocurridos entre los meses de abril y diciembre de 1826, que tuvieron consecuencias hasta abril de 1830 con la disolución definitiva de la Gran Colombia. Venezuela, para ese momento, era uno de los departamentos que formaban parte de Colombia junto con Nueva Granada y los territorios del actual Ecuador. Los hechos sucedidos en Caracas y Valencia fueron considerados el principio del fin de la unidad colombiana.

Aparentemente, el termino «Cosiata» fue usado por primera vez por un actor cómico, y luego fue utilizado políticamente con el sentido de «cosa embrollada que no tiene nombre». Probablemente se pretendió asignar esta palabra al hecho histórico de 1826 en un afán por aminorar sus consecuencias y restarle importancia.

Fueron muchos los desacuerdos y conflictos que rodearon a la Gran Colombia, entre ellos las tensiones entre Bogotá y Caracas, que se acrecentaron a raíz del bando de alistamiento de milicias en Caracas, dictado en 1825 por José Antonio Páez. Dicho bando fue mal visto por la población y aunque no fue muy grato para Páez, éste tenía que cumplir con la disposición del gobierno central. Sin embargo, las tensiones, los excesos y las diferencias con el intendente y la municipalidad hacen que Páez termine siendo acusado ante el Ejecutivo y el Congreso de Bogotá, y posteriormente fue suspendido en sus funciones. Páez acató la medida y compareció ante el Senado para defenderse; sin embargo, quien quedó como su sucesor, Escalona, no era muy querido en Valencia, lugar donde Páez solía ir frecuentemente. Es por ello que, luego de tres días de desorden, tensa calma y violencia, la municipalidad se retractó y decidió, en 1826, desconocer el gobierno de Bogotá y restituir a Páez en el mando militar. Poco a poco se fueron uniendo otras municipalidades.

El 8 de julio Páez es declarado en rebeldía. Ya trastocado el rumbo de las cosas, fue inevitable detener este movimiento separatista.

La Cosiata (cosa sin importancia) o revolución de los morrocoyes, fue un movimiento que estalló en Valencia el 30 de abril de 1826, acaudillado por José Antonio Páez. Originalmente no tuvo la intención de separar a Venezuela de la Gran Colombia, sino de exigir la reforma de la Constitución de Cúcuta y anunciar su rompimiento con las autoridades de Bogotá, aunque manteniéndose bajo la protección del Libertador.

Carlos Soublette afima en 1826: «El nombre de colombiano es la cosa más destituida de significación, porque nos hemos quedado tan venezolanos, granadinos y quiteños como lo éramos antes, y quizás con mayores enconos». Lo cual comprueba -afirma Vallenilla Lanz- que la Colombia de Bolívar no fue jamás una nación, sino un Estado Militar».

El Libertador, en efecto, veía esta unión como una necesidad militar. En carta a O'Leary, fechada en Guayaquil, el 13 de setiembre de 1829, dícele Bolívar; «Los hombres y las cosas gritan por la separación, porque la desazón de cada uno compone la inquietud general. Ultimamente la España misma ha dejado de amenazarnos; lo que ha confirmado más y más que la reunión no es ya necesaria, no habiendo tenido esta otro fin que la de concentracion de fuerzas contra la metrópoli».

La Constitución de Cúcuta causó malestar entre los venezolanos, y fue jurada en Caracas bajo protesta por la Municipalidad. Santander en la Vicepresidencia de la República, y la escogencia de Bogotá como capital, fueron también puntos de discordia. En Venezuela, pues, se veía con disgusto una unión con los granadinos que en nada la favorecía.

¿Cómo se originó La Cosiata? Ante el temor de una supuesta Santa Alianza, mediante la cual se estaría formando en Europa un poderoso ejército para reconquistar a América, Santander decreta el 31 de agosto de 1824 un alistamiento general de todos los ciudadanos, de dieciséis hasta cincuenta años, con las excepciones del caso.

Fue una orden terminante, reiterada, y quizás por la misma repugnacia que causaba a Páez su cumplimiento, el Jefe llanero demoró su ejecución casi todo el año siguiente.

A finales de diciembre de 1825 decide Páez hacer cumplir el decreto sobre alistamiento. Convoca a los hombres desde dieciséis hasta cincuenta años al templo de San Francisco, en Caracas. La cita es para el 6 de enero de 1826, Día de Reyes. Sólo acuden unos 800 vecinos.

Al hacer una segunda y tercera convocatoria con el mismo resultado, Páez ordena a los batallones Anzoátegui y Apure que hagan una total y verdadera recluta entre todos los ciudadanos que encuentren.

Cumplió, pues, enérgicamente, el decreto. El Intendente y el Concejo de Caracas lo acusan de hacer una recluta abusando de su autoridad. Desgraciadamente, la acusación contra Páez prosperó en el Senado de Colombia, al ser admitida el 27 de mayo por 15 votos contra 6. Santander envió su informe al Congreso, y al final pone su ingrediente de picardía. Dice que no habiendo tribunal que juzgue a Páez, le corresponde esa función al Congreso. El Senado, en efecto, suspende a Páez de la Comandancia General y le llama a Bogotá para que responda los cargos en su contra.

Cabe aquí la expresión de Bolívar, que lo estaba previendo todo: «A mis ojos, la ruina de Colombia está consumada desde el día en que usted fue llamado por el Congreso».

Páez no acudirá a ese llamado. Entregó el mando a su acusador Juan de Escalona, pero se declaró en franca rebelión, asesorado por quienes creyeron que el Congreso sería el cadalso del hombre fuerte de Venezuela, fresca como estaba la muerte de Leonardo Infante, un oficial venezolano a quien se le siguió injusta causa y atroz sentencia. ¡No tenía por qué ir a Bogotá!

Y en esto tuvo en Bolívar su principal apoyo.

La Municipalidad de Valencia, que se había reunido el 27 de abril, analiza el caso de Páez, y ante la imposibilidad de trocar de alguna manera el dictamen del Congreso, acuerda expresar su resentimiento a Páez por la suspensión de su cargo y se muestra confiada en que justificará ante el Senado su inocencia.

Pero esto no iba a quedarse así. La agitación se extendió por toda la ciudad carabobeña. Al recibir Escalona la Comandancia General, se produjeron desórdenes, y hasta tres muertos hubo.

El 30 de abril volvió a reunirse la Municipalidad en virtud de que el pueblo se había amotinado para aclamar a José Antonio Páez y pedir su reposición como Comandante General.

Dicho de otra manera: al ídolo se le arrancó de cuajo de su casa, lo cargó la multitud en hombros, lo llevó hasta la Municipalidad y lo instaló en su trono para que desde ese día mandara, como en efecto mandó, porque el ilustre Concejo de Valencia, «considerando inevitable el suceso, y coincidiendo con

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