ANALISIS DE CASO PANADERÍA LA BELLA ITALIA

ANALISIS DE CASO

PANADERÍA LA BELLA ITALIA

A comienzos del año 2019, don Ítalo Rossini a sus 75 años de edad, dueño de la panadería La Bella Italia,  conversaba en reunión con sus 3 hijos (todos adultos) que aunque estaba satisfecho de estar dedicado a la elaboración de pan fresco para consumo inmediato,  anhelaba poder ver en los próximos años convertida su tradicional panadería de más de 50 años, en una cadena de panaderías dedicada a la fabricación de pan para la vida sana con muchas variedades y con locales en el centro de cada una de las 5 ciudades que componen la región. La razón fundamental está en que es de conocimiento del público en general, que durante los próximos 4 años la población crecerá en 40%, a raíz de la apertura de nuevas minas de cobre.

La administración es llevada sólo por la familia Rossini. Don Ítalo como gerente general, toma todas las decisiones por sí solo y concentra la autoridad; su hijo mayor Ángelo se encarga de cumplir la producción; su hijo menor Donato se encarga de vender lo producido en el local y despachar a almacenes de barrio. La contabilidad es llevada por una empresa de contabilidad externa. La cual también le presta servicios efectuando las liquidaciones de sueldos, los contratos y finiquitos. Don Ítalo, tiene a su querida hija Annabella como su secretaria personal.

En comparación con su competencia; su precio promedio es 20% inferior, cuenta con una clientela muy fiel, su antigüedad es respetada en el mercado y tiene utilidades por sobre el promedio del mismo. Pero tiene problemas con el pago oportuno a proveedores y no se están pagando los sueldos exactamente a fin de mes y además tiene muchas renuncias seguidas de los operarios. Su venta sólo se efectúa en efectivo, nada de tarjetas ni cheques (esto está establecido formalmente dentro de la empresa). La empresa opera a su máxima capacidad de producción sin poder aumentarla, ya que sus máquinas son antiguas (15 años); lo que tampoco le permite tener más variedades de pan.

La industria en la región es de elevada competitividad, en donde compiten muchas empresas, tales como supermercados, 6 panaderías de las mismas características de La Bella Italia y alrededor de 200 amasanderías de barrio, en el total de las 5 ciudades. Sin embargo, más de la mitad del mercado de la industria, lo poseen 2 cadenas de supermercados con 2 locales en cada ciudad. Los supermercados, reciben todo tipo de formas de pago y han comenzado a bajar sus precios para el pan que venden, hasta quedar 10% bajo el promedio, para atraer más clientes. El pan de los supermercados viene prefabricado y congelado desde la capital, para ser horneado sus locales de provincia, varios días después de su fabricación. En Chile el pan, constituye un elemento más que primordial en la dieta diaria, prácticamente sin sustitutos. Mientras que el país cuenta con solo 2 proveedores de harina, insumo básico del pan. Lo cual es insuficiente. 

Los consumidores, han tomado conciencia del posible riesgo de consumir productos con preservantes (como en los panes envasados) y desean productos frescos, además de nuevas variedades de sabores y presentaciones. Por su parte, el Servicio de Salud, responsable de la salud de los productos que se venden en el mercado, ha restringido al mínimo los nuevos permisos de funcionamiento a las empresas que pretenden dedicarse a la producción de pan.

En la última reunión de familia, el dueño reconoció que su idea era buscar aumentar las utilidades en 5%, para el presente año y en un 20% para el período total de los 3 próximos años. Sin embargo, el personal de la empresa no está al tanto de nada al respecto.

...