Coaching

Capacidad de comunicación, con una habilidad especialmente desarrollada: la de la escucha activa, punto que el Coach ha de dominar ineludiblemente.

Ser buen conocedor de cómo se desarrolla el mundo de la empresa. ¿Qué Coach puede serlo sin este punto?

Habilidad del Coach para encontrar las preguntas adecuadas para cada situación, en lugar de las respuestas correctas.

Conocimiento e interiorización del contexto en que opera la empresa para la que trabaja el Coach, tanto a nivel externo como interno, es decir dentro de la propia organización.

Empatía, asertividad, honestidad y, como consecuencia, credibilidad. Se requiere del Coach que sea capaz de generar confianza en su relación.

Capacidad para generar planes de desarrollo y acción personalizados al coachee. Para ello es necesario una mente analítica capaz de hallar las relaciones causa-efecto.

Ser considerado en su trabajo con las metas que persiguen aquellas personas para las que trabaja.

Vista aguda, capaz de rastrear las oportunidades que surgen de los pequeños pasos que se dan día a día, ya que, las que se encuentran en las grandes acciones son siempre obvias.

Ser capaz de hacerse ver como una autoridad o modelo a seguir en los campos de la comunicación, la motivación y la dirección; o lo que es lo mismo, trabajar la reputación de sí mismo como Coach.

Es fácil confundir la figura del Coach con la de alguien con autoridad que sabe que decisiones hay que tomar. Pero como acabamos de descubrir, la labor del Coach, de un buen coach, es más profunda y abstracta.

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