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Comunidad Económica Europea

chidovaz119 de Mayo de 2013

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la Comunidad Económica Europea

y la tendencia a la internacionalización

del capital

índice

1.-El aumento de la masa de capital global en funciones opera desde la segunda mitad del siglo XX un cambio cualitativo en la organización del capital.

2.-Los Estados nacionales no constituyen una condición "sine qua non" para el despliegue internacional del valor.

3.- los Estados nacionales están condenados a ser económicamente neutralizados por las exigencias irresistibles de la magnitud del capital global en constante crecimiento.

4.-Referencias históricas de la contradicción entre la tendencia a la internacionalización de las relaciones capitalistas plenas en Europa.

5.- Aspectos de la contradicción en junio de 2001

6.-La Política Agraria Común en la CEE

7.-conclusión

1.-El aumento de la masa de capital global en funciones opera desde la segunda mitad del siglo XX un cambio cualitativo en la organización del capital.

En nuestra polémica con la C.C.I., afirmamos que las condiciones del movimiento de los capitales a nivel mundial no son las mismas que hasta la segunda mitad del siglo XX, porque el cambio de cantidad en la masa de capital global en funciones ha venido operando desde entonces un cambio cualitativo en el proceso de la acumulación. Hasta la segunda postguerra mundial, la masa del capital global acumulado en el centro capitalista no había alcanzado el punto de sobresaturación permanente, lo cual explica el desarrollo desigual y la división internacional del trabajo no solo entre ramas de distinta composición orgánica del capital al interior de los distintos países, sino entre países. La sobresaturación y exportación permanente de capitales del centro a la periferia determinada por el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo en la etapa del capitamismo tardío, si bien mantiene el desarrollo desigual entre ramas de la producción -que hace a la esencia y legalidad de la reproducción ampliada- sí muestra ya la tendencia histórica a la equipararación del desarrollo económico entre países y a eliminar la división internacional del trabajo vigente durante la etapa temprana. Tal es -a nuestro modo de ver- el corolario de la ley general de la acumulación capitalista que presentamos a modo de síntesis crítica de la concepción estancacionista crónica sostenida por los compañeros de la C.C.I. Así lo decimos en el último párrafo del documento:

<<Por todo lo dicho hasta aquí , ya no se trata, pues, de saber si los países dependientes se desarrollan o no. De lo que se trata es de demostrar estadísticamente si se verifica la tendencia a la universalización de la producción y uso de tecnologías de última generación a nivel planetario -que es lo que, a nuestro juicio, está previsto en la lógica del capital según la teoría de Marx-, o si, por el contrario, el capital excedente de las metrópolis imperialistas clásicas fija históricamente el subdesarrollo relativo en los países de su periferia, como piensan los teóricos del estancamiento. En tal sentido, se trata de saber si en la actual etapa tardía del proceso histórico de la acumulación capitalista, esa tendencia prevista científicamente por Marx ha alcanzado ya su verificación empírica, o sea, si las estadísticas sobre el desarrollo tecnológico relativo de las distintas fracciones del capital en el contexto de espacios económicos comunes, como es el caso del Mercosur, confirman o no la tendencia a la uniformidad del desarrollo desigual a nivel planetario, es decir, a la formación de una sóla tasa de ganancia media que rija el comportamiento del capital social global mundial. Esta es la esencia de la llamada globalización y para nosotros no hay duda de que la lógica del capital va irresistiblemente en esa dirección, y en el sentido cada vez más evidente, necesario y realmente posible, de la revolución socialista universal.>>

2.-Los Estados nacionales no constituyen una condición "sine qua non" para el despliegue internacional del valor.

Las distintas intensidades de trabajo y la diferente composición orgánica de los capitales que expresan el progreso desigual de las fuerzas productivas bajo el capitalismo, constituyen un fenómeno que se verifica entre las distintas fracciones del capital que interactúan con plena libertad en el espacio económico restringido al interior de cada país, y esto no impide sino que determina y explica la formación de las tasas de ganancia media en esos espacios restringidos. Pero la restricción que fragmenta el despliegue del valor no está determinada políticamente por los distintos Estados nacionales, sino al revés: la insuficiente masa de capital en funciones respecto de su rédito medio al interior de cada país, explica y da sentido a los modernos Estados burgueses nacionales.

En este sentido, los Estados nacionales no constituyen una condición inherente o "sine qua non" para el despliegue internacional del valor. Parecieron serlo, sin duda, en la etapa temprana de la historia de la acumulación, cuando la magnitud del capital global en funciones era todavía insuficiente para apoderarse de la masa disponible de trabajo explotable en cada uno de ellos. En ese momento, la unidad de los diversos capitales no podía ser sino política y nacional. Pero en la etapa tardía, esta unidad tiende a ser cada vez más eminentemente económica e internacional. Al tornarse permanentemente excedentarios dentro de sus bases nacionales de formación, los distintos grandes capitales nacionales acentúan su tendencia a la trasnacionalidad y a su unidad política multinacional. Ante esta nueva realidad actual, los Estados nacionales tradicionales tienden paulatinamente a perder entidad y competencias, gravitando cada vez con más fuerza la necesidad de organizaciones políticas y legalidades supranacionales que fiscalicen el proceso de acumulación en espacios económicos cada vez más amplios que comprenden distintas nacionalidades. Según esta línea materialista histórica de razonamiento, los aparentes límites políticos al despliegue de los distintos capitales nacionales, son en realidad los límites económicos transitorios que el capital social global se pone a sí mismo para saltar ulteriormente sobre ellos.

Si esto es así, no se trata de seguir en la evidencia empírica de la "realidad actual" capitalista desde los tiempos de Bujarin, donde las barreras de los distintos Estados nacionales a la circulación de los valores bajo la forma de mercancías y capitales, daba todavía más la impresión de que "la internacionalización de la vida económica" no podía superar la tendencia inversa "a la nacionalización de los intereses capitalistas". A la luz de lo que está ocurriendo ahora tampoco se trata ya de prever lo contrario. Se trata de reconocer el avance tangible de la sociedad capitalista hacia la resolución histórica de esa contradicción dialéctica.

3.- los Estados nacionales están condenados a ser económicamente neutralizados por las exigencias irresistibles de la magnitud del capital global en constante crecimiento.

Para prever, es necesario pensar las contradicciones desde el punto de vista del polo dominante, en este caso, según la ley general de la acumulación capitalista presidida por el desarrollo incesante de las fuerzas productivas. Esto es lo que hizo Marx en el prólogo de El Capital, cuando -anunciando la idea que la muerte le impidió desarrollar- dijo que "El país industrialmente más desarrollado no hace sino mostrar al menos desarrollado la imagen de su propio futuro".. Si -tal como se ha venido confirmando hasta hoy- es el valor económico en la base material de sociedad civil el que impone su ley de desarrollo a las superestructuras políticas e ideológicas del sistema, según la lógica de la ley general de la acumulación no hay ningún impedimento histórico-político absoluto al cumplimiento de la tendencia objetiva del capital hacia la formación de una tasa de ganancia media universal, no ya en base al desarrollo desigual entre Estados nacionales o multinacionales, sino entre ramas de la producción de plusvalor y conglomerados de empresas. Con esto no queremos decir que los Estados nacionales estén condenados a desparecer en lo que tienen de esencial, como maquinarias represivas, pero si que tienden a ser económicamente neutralizados por las exigencias irresistibles de la magnitud del capital global de la sociedad en constante crecimiento. De no ser así, parafraseando a Rosa Luxembourgo deberemos aceptar que la idea del internacionalismo proletario será siempre algo contingente que jamás podrá pisar "el suelo granítico" de la necesidad histórica objetiva.

4.-Referencias históricas de la contradicción entre la tendencia a la internacionalización de las relaciones capitalistas plenas en Europa.

Aproximadamente a principios de la década de los setenta, Jean-Jacques Servan-Schreiber, fundador del semanario francés L'Express y, por entonces, miembro del gabinete del presidente Valéry Giscard d'Estaing, publicó "El desafío americano". Este intelectual orgánico de la burguesía insistió allí en la urgencia de culminar lo que la burguesía europea había iniciado a principios de la década de los cincuenta con la creación de la CECA (Comunidad Económica del Carbón y del Acero). Para salir al paso de Schreiber, Ernest Mandel escribió "La respuesta socialista al desafío americano", donde concluyó en que la resolución de la contradicción entre la tendencia a la internacionalización de las relaciones capitalistas plenas

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