Ecosistemas De Emprendimiento Locales
raulhin23 de Junio de 2014
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PROPUESTA
PROGRAMA INTEGRAL DE FORMACION DE FORMADORES PARA EL FORTALECIMIENTO DEL
MICRO-ECOSISTEMA EMPRENDEDOR LOCAL
CAMARA DE COMERCIO DE VILLAVIENCIO
CORPOGESTION
Bogotá, Enero de 2014
PROPUESTA
PROGRAMA INTEGRAL DE FORMACION DE FORMADORES PARA EL FORTALECIMIENTO DEL
MICRO-ECOSISTEMA EMPRENDEDOR LOCAL
Preparado Por
CORPOGESTION
Director Ejecutivo: Manuel J. Archila B.
Director de Proyectos: Pablo Emilio Vanegas B.
Desarrollos propiedad de CORPOGESTION.
Bogotá, Enero de 2014
CONTENIDO
I. Antecedentes La cultura del emprendimiento como estrategia de desarrollo.
II. Marco conceptual – Ecosistemas de Emprendimiento
III. Propuesta Técnica
1. Nombre del Proyecto
2. Contratante
3. Proponente
4. Periodo de ejecución
5. Objetivo General
6. Públicos a atender
7. Procesos de Intervención
8. Cronograma de trabajo
9. Factores críticos de éxito
10. Entregables
IV. Propuesta Económica
V. Equipo de Trabajo
Información general de Corpogestión.
I. Antecedentes – La Cultura del emprendimiento como estrategia de Desarrollo
Es claro que durante los últimos años vienen sucediendo fenómenos que han marcado el desarrollo de las diferentes regiones del mundo en lo que tiene que ver con político, los social y lo económico. El primero, y más fuerte sin duda alguna, es la globalización que nos ha llevado cada día más a confirmar que el mundo es simplemente una gran aldea global y que es necesario apropiar y entender el concepto de Glocalidad (Piense Global - Actué Local). Este fenómeno viene acompañado de tres grandes tendencias que durante los últimos cinco años ha tomado gran fuerza y se pueden identificar de forma general como: Emprendimiento, Responsabilidad Social y Redes de Valor, temas que sin duda alguna están presente en los planes de desarrollo para los próximos años de entidades tanto públicas como privadas.
La evolución de la primera tendencia, el Emprendimiento, tema del que nos ocuparemos principalmente en este documento, viene marcado por innumerables procesos de cambio y nutridas estadísticas que se presentan cada año como muestra fehaciente que hemos entrado ya, desde hace un par de años, en la era del emprendimiento y que por todos los movimientos que se dan tanto en el sector público como privado claramente se percibe como una tendencia que llego para quedarse.
Como parte del referente conceptual que soporta la presente propuesta, es interesante recordar algunos elementos en la evolución del concepto de competitividad en los últimos años y como la cultura del emprendimiento se convierte en un elemento estructural para la productividad y competitividad de nuestro país.
A mediados de los años 60, la competitividad en la industria se basó en el precio. Las organizaciones eran fuertemente integradas, de estructuras rígidas y jerárquicas, con estilo gerencial centralizado . Bajo este modelo, el precio era el factor determinante en la adquisición de un producto o servicio, dejando a la calidad y al servicio en los últimos puestos dentro de la escala de importancia. Las estrategias competitivas de las empresas se fundamentaban en la evolución de precios, costos y tasas de cambio. Según Rosales , la competitividad precio mostró ser eficiente para lograr mejoras transitorias en economías cerradas o proteccionistas, como la colombiana en esa época.
En los años 80, la incipiente globalización de los mercados y el desarrollo en la tecnología de comunicaciones e informática, llevaron a un nuevo orden económico mundial donde la calidad y el servicio llegaron a ser los factores primordiales en el momento de la decisión de compra de los individuos. La nueva competitividad estructural más flexible y descentralizada pretendía el mejoramiento real en el nivel de vida de la población para que pudiera ser viable. Se fundamenta entonces, en la capacidad de un país por adoptar con oportunidad y selectividad el nuevo patrón tecnológico conforme a la evolución de la demanda y a su potencial de recursos (Markovich, 1.990) , de los cuales el más importante es, indudablemente, la cultura emprendedora de sus profesionales (Drucker, 1.986) .
La construcción de esta nueva competitividad estructural se debe iniciar con la adopción de un nuevo modelo organizacional, porque las nuevas tecnologías tan solo son eficientes si son manejadas en organizaciones con cultura empresarial. Por lo tanto se requiere, inicialmente, un esfuerzo educativo destinado a la socialización de sus profesionales, bien sea dentro de una empresa ya constituida (intraempresario), o desarrollando la capacidad emprendedora (entrepreneurship).
Dentro de los modelos económicos también se han evidenciado estos cambios: de un modelo de competitividad-precio, adoptado hasta los años setenta, se pasó a un modelo denominado competitividad estructural, este último, diametralmente opuesto al primero y con fines, objetivos y estrategias distintas. Es importante resaltar el nacimiento de este nuevo modelo que hoy en día es fuente de investigación y hace parte de las estrategias y modelos de planeación y concepción de las empresas de la actualidad. La competitividad estructural es la base de todo un cúmulo de teorías modernas de administración y economía y tiene como pilar fundamental el aspecto social (tema también importante dentro de las propuestas políticas modernas). Como lo menciona Peter Drucker , se fundamenta en la capacidad del país por adoptar con oportunidad y selectividad el nuevo patrón tecnológico conforme a la evolución de la demanda y a su potencial de recursos, de los cuales el más importante es, indudablemente, la cultura emprendedora de sus profesionales.
Es claro que la “Cultura emprendedora” forma parte de ese nuevo lenguaje que nace de un reciente modelo económico y que rige una nueva realidad. “Cultura emprendedora”, es la base general sobre la cual se debe direccionar cualquier esfuerzo orientado al apoyo de las nuevas generaciones de empresarios del país, responsabilidad sin duda alguna de las instituciones responsables de la educación a nivel nacional.
En 1.990, Schimidheing concluyó que la cultura empresarial y emprendimiento en los profesionales es un requisito fundamental para ser competitivos y ayudar en el desarrollo general de un país ya que contribuye al incremento del PIB (Producto Interno Bruto), permite la generación de empleo y de riqueza, dando con ello un mejor nivel de vida para sus habitantes. En pocas palabras, se hace necesaria una nueva cultura dentro de los colegios, las universidades, centros de formación y enseñanza, que propenda a la educación para el emprendimiento.
La anterior afirmación toma una mayor fuerza con las apreciaciones de Allan Gibb en su intervención en el marco de la 4ª conferencia de investigación en Entrepreneurship en Latinoamérica, realizado en Cali, Gibb plantea que el gran reto al que nos enfrentamos en estos momentos como sociedad es el de: “Crear un ambiente empresarial capaz de empoderar a una gran cantidad y variedad de personas de todos los niveles sociales para que ellos puedan disfrutar y crear soluciones para enfrentar la incertidumbre de un ambiente global cada vez más turbulento.”
Es necesario entender que la cultura del emprendimiento se desarrolla de manera gradual e integral, partiendo de la intervención en los niveles educativos de preescolar y básica, donde a partir de las competencias básicas y ciudadanas se pueden trabajar los procesos nocionales y básicos del emprendimiento, y en el nivel de la educación media, se consolidan las competencias para el desarrollo de la empresarialidad como oportunidad para que el estudiante materialice sus actitudes innovadoras y emprendedoras en el desarrollo de actividades y proyectos orientados a la creación de empresa o unidades de negocio con perspectiva de desarrollo sostenible.
El resultado esperado en el marco de este proceso sería tener un mayor número de ciudadanos con actitud emprendedora, es decir, con la disposición personal a actuar de forma proactiva frente a cualquier situación de la vida, procurando generar ideas que se transformen en proyectos que busquen la satisfacción de necesidades y problemáticas y que, de forma simultánea, hagan posible el crecimiento y la mejora permanente de su proyecto y de sus condiciones de vida. Para lograr este objetivo, todo el aparato educativo debería orientarse a desarrollar un proceso de emprendimiento desde un enfoque de desarrollo humano integral que ayude a la comunidad a:
- Construir conocimientos y desarrollar hábitos, actitudes y valores necesarios para generar acciones orientadas al mejoramiento personal y a la transformación del entorno y de la sociedad.
- Presentar soluciones a las necesidades humanas presentes en
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