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Ejecutivo Al Minuto


Enviado por   •  3 de Diciembre de 2012  •  735 Palabras (3 Páginas)  •  525 Visitas

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Había una vez un joven despierto e

inteligente en busca de un director

ejecutivo eficaz para quien trabajar y, a largo plazo, poder emular

en su sabiduría.

Su búsqueda le había llevado a lo

largo de los años por todos los rincones del planeta. Se había entrevistado con altos cargos de la administración, generales de muchos

ejércitos, ejecutivos de grandes

corporaciones y decanos de universidades. Empezaba a vislumbrar

todo el abanico de métodos existente para dirigir a las personas. Sin

embargo, a pesar de todo lo que

había conocido, no estaba satisfecho con nada de ello.

A lo largo de su periplo había

encontrado dos tipos de ejecutivos:

los autocráticos “duros” y los democráticos “bondadosos”. Pero

ambos estilos de liderazgo le parecían sólo parcialmente eficientes.

“Es tan solo como ser medio ejecutivo”, pensaba, y con esa conclusión regresó por fin a casa cansado

y descorazonado. Hacía ya bastante

tiempo que habría podido desistir

de su empeño, pero contaba con

una gran ventaja: sabía claramente

lo que estaba buscando.

Al poco tiempo de volver a su hogar

llegaron a sus oídos noticias de un

ejecutivo peculiar que, casualmente, vivía en una ciudad cercana a la

suya. Oyó decir que a la gente le

encantaba trabajar con aquel hombre y que colaborando entre todos

obtenían unos resultados muy meritorios.

Lleno de curiosidad, llamó a la

secretaria de tan singular ejecutivo

para intentar conseguir una entrevista con él. La secretaria le pasó

inmediatamente con su jefe y el

joven le preguntó cuándo sería posible visitarlo.

“En cualquier momento de la semana, excepto el miércoles por la

mañana. Escoja usted el día y la

hora que mejor le convengan”.

El joven sonrió para sus adentros al

oír la respuesta de aquel ejecutivo

del que había oído contar maravillas; sin duda, debía de estar un

poco chalado. Pues ¿qué gran ejecutivo podría disponer de tantísimo

tiempo libre? En cualquier caso, ya

había sucumbido a la fascinación y

se presentaría para hablar con él.

El Ejecutivo al Minuto

Cuando el joven llegó al despacho

del ejecutivo, después de las presentaciones de rigor, lo primero por

lo que se interesó fue por si mantenía encuentros regulares con sus

subordinados.

- Sí, los tengo: el miércoles de cada

semana, entre las nueve y las once

de la mañana. Por eso le dije que no

podríamos vernos en ese momento.

- ¿Qué se hace en esas reuniones?

–preguntó el joven.

- Presto atención a cómo mis

empleados examinan y analizan lo

que han realizado durante la semana anterior, los problemas que

encuentran y lo que aún les queda

pendiente de llevar a término.

Luego evaluamos los planes y estrategias para la semana siguiente.

- Las decisiones que toman en esas

reuniones, ¿les responsabilizan

tanto a usted como a su personal?

- Por supuesto –asintió el ejecutivo-

. ¿Qué sentido tendrían esos

encuentros si no fuera así?

- Entonces es usted un ejecutivo

que participa en el trabajo de sus

empleados, ¿verdad? –preguntó el

joven.

- En absoluto. No creo en mi participación en ninguna de las decisiones que mi personal toma de manera autónoma.

- Entonces, ¿cuál es el sentido de

las reuniones?

- Ya se lo he dicho –replicó el ejecutivo algo molesto. Por favor, joven,

no me haga repetir. Es una pérdida

de tiempo para mí y para usted...

Estamos aquí para obtener resultados –prosiguió-. Nuestro objetivo

primordial es la eficiencia.

- Bien, entonces es usted consciente de lo importante que es la productividad. Podríamos decir que

está usted más orientado hacia los

resultados que hacia el personal

–sugirió el joven.

- ¡No! –gritó el ejecutivo, sorprendiendo a su visitante-. Oigo decir

esas cosas demasiado a menudo.

¿Cómo podría obtener resultados si

no fuera gracias a mis colaboradores? Me preocupo por mi personal y

por los resultados. Ambos caminan

juntos.

Al cabo de unos instantes, prosiguió:

- Ahora, joven, mire esto –el ejecutivo señaló un rótulo-. Lo tengo

sobre mi mesa para que me recuerde una gran verdad.

Las personas que se sienten

satisfechas de sí mismas

obtienen buenos resultados

Mientras el joven leía estas palabras, el ejecutivo aseveró:

- El mejor modo de conseguir una

productividad de los empleados, es

decir, lograr de ellos un fruto

excepcional, tanto en cantidad

como en calidad, es contar con su

colaboración.

El interés del joven iba in crescendo, así que le preguntó:

- Bueno, ya me ha dicho que no es

usted un ejecutivo participativo.

¿Cómo se definiría entonces?

- De manera muy fácil –respondió

sin vacilación-. Soy un Ejecutivo al

Minuto.

- Dice que es usted... ¿un qué? –preguntó asombrado el joven.

- Soy un Ejecutivo al Minuto. Me

llamo a mí mismo de esta forma

porque necesito poco tiempo para

conseguir un trabajo excelente de

mi personal. No me cree, ¿verdad?

–deduciéndolo por la cara de sorpresa del joven-. Le voy a decir una

cosa: si quiere saber realmente qué

tipo de ejecutivo soy, lo mejor será

que hable con mis colaboradores.

Se inclinó entonces sobre la mesa y

llamó por el interfono a su secretaria, que al momento entró en el

despacho y le entregó un papel.

...

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