El crecimiento y el desarrollo económico

Las personas suelen creen que crecimiento y desarrollo económico es lo mismo, pero existen grandes diferencias entre ellos, en especial sociales. Están muy relacionados entre sí, pero no porque existe uno, deberá existir el otro.

El crecimiento y el desarrollo económico son dos cosas muy distintas. Muchas personas tienen el dilema acerca de cual de los dos es mejor. El crecimiento económico es medido en base a indicadores como el PIB. Mide económicamente cuando ha crecido un país, sin embargo, hay muchos aspectos que no nos muestra. Por otro lado, el desarrollo económico nos muestra los aspectos de la calidad de vida de las personas y el acceso a cosas escenciales que tienen.

Este dilema existe porque muchos piensan que el incremento en el aspecto económico de un país va a beneficiar a todos los ciudadanos, pero muchos indicadores tienen cosas escondidas que no nos dicen. Por ejemplo, el aumento del PIB, aunque sea PIB real, no nos muestra la distribución o el acceso a servicios que tienen los mexicanos.

El crecimiento económico se relaciona con indicadores como el PIB, los niveles de consumo, la balanza comercial, inversión y producción. Mientras que el desarrollo económico se relaciona con el PIB per cápita, esperanza de vida, educación y acceso a servicios.

Un país puede incrementar su crecimiento económico y no necesariamente va a mejorar su desarrollo económico, sin embargo, si tiene un desarrollo económico verá reflejado de manera positiva su crecimiento económico. Opino que ambos factores son de suma importancia pero la calidad de vida de las personas siempre es primero. En mi opinión, el desarrollo económico debe ser la prioridad de un país, claro que tener un crecimiento económico también es positivo, pero un país con desarrollo económico podrá hacer más a largo plazo.

La presente pandemia mundial desafortunadamente no solo ha traído consigo problemas de salud y miles de fallecimientos, sino también una crisis que la mayoría de los países está experimentando. La presente crisis ha afectado en los aspectos sociales y económicos de nuestro país y el mundo.  Miles de personas han sido afectadas en sus trabajos y en la manera en que viven su vida día a día.

En México desafortunadamente, tenemos complicaciones con los dos factores. En la página web México, ¿cómo vamos? nos dice que el crecimiento económico va en una tasa de -8.6% cuando la meta es de 4.5%. Y en cuanto ha factores de desarrollo económico, también México va por debajo de las metas.

Esta afectación económica ha hecho que el gobierno y el banco central tengan que tomar decisiones para buscar contrarrestar los efectos negativos de la presente crisis. “Con base en los escenarios previstos, y considerando el espacio que en balance otorgan a la política monetaria, con la presencia de todos sus miembros, la Junta de Gobierno decidió por unanimidad disminuir en 50 puntos base el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día a un nivel de 5%. La decisión, agrega Banxico, considera riesgos para la inflación, la actividad económica y los mercados financieros, así como los retos que plantea para la política monetaria y la economía en general.” (Forbes México, 2020)  

En cuanto a temas de desarrollo, el país también ha sufrido estragos. El sector salud ha dejado ver sus fallas en la presente pandemia. En junio se habían recibido 131 reportes sobre fallas en el sector salud. Estos reportes, denunciaban fallas operativas, corrupción y acoso sexual en el sector salud a la hora de atender a los afectados por el COVID-19. También se negó la entrega de resultados a muchas personas que lo solicitaron.

Por otro lado, tenemos el acceso al sector salud en cuanto a desarrollo económico. Los hospitales se han visto saturados por el número de contagios. Muchas personas no han tenido acceso a los hospitales para tratarse debido al COVID-19.  “El sistema de salud pública en México se ha convertido en la salud a la que recurren las personas de bajos recursos y no la sociedad en su conjunto. Y ese es un gran problema. Las personas de mayores ingresos, que más podrían contribuir con crear un sistema de salud público eficaz y bien financiado, no quieren invertir en algo que desconocen, rechazan y estigmatizan. Las clases altas han desistido de usar servicios públicos. Cuatro de cada diez personas de alto estrato de ingreso que tienen cobertura en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) o en alguna otra institución pública, se atienden con médicos privados cuando se enferman. El servicio público es ese lugar en el que solo se atienden cuando ya no les alcanza, la sala de emergencia de enfermedades caras.” (The New York Times, 2020)

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