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Estrategia A Largo Plazo


Enviado por   •  29 de Marzo de 2015  •  1.924 Palabras (8 Páginas)  •  339 Visitas

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Par publicarse en la revista Acontragolpe febrero 2015

Importancia de la Aplicación de Estrategias en las Organizaciones

La crítica que se ha hecho a los sistemas de planificación estratégica formal, tienen mucha razón en cuanto que los organismos que la realizan, se quedan en la formulación de un plan pero no llegan al establecimiento de estrategias realmente operativas. El concepto de “planeación estratégica” se ha aplicado como receta de cumplimiento meramente teórico, para satisfacer alguna obligación oficial o para cumplir un requisito crediticio o académico. Lo anterior no quiere decir que los planes obtenidos estén mal orientados o que sus objetivos sean falaces, sino que existen dos divorcios: por un lado, entre los componentes del propio plan, es decir, entre la misión, la visión y las estrategias, y por otro entre el “plan” y la realidad a la que pretenden servir.

Por Prometeo Alejandro Sánchez Islas*

Sin estrategias para el largo plazo, no hay éxito.

Los éxitos coyunturales o fortuitos pertenecen al corto plazo y generalmente no aportan al mundo las virtudes que uno espera de una empresa, entendida ésta en su sentido social más completo: ofrecer servicios y productos adecuados a las expectativas de sus clientes.

Lo anterior no quiere decir que no existan o deban existir los éxitos económicos o políticos inmediatos, pues ese tipo de negocios y de campañas partidistas, constantemente ofrecen múltiples ejemplos de que las estrategias aplicadas para el cortísimo plazo cumplen sus objetivos.

Pero una empresa, pública o privada, que pretenda consolidarse en la sociedad a la que sirve, sea local o global, con la genuina intención de mejorar y actualizarse permanentemente, así como de ofrecer beneficios tangibles, además de demostrar rentabilidad, requiere de planes, programas y/o proyectos que la posicionen y que le permitan sobrevivir a una competencia muchas veces desleal.

Para ello, juegan un papel central las estrategias, surgidas del pensamiento estratégico, el cual se centra en adoptar enfoques diferentes para brindar valor al cliente, en elegir distintas actividades que no puedan imitarse fácilmente para brindar ventajas competitivas sustentables además de prever los acontecimientos antes de que sucedan, para afrontarlos sin un esfuerzo excesivo.

Sin embargo, el desprestigio de la planificación formal, como consecuencia del alto grado de incumplimiento de los planes y la constatación del carácter emergente de muchas de las estrategias de las empresas de éxito, ponen en entredicho la utilidad de los sistemas formalizados de planeación y abren el interrogante sobre si se puede intervenir eficazmente en el diseño de la estrategia.

La posible respuesta a tales interrogantes debe surgir, entonces, del estudio sobre el conjunto de estrategias que las empresas han aplicado, ya sean diseñadas a partir de modelos formales o surgidas de las adversidades y oportunidades del momento, en el que es vital diferenciar entre los contenidos y los procesos, ya que los primeros sin los segundos, quedan relegados al papel de teoría vacua.

Formación de estrategias propias

Las empresas atienden -o deben atender- dos conceptos fundamentales para diseñar sus estrategias: el contenido y el proceso. El primero de ellos (el contenido) busca comprender los elementos teóricos que componen una estrategia tal, que le permita a la organización crear y mantener su ventaja competitiva dentro de su contexto.

El segundo concepto (el proceso) se sumerge en los caminos que las organizaciones desarrollan para sobrevivir y crecer, de manera que se entiendan las metodologías que den como resultado el diseño de estrategias encaminadas a mantener las operaciones y la rentabilidad a largo plazo. Este asunto es mucho menos teórico que el anterior y por ello se estudia mediante encuestas pragmáticas, mediante las cuales se indaga sobre la aplicación de estrategias derivadas de la planificación formal, así como de las emanadas de la praxis cotidiana.

En mi experiencia, y dentro del marco de la llamada “planeación estratégica”, me parece que tanto los organismos gubernamentales, como las universidades y las microempresas en las que me ha tocado colaborar, los esfuerzos se canalizan hacia la formulación del documento llamado “plan”, el cual eventualmente pasa por múltiples asesores, así como por un largo camino para su aceptación y publicación oficial, pero casi nunca, con excepción de algunas microempresas, dicho plan vuelve a consultarse, ni sirve como plataforma del trabajo colaborativo hacia el cumplimiento de las metas ahí establecidas.

Modelo clásico de planificación estratégica.

Se acepta generalmente que la planificación estratégica se puede subdividir en cinco grandes temas para su análisis:

En primer lugar se encuentran dos asuntos abstractos muy relacionados entre sí, que sirven para meditar sobre el contenido del plan y, a partir de ahí, diseñarlo con la mayor congruencia posible. Se trata del pensamiento estratégico y del análisis estratégico, donde el primero se enfoca al análisis de lo que se está haciendo para definir si se requieren cambios para mejorar los resultados futuros, mientras que el segundo se orienta a la tarea de estudiar las variables endógenas y exógenas que impactan en las capacidades de la organización, y que podrían poner en riesgo su producción ante los cambiantes retos del entorno.

En segundo lugar se ubican las etapas relacionadas con el proceder de la organización, el cual puede provenir de las líneas de acción del “plan” o de las reacciones ante las adversidades y oportunidades que se presentan sobre la marcha. Estas se identifican como: formulación de la estrategia, que consiste en seleccionar una que solucione ventajosamente los retos de los escenarios seleccionados para actuar; la programación estratégica, que concreta mediante programas y proyectos la estrategia seleccionada con antelación, equilibrando las variables para evitar contradicciones durante la operación; y la implantación y el control, que se refieren específicamente a la ejecución de las tareas productivas, al seguimiento de las decisiones que se toman de manera cotidiana y a la administración de los recursos que intervienen, tomando nota sistemática

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