Estructuralismo

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De la teoría estructuralista se desprendieron los parámetros del modelo y la estrategia de desarrollo conocido como sustitución de importaciones. La cual instaba a llevar a cabo una política de desarrollo que permitiera superar el carácter primario exportador de la región y el estrangulamiento externo, en base a una política de industrialización promovida por el Estado, diseñando así la construcción de un sistema capitalista autónomo.

En síntesis, entre otras, la conclusión de que no es aconsejable seguir con primeras aproximaciones y de que ha llegado el momento de analizar más a fondo las posibilidades de atacar el estrangulamiento exterior con la sustitución regional o subregional de importaciones –sobre todo las de bienes intermedios y de capital-, con la restricción de algunas importaciones prescindibles, y, desde luego, sin perjuicio de alentar las exportaciones por todos los medios posibles.

Es así que el enfoque de la dependencia, criticó la posición estructuralista en cuanto a la idea de construir un sistema capitalista autónomo. Señalando que esto no puede ser posible porque existe un sistema de dominación-dependencia, el cual se acentúa conforme avanza el proceso de “desarrollo”. Por lo que proponen que la dependencia, es un sistema de relaciones de dominación, en donde el excedente generado en la periferia es apropiado o transferido al centro. Esto es posible porque el centro tiene un mayor control sobre los centros de decisión en materia tecnológica, financiamiento, administración, comercialización, y otros.

Las relaciones de dependencia y dominación han variado en las distintas etapas del capitalismo mundial, y se encuentran sujetadas a las condiciones económicas y sociales que operan en la periferia. A su vez las condiciones van siendo delineadas y modificadas por las mismas relaciones de dependencia.

De esta forma, el desarrollo no es posible mientras no se dé un cambio que transforme la estructura misma del sistema económico y social. Esto es así, por qué el crecimiento económico es insuficiente si no se es acompañado de una redistribución del ingreso y de medidas que generen un entorno de progreso y bienestar, no sólo económico sino también social.

El crecimiento (puramente cuantitativo) y la modernización (superficial o de fachada), sin transformaciones estructurales previas o concomitantes, se disocian de un posible desarrollo integral, lo bloquean e impiden. Los beneficios del crecimiento son monopolizados por grupos minoritarios. El crecimiento insuficiente y la modernización resultan limitados y distorsionantes; presuponen, o incluyen y refuerzan, la redistribución regresiva del ingreso, la depresión de los niveles de empleo, remuneración, consumo y bienestar para la mayoría de la población. Ésta se ve condenada a la frustración de sus necesidades y de sus expectativas de participación, a la reducción de sus opciones y posibilidades de progreso (Kaplan, 2002).

Para impulsar los factores que permitan generar las condiciones necesarias para un desarrollo es indispensable contar con recursos financieros, tanto internos como externos. Éstos principalmente provienen del crecimiento del ahorro doméstico y de la atracción de capital externo (o flujos financieros internacionales), para generar la acumulación de capital que se necesita. La falta de recursos constituye un obstáculo

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