FODA JUMBO
mabelinchi26 de Abril de 2015
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1. Introducción.
Uno de los problemas económicos más importantes por los que atraviesa la sociedad peruana es, no tanto el desempleo abierto, sino la falta de empleo de calidad o decente – García, N. (2002, 2004b). En tal sentido, dados los costos económicos, sociales, políticos y de desarrollo humano que esto implica, se hace necesario plantear una estrategia de crecimiento económico que tenga como uno de sus objetivos fundamentales la generación de empleo adecuado, en un plazo razonable para el grueso de la PEA.
Una propuesta coherente de crecimiento con empleo de calidad y alternativo a las políticas y estrategias económicas que se están aplicando en la mayoría de los países Andinos, se sustenta en las políticas dirigidas a remover las restricciones al crecimiento de la inversión privada, entre las cuales sobresale la mejora de la competitividad a nivel microeconómico – OIT (2004). Esto es de particular relevancia para la aceleración de la inversión privada en actividades transables. En ese sentido, en este trabajo se plantean políticas de nivel macro, mesa, micro y meta para generar un acelerado crecimiento en la productividad total a nivel micro, que es la base de la competitividad y de los aumentos de rentabilidad requeridos para incrementar y diversificar la inversión, que es lo que a su vez explica el crecimiento a mediano plazo del empleo de calidad –García, N (2002, 2004b). Véase el Gráfico 1 en el Anexo.
2. Propuesta para el mejoramiento sistemático de la competitividad y de las condiciones para estimular la inversión.
2.1. Resumen del marco macroeconómico vigente y propuesta de alternativa.
La política macroeconómica actualmente vigente en el Perú es en esencia una continuación de la que se implementó en la década pasada. La política monetaria ha sido relativamente cuidadosa y, tiene como objetivo fundamental mantener ciertas metas de inflación – en el rango de 2.5 a 3.5 % anual. La política fiscal es también relativamente prudente, con un déficit económico moderado y con ciertos períodos de superávit primario. La política cambiaria es claramente de flotación sucia con intervenciones del Banco Central de Reserva de manera periódica a través de la demanda u oferta.
A principios de los 90’s, la política cambiaria fue usada como ancla nominal para inducir la estabilización de precios, después de un muy serio desborde hiperinflacionario. En el período 1990 – 1997, el Banco Central de Reserva del Perú intervino activamente en el mercado cambiario mediante compras consecutivas de divisas con la finalidad de evitar revaluaciones pronunciadas en el tipo de cambio, en el marco de un flujo masivo de entrada de capital financiero hacia el país, en la cantidad que le permitían sus metas de emisión monetaria compatibles con las metas de inflación establecidas. En el citado período, el Banco Central de Reserva incrementó gradualmente las Reservas Internacionales Netas –RIN- a niveles aproximados de $11,500 millones de dólares. En el período 1997–2001, en el marco de una contracción en los flujos de ingreso de capital financiero, el Banco Central de Reserva intervino en el mercado vendiendo divisas con la finalidad de evitar procesos de devaluación pronunciada; en ése período las RIN cayeron en aproximadamente $3,000 millones de dólares y el tipo de cambio real tuvo una ligera tendencia a la depreciación.
El tipo de cambio real multilateral se eleva en el 2003, como consecuencia de la devaluación del us.dólar y el éxito del Banco Central en acompañar la devaluación del mismo. Desde mediados del 2003 en adelante, el tipo de cambio nominal, luego de un periodo de estancamiento, presenta una importante tendencia a la baja; ante ello el Banco Central de Reserva intervino mediante compras periódicas de divisas, con lo cual está acumulando reservas, pero sin lograr revertir la tendencia a la disminución en el tipo de cambio . No obstante, el shock del alza de precios del petróleo y su impacto en precios internos, llevó al Banco Central a morigerar dicha intervención y permitir un descenso del tipo de cambio real, para evitar la propagación de presiones inflacionarias internas.
Tanto en 1990-97 como en 1997- 2004, predominó una visión cuidadosa de la política monetaria. A partir del 2001, la política monetaria se rige bajo el sistema de una regla de metas anuales de inflación denominada inflation targeting, que descansa en el uso de la tasa de interés para elevar o contraer el ritmo de crecimiento de los precios y recíprocamente, del nivel de actividad. Esta regla, como ha sido discutido en el Capítulo 1 de este Informe, genera un margen de maniobra innecesariamente estrecho para un régimen macroeconómico que busque defender mejor el tipo de cambio real, y, a través de ello, establecer una senda más expansiva para el crecimiento de la inversión privada en transables, del PIB y del empleo de calidad.
En este marco de política macroeconómica, la tasa de inflación está estabilizada a niveles del promedio internacional, el crecimiento del PBI es significativo (4.5% anual en los últimos tres años) pero insuficiente para reducir el desempleo, informalidad y subempleo; existe desde 2003 una tendencia a un superávit en la balanza comercial, liderada por el aumento en el valor de las exportaciones, pero, de exportaciones de productos sin o con poco valor agregado (en especial las exportaciones mineras).
No obstante, el 70% del aumento del ingreso de exportaciones verificado en el 2003, se explica por aumentos de quantum exportado y precios, de los principales commodities exportados por Perú - como consecuencia del aumento de la demanda originada en la expansión de la economía China. Este hecho, refleja la alta dependencia de Perú en producción primaria extractiva exportable, que es el síndrome común a los países de la región Andina. Esta alta dependencia implica, como se expone en el Capítulo I de este informe: i) una muy débil inserción en las corrientes más dinámicas del comercio internacional, ya que se encuentran entre las de menor crecimiento en 1990-2002; ii) una tendencia a la alta volatilidad del crecimiento, a partir de las oscilaciones en los términos de intercambio transmitidos vía políticas fiscal y monetaria, y manifestada en caídas en el acceso a créditos internos y de la banca interna a créditos externos.
En medio de este ambiente macroeconómico relativamente estable pero con desafíos no resueltos, se enfrentan dos problemas serios, vinculados entre sí: i) un débil crecimiento de la inversión privada; e ii) un muy serio problema de empleo que continúa agravándose. En promedio, 75% de los peruanos carecen de un empleo de calidad y no tienen una oportunidad de empleo digno –García, N. (2002; 2004b)- y ligado a lo anterior, más de la mitad de los peruanos están en situación de pobreza económica y casi uno de cada cuatro está en situación de extrema pobreza .
La aceleración de la inversión privada no es independiente de su necesaria diversificación en transables no extractivos. Y esto último, conduce a los problemas de competitividad y rentabilidad allí enfrentados – Capítulo I de este Informe.
Existe además, una baja percepción respecto a los cambios en la estrategia de crecimiento del país requerida para acelerar el empleo, tanto en el Gobierno como en actores sociales.
Se verifica además una creciente dificultad en el sector público para enfrentar los constantes incrementos en el gasto corriente a costa de la caída en la inversión estatal - como consecuencia de una variada gama de factores entre los que se encuentran los de origen reivindicativo.
Más serio aún, se enfrenta un proceso de retroceso institucional, débil credibilidad del Gobierno y crisis de valores, donde las autoridades e instituciones económicas y políticas no gozan de la credibilidad necesaria, lo cual tiende a mediatizar la efectividad y eficacia de las políticas macroeconómicas – y sobre todo, a generar una desconfianza en sus resultados sobre la “gente de a pié”.
Dada la falta de empleo de calidad y el gran nivel de pobreza, se hace necesaria la formulación de propuestas de política económica que cambien gradualmente la situación imperante, que promuevan un contexto favorable para alcanzar tasas de crecimiento económico del orden del 7% o 8% anual, para generar el empleo de calidad necesario. Más aún, de conservarse el rumbo actual, será muy difícil alcanzar y sostener dichas tasas durante los próximos diez años, lo que dada la presión de los conflictos sociales ya emergentes, plantea un horizonte erizado de obstáculos hacia el futuro.
Para una economía pequeña y abierta, el proceso de crecimiento económico tiene que estar liderado necesariamente por el crecimiento del sector transable, cuya evolución está condicionada por el nivel que tome el tipo de cambio real y restantes factores que determinan la rentabilidad en transables.
Un tipo de cambio real elevado incrementa la competitividad, el precio relativo y la rentabilidad relativa del sector transable, dinamizando así la inversión privada en transables y estimulando la inversión en general. La ganancia de competitividad mediante un tipo de cambio real elevado y estable sirve como mecanismo inicial de ignición, García, N. (2004b), que debe ser gradualmente complementado, o reemplazado, a través de un incremento sostenido en la productividad total a nivel microeconómico, de todos los recursos e insumos, García, N. (2002).
Sin embargo,
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