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FUNDAMENTOS DE LA ADMINISTRACIÓN CIENTÍFICA


Enviado por   •  1 de Febrero de 2014  •  Exámen  •  2.718 Palabras (11 Páginas)  •  289 Visitas

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FUNDAMENTOS DE LA ADMINISTRACIÓN CIENTÍFICA

(TEMA 3)

El objeto principal de la administración ha de ser asegurar la máxima prosperidad para el patrón, junto con la máxima prosperidad para cada uno de los empleados.

Las palabras “máxima prosperidad” están empleadas en su sentido más amplio, para dar a entender no sólo grandes dividendos para la compañía o para el propietario, sino también el desarrollo de todas las ramas del negocio hasta su estado más elevado de excelencia, de manera que la prosperidad pueda ser general y permanente.

De igual manera, máxima prosperidad para cada uno de los empleados significa no solo salarios más elevados que los que ordinariamente reciben los hombres de su clase, sino que, lo que aún tiene mayor importancia, significa también la formación de cada hombre hasta llegar al estado de su máxima eficiencia, de manera que, hablando en términos generales, sea capaz de hacer la calidad más elevada del trabajo para el que lo hace apto su capacidad natural, y significa también darle a hacer esta clase de trabajo siempre que sea posible.

Habría de ser tan notorio el hecho de que la máxima prosperidad del patrón, junto con la máxima prosperidad del empleado, deberían constituir los dos objetivos directores de la administración, que declararlo así habría de ser innecesario. Y sin embargo, no cabe negar que, en todo el mundo industrial, una gran parte de la organización de los patronos, lo mismo que los empleados, están por la guerra más que por la paz, y quizá la mayoría de cada bando no cree en la posibilidad de arreglar las cosas de manera que sus mutuos intereses y relaciones lleguen a ser idénticos.

La mayoría de estas personas creen que los intereses fundamentales de empleados y patronos son forzosamente antagónicos. Por el contrario, la administración científica tiene como cimientos: el firme convencimiento de que los verdaderos intereses de unos y otros son únicos y los mismos; que no puede haber prosperidad para el patrón, en un término largo de años, a menos que baya acompañada de prosperidad para el empleado, y viceversa; y que es posible darle al trabajador lo que más desea (unos salarios elevados) y al patrón lo que también más busca (un costo reducido de mano de obra) para sus fábricas.

Abrigamos la esperanza de que, cuando menos, algunos de los que no simpatizan con cada uno de estos objetivos puedan ser inducidos a que modifiquen su modo de ver; que algunos patronos, cuya actitud para con sus trabajadores ha sido la de procurar sacarles la mayor cantidad de trabajo por los salarios más reducidos posibles, puedan ser llevados a ver que una política más liberal respecto a sus empleados les dará una mejor remuneración; y que algunos de los trabajadores que echan en cara a sus patronos los grandes beneficios o tan siquiera justos, y que opinan que todos los frutos de su trabajo deberían pertenecerles, y que las personas para quienes trabajan y que el capital invertido en el negocio tienen derecho a muy poco o nada, puedan ser llevados a modificar su modo de ver.

No se puede encontrar a nadie que niegue que, en el caso de cualquier persona sola, la mayor prosperidad no puede existir más que cuando el individuo ha llegado a su más alto estado de eficiencia; es decir, cuando está dando su mayor rendimiento diario.

La verdad de este hecho es también perfectamente clara en el caso de dos personas que trabajan juntas. Por vía de ejemplo: si usted y su trabajador han llegado a adquirir tal habilidad que usted y él juntos construyen dos pares de zapatos al día, mientras que el competidor y su operario no llegan a hacer más que un solo par, está bien claro que, tras haber vendido usted dos pares de zapatos, podrá darle a su operario un salario mucho más alto que su competidor que no produce más que un par de zapatos, y que todavía le quedará dinero bastante para que obtenga usted unos beneficios mayores que su competidor.

En el caso de un establecimiento fabril más complicado, también ha de estar perfectamente claro que la mayor prosperidad permanente para el trabajador, junto con la mayor prosperidad para el patrón, pude conseguirse solamente cuando el trabajo del establecimiento se haga con la suma mínima de gasto de esfuerzo humano, de recursos naturales y de costo para el empleo de capital en forma de máquinas, edificios, etc. O, para decir lo mismo en forma diferente: que la mayor prosperidad no puede existir más que como resultado de la mayor productividad posible de los hombres y máquinas del establecimiento: es decir, cuando cada hombre y cada máquina están dando el rendimiento más grande posible, debido a que, a menos que los hombres y máquinas de usted estén dando a diario más trabajo que los hombres y máquinas que tiene usted en torno suyo, está bien claro que la competencia le impedirá pagar salarios más altos a sus trabajadores que los que están siéndoles pagados a los de su competidor. Y lo que es cierto respecto a la posibilidad de pagar salarios altos en el caso de dos compañías que compiten codo a codo una con otra, también reza para distritos enteros del país y hasta para naciones que estén en competencia. En una palabra: que la máxima prosperidad no puede existir más que como resultado de la máxima productividad. Más adelante, por vía de ejemplo, citaremos en esta obra varias compañías que están logrando grandes dividendos y que, al mismo tiempo, están pagando a sus operarios salarios del 30 al 100 por ciento, más elevados que los que se pagan a trabajadores similares en su vecindad inmediata y con cuyos patrones están en competencia. Estas ilustraciones abarcan distintos tipos de trabajo, desde los más elementales a los más complicados.

Si el razonamiento que antecede es correcto, de ello se infiere que el objeto más importante, tanto de los trabajadores como de la dirección, ha de ser el adiestramiento y formación de cada individuo del establecimiento, de manera que pueda hacer (a su ritmo más rápido con la máxima eficiencia) la clase más elevada de trabajo para la que su capacidad le haga apropiado.

Estos principios parecen ser tan manifiestos por si mismos que muchas personas podrán hallar que resultan casi infantil andar repitiéndolos. Permitámonos, empero, pasar a los hechos, tal como se producen hoy en este país y en Inglaterra. Los pueblos inglés y norteamericano son los deportistas más grandes del mundo. Siempre que un trabajador norteamericano juega el base ball o que un obrero ingles juega el cricket puede afirmarse, con toda seguridad, que pone todos sus nervios en tensión para asegurar la victoria para su bando. Hace lo mejor y lo más

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