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Globalización


Enviado por   •  18 de Octubre de 2012  •  1.363 Palabras (6 Páginas)  •  280 Visitas

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El debate sobre los efectos de la globalización sigue atrayendo defensores y detractores del cambio en nuestra sociedad. Al margen de toda valoración, la globalización, es un fenómeno fácilmente observable y con consecuencias en diferentes ámbitos. En el empresarial, por ejemplo, está cambiando los modelos de gestión y abriendo la gran interrogante sobre el emprendimiento. Lo que otrora pudiera considerarse como una pasión por materializar un sueño es ahora una alternativa omnipresente de desarrollo profesional y personal. Se parte de una situación por muchos no entendida y por otros no deseada, pero la realidad es que

vivimos en una nueva era basada en el conocimiento, la información y el dominio de nuevas tecnologías, en un entorno no restringido por fronteras. Se diría incluso que la globalización se afianza, con sus contribuciones a la optimización y la eficiencia y pese a las consecuencias negativas de quienes se ven fuera de ese impulso o incluso desplazados de sus áreas de acción.

En ese contexto de oportunidades y desafíos, finalmente de cambio, es donde el emprendimiento adquiere una importancia excepcional. Devuelve a la persona la capacidad de interactuar con otros agentes económicos, de lograr la consecución de sus metas y objetivos y de competir en una arena que se dijera reservada únicamente a los grandes luchadores. Precisamente porque el emprendedor es el arquitecto y su idea de negocio la piedra angular de su proyecto, se traslada al individuo la capacidad de buscar y catalizar oportunidades, aportando así innovación y nuevas propuestas a la sociedad.

Claro está que el emprendedor de la nueva era debe contar con ciertas características para competir exitosamente. Su entorno es de continuo cambio, tanto en las variables económicas, como en las sociales, políticas y culturales. Tal vez sea el cambio el mayor de los condicionantes, pues obliga a desarrollar la sensibilidad suficiente para entender los nuevos fenómenos o incluso anticiparse a lo que está por acontecer. La presión competitiva reduce el espacio para el error y obliga a una continua búsqueda de esa aportación que el consumidor vea como significativa y la perciba como una alternativa con valor agregado. Esa misma presión impregna la actividad empresarial de un ritmo frenético, ya que la velocidad de respuesta determina la satisfacción del cliente y, por ende, la preferencia de quien tiene cada vez mayores herramientas de información y el deseo de obtener una solución específica a sus necesidades. Atrás quedaron los ciclos de vida de larga duración para la mayoría de los productos. De lo anterior se deriva la necesidad del conocimiento de sí mismo y de las fuerzas y limitaciones con las que podrá responder a su entorno. Además de rasgos como los anteriormente esbozados, es decir sensibilidad, perseverancia, adaptabilidad, y autoconciencia, se puede pensar en otras características que requiere el nuevo emprendedor.

En términos generales quien emprende debe aunar las siguientes destrezas: audacia, confianza en sí mismo, habilidad para la detección de las necesidades a satisfacer, creatividad, organización y compromiso con la planeación, poder de convencimiento y capacidad de innovación para que lo que se hace ahora sea diferente a lo que se hacía antes. De todas ellas, tal vez la última sea la habilidad más requerida,puede ser la espontánea o la creatividad formulada con precisión por quien parte de un concepto y lo materializa en mejoras de costos, calidad, satisfacción o adecuación a deseos y preferencias. A las habilidades arriba mencionadas se deben añadir ciertas características innatas, como pueden ser la orientación a la acción, la intuición y la capacidad de afrontar el riesgo. Los resultados de un conocido estudio permiten aseverar que quienes emprenden se consideran dotados de una capacidad especial para superar la incertidumbre de un negocio. En cuanto al sentido de la practicidad es difícil pensar en un mayor satisfactor para el emprendedor que sentirse en la vorágine de “estar haciendo algo”, su propio proyecto. El sentido común también parece acompañar las decisiones de quien emprende, puesto que de inmediato se descarta lo lejano a lo realizable. Además, hábitos y actitudes marcan de manera aún mayor la diferencia. Hay autores que ponen mayor énfasis en aspectos psicológicos y así señalan que el emprendedor en la era de la globalización debe distinguirse por su necesidad de logro, su inteligencia emocional y su tolerancia hacia la ambigüedad. Otras visiones de la nueva realidad del emprendedor señalan como prioritaria la capacidad de desenvolverse en un mundo marcado por la tecnología y la innovación.

Cualquiera que sea el enfoque

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