La Guerra Del Fin Del Mundo
gabuchin17 de Octubre de 2013
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Antonio Vicente Mendes Maciel,” O Conselheiro”, profeta y santón itinerante, recorre el estado de Bahía predicando la palabra de Dios, reconstruyendo iglesias y profetizando la llegada inminente del Anticristo. Su paso por los miserables poblachos bahianos provoca la adhesión de decenas de seguidores que ven en las palabras del profeta la salvación de sus almas y la posibilidad de vivir en permanente santidad.
Así, arrastrados por el fulgor milenarista de sus ojos y por su lacónico verbo mesiánico, una cohorte de magníficos personajes le siguen, cada uno con una terrible historia detrás, convirtiéndose a la verdad del Buen Jesús predicada por el santón y dando de paso un giro radical a todas sus vidas.Su apostolado errabundo, con el tiempo, hace que sus seguidores ya sean legión. Miles de ellos, la mayoría miserables entre los miserables, de todos los oficios y vidas dedicados a una nueva verdad santa -y en permanente procesión- contarán pronto con la compañía de los temibles bandidos del “sertâo” : los sanguinarios cangaceiros.
Estos, liderados por los más malvados y salvajes jefes, Pedraò, Pajeú y el demoníaco Joaó Satán, se convierten a las palabras del Consejero. De la conversión de este último bandido renace Joaó Abade, el nuevo lugarteniente del Consejero y de los elegidos que deciden poner rumbo a un lugar estable, a una nueva Jerusalem que ya ha descendido del cielo: la aldeade Canudos, hacienda propiedad del Barón de Cañabrava.El mensaje apocalíptico del Consejero termina por identificar al Can, al verdadero Anticristo, con lo que no es sino la joven República del Brasil, la cual pretende la permanente separación de la iglesia y del estado; que decreta el matrimonio civil; que obliga a todas las personas a inscribirse en el censo; y que, además, impone el sistema métrico decimal.Su ruptura, sangrienta, con el Anticristo, es decir con la República, no pasa desapercibida por los dos antagónicos partidos póliticos mayoritarios de Bahía: el Partido Reformista Republicano, de corte jacobino y burgués (controlado por el cínico Epaminondas Goncalves), y el Partido Autonomista Monárquico liderado por el Barón de Cañabrava, noble afectado en sus propiedades por los iluminados de Canudos.
Ambos identifican a los revoltosos del Belo Monte de formas distintas: los republicanos ven en ellos a unas marionetas, manejadas por losmonárquicos, que pretenden le restauración de la Monarquía y sus antiguos usos en el Estado de Bahía a costa de sembrar la inestabilidad política.Por el contrario, los monárquicos ven en el movimiento de los yagunzos la excusa más propicia para que el gobierno central de Río acabe con cualquier oposición política a la República en el estado, Bahía, más autónomo y monárquico de todos.A ellos se une una tercera mirada: la de Galileo Gall, frenólogo y revolucionario escocés, veterano de La Comuna de París, libertario empedernido y hombre apasionado y voluntarioso. Gall ve en los escogidos de Canudos a los nuevos hijos de la Revolución, que -aunque anclados en una retórica milenarista y medieval- han conseguido abolir la propiedad privada y el dinero, instaurar el comunismo, tomar las tierras a un señor feudal, establecer el amor libre y derrotar a las tropas nacionales.Tras el fracaso de dos expediciones militares contra los santos, una compañía masacrada y un batallón diezmado, la joven República decide enviar a la mejor unidad del ejército: el Séptimo Regimiento del Brasil,comandado por el enérgico y radicalmente republicano coronel Moreira César, partidario de la República Dictatorial.Mientras tanto , los nuevos moradores de la Jerusalem Celeste, los Santos de Canudos, con” O Conselheiro” al frente de su Legión de Elegidos, sabiendo del Fin de los Tiempos y de la Segunda Venida, advertidos de la llegada del Ejército del Anticristo se preparan para la lucha, para la, cruenta y desigual batalla, para la guerra… para La Guerra del Fin del Mundo.Mediante este desquiciado contexto, Vargas Llosa retrata un mundo impredecible que parece víctima de un malentendido sin remedio, un tiempo confuso en el que las personas inteligentes apenas pueden orientarse. El escritor deja mecer a sus personajes por las extrañas geografías del azar, por la inescrutable ley de la historia de los pueblos y de los individuos. Y el lector, ya sea cuando comprueba que la política es un quehacer de rufianes donde no se puede actuar como caballeros o que las mentiras machacadas día y noche se vuelven verdades, ya sea al internarse por un triángulo amoroso o al participar en una guerra en la que los vencedores no se cubren de gloria, el lector disfruta de una cumbre literaria, de un libro inolvidable. En La guerra del fin del mundo hay lugar para la aventura, para la historia, para el amor y para el dolor.Fuentes:http://es.scribd.com/doc/79513571/La-Guerra-Del-Fin-Del-Mundo-Resumenhttp://www.hislibris.com/197/
Resumen extenso:La guerra del fin del mundo es una de las novelas mayores de Latinoamérica; con ella Mario Vargas Llosa nos sumerge en la vorágine de la creación. Leer esta novela es una experiencia diferente porque requiere de un alto grado de concentración para comprender todas las situaciones que se nos presentan.
La historia se centra en la rebelión de un grupo de seres marginados, reunidos en una ciudad pequeña llamada Canudos (Brasil) que lucharán contra la República, recién instaurada, creyéndola que era el Anticristo.
La novela inicia la historia de Antonio el Consejero, un hombre muy flaco, y misterioso que recorría el Sertón de Bahía, predicando la palabra del Buen Jesús y anunciando la llegada del fin del mundo. Era seguido por un grupo de hombres; en cada pueblo que entraba restauraba iglesias y cementerios. En su caminar se le unieron: Joâo Abade, un cruel cangaceiro que era buscado por la policía. Joâo Grande, un negro errante que había matado a la mujer que lo crió; Antonio, el Beatito, joven con vocación religiosa y un gran amor por el prójimo; Pajeú, cangaceiro con una enorme cicatriz que le dibujaba la cara por completo; Antonio Vilanova, comerciante que había caído tres veces en la ruina económica; el León de Natuba, un ser deforme y pequeño, que caminaba como animal, tenía una hermosa letra y que posteriormente se convirtió en el escriba de Canudos; María Quadrado, mujer que había peregrinado a Monte Santo por haber matado a su pequeño hijo; y otros seres desposeídos.
El Consejero y toda su gente se asentó en Canudos, la tierra prometida, que era llamada Belo Monte; construyendo un gigantesco templo de piedra para el Buen Jesús. Rechazaban el matrimonio civil, la separación de la iglesia del Estado, el censo, el dinero, el sistema métrico decimal. Pasaron así los primeros años y cuando se enteraron las autoridades de esta situación enviaron una comitiva para buscar al dirigente de la rebelión. Los pobladores de Canudos – Se hacían llamar yagunzos, por ser alzados- los corrieron, dándoles una buena paliza.
Esta escaramuza provocó el envío de un centenar de soldados para el exterminio de Canudos. Esta primera expedición estuvo dirigida por el Teniente Pires Ferreira. Acamparon en Uauá y los yagunzos salieron a su encuentro. Los soldados descansaban y cuando vieron a lo lejos una procesión de gentes miserables, no se preocuparon por nada. Todos los yagunzos les caen encima ganando, de esta manera, su primera gran batalla.
Por otro lado, en Salvador o Bahía andaba un hombre rubio, tocando cráneos, era Galileo Gall, revolucionario y frenólogo escocés. A él le llega una orden de expulsión del país, por ser un extranjero indeseable; así que antes de ser expulsado decide solidarizarse con Canudos, lugar en el que veía como prosperaba una sociedad libre. Para esto va al diario “El Jornal de Noticias”, donde conoce a su director y presidente del Partido Republicano Progresista, Epaminondas Gonçalves. El anuncio que desea publicar no puede salir impreso. Tiempo después Gonçalves le propone llevar armas a Canudos, le pagaría bien y lo ayudaría a salir del país. Gall acepta, pero por cuestiones ideológicas.
Galileo Gall busca un pistero llamado Rufino, para que lo lleve a Canudos. Éste acepta, pero se va con la gente del ferrocarril de Jacobina. El revolucionario guarda las armas, que estaban en una carreta, en la casa del pistero. Pero se las roban e intentan matarlo, después de esta situación se abraza fuertemente con Jurema, esposa de Rufino. Ella despierta sus deseos sexuales y la viola. Pasados unos días es visitado por Caifás, hombre de Gonçalves que le confiesa que él había robado las armas e intenta matarlo pues su jefe necesitaba un hombre muerto con sus características físicas para hacerlo pasar como un inglés. Gracias a este muerto y las armas de marca inglesa, armaría una tetra para acusar al Barón Cañabrava, Jefe del Partido Autonomista, de conspiración y de querer restaurar la monarquía, ayudado por Inglaterra. Caifás estuvo a punto de matarlo, pero Jurema lo salvó y cuando Gall intenta hacer lo mismo, Jurema se lo impide. Ambos huyen en una mula; el revolucionario era casi ya un cadáver.
Por esos días había llegado a Queimadas la segunda expedición contra Canudos. Este nuevo ejército lo dirigía el Mayor Febronio de Brito, que tenía a cargo a más de quinientos hombres, dos cañones Krupp y dos ametralladoras. Al acampar en Mulungú, todos los guías, pisteros y cargadores se escaparon y fueron a pedirle perdón al Consejero por haber servido al Can.
La
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