Paradigmas
karla97201224 de Febrero de 2015
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Ha pasado un año en la revista Paradigmas y es tiempo de hablar precisamente de un científico-filósofo cuya mayor aportación fue el estudio y reflexión de nada más y nada menos que de los paradigmas dentro de la ciencia. Así es, hablamos de Thomas Kuhn.
Paradigma es un conjunto de compromisos compartidos dentro de los cuales yacen supuestos que permiten crear un marco conceptual a partir del cual se le da cierto sentido y significado al mundo. Dentro del paradigma se adquieren generalizaciones simbólicas, criterios metodológicos, compromisos ontológicos y ejemplares de solución (experimentos satisfactorios), los cuales serán integrados a manera de chip para guiar la forma en que se resuelven los problemas científicos y modelan nuestros marcos epistémicos, es decir, delimitan nuestros horizontes de conocimiento. Digamos que, cuando se hace ciencia, no se parte de la nada, sino que se parte de una serie de herramientas que nos permiten trabajar y sin las cuales ninguna ciencia podría tener lugar. La cuestión es que nuestras herramientas -que podríamos definirlas como herramientas conceptuales- ya tienen una carga, una forma específica conforme a la cual laboramos. En otras palabras, un paradigma es el conjunto de herramientas conceptuales que asumimos de antemano y ya están enfocadas a resolver los problemas de cierta manera y no de otra.
Así como un mecánico utiliza un martillo para clavar los clavos y no utiliza el desarmador para golpearlos (a menos que esté ebrio o falto de material pertinente y necesario), o así como sabe que las pinzas tienen una función específica, del mismo modo, el científico utiliza herramientas que ya están guiadas hacia cierto fin, y de las cuales no se puede simple y llanamente prescindir. Sucede en realidad lo opuesto, incluso para desechar o mejorar las herramientas que tenemos, debemos primero de utilizarlas y observar, por medio de la práctica, cuáles son sus virtudes y sus defectos. Un paradigma es un conjunto de compromisos teóricos que tenemos que utilizar para resolver problemas, lo cual no implica que dichos compromisos sean inalterables sino que, a partir de su uso, se puede ver cuáles son los problemas que sí pueden resolver y cuáles no.
Pongamos un ejemplo. Hoy en día el paradigma del sistema solar es indudable; las herramientas conceptuales, así como los experimentos y evidencias que la tecnología nos ofrece no dejan lugar de dudas que, en efecto, existen planetas que giran alrededor del Sol con ciclos rotatorios bien definidos. Cuando se hacen investigaciones sobre galaxias lejanas, se hacen apoyándose en los supuestos y compromisos que explican nuestro sistema solar. Alguien no podría de buenas a primeras explicar el movimiento de galaxias lejanas pasando por alto las leyes más fundamentales de la física; tiene que conocerlas y utilizarlas para, posteriormente, modificarlas de manera paulatina o drástica.
En el primer caso, es decir, cuando los conceptos son modificados de manera lenta, no hay propiamente un cambio de paradigma, lo que existe es más bien un reajuste de sus marcos. En el segundo caso, esto es, cuando hay modificaciones que adquieren fuerza tal que ponen al descubierto los vacíos dentro del paradigma anterior, es cuando toma lugar un cambio de paradigma. Este tipo de cambios se dan con mucha más lentitud, ya que se dan cuando la modificación de conceptos es tanta que el único desenlace es modificar el paradigma entero y ya no sus partes. Siguiendo con el ejemplo del sistema solar, cuando Nicolás Copérnico cambió el modelo geocéntrico para estipular el modelo heliocéntrico, lo que hizo no fue sólo la modificación de conceptos, sino que, mediante una serie de experimentos, comprobó que su modelo estaba en lo correcto, con lo cual se cambiaron los compromisos más básicos en la astronomía.
Cuando hay cambios de paradigma, dice Kuhn, lo que toma lugar es una especie de un cambio de
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