Paradigma
razieledu13 de Mayo de 2014
6.272 Palabras (26 Páginas)180 Visitas
Términos como la palabra «Paradigma» se puede encontrar hoy en cientos de textos científicos, en artículos de los más variados contextos y hasta en una simple conversación cotidiana. Por lo general su empleo proviene del sentido que se ha generalizado a partir de la obra de Kuhn, "La estructura de las revoluciones científicas", aunque probablemente muchas personas desconozcan las diferentes acepciones que puede tener esta palabra. El artículo se propone llamar la atención sobre las posibles consecuencias que pudiera tener la frecuencia creciente de la ambigüedad terminológica en las Ciencias Sociales, con especial énfasis en las Ciencias Pedagógicas.
1. Introducción
A diferencias de otras ciencias, en la que la mayoría de los conceptos tienen para la comunidad científica —y para el público— un significado claro, sin lugar a ambigüedades, en las Ciencias Sociales cada vez resulta más frecuente encontrar palabras que responden a "significados autorales", es decir, nacidos a la luz de una teoría o contexto establecido por cierto autor, alcanzando el hecho relevancia tal que el nuevo concepto —o la nueva acepción— es rápidamente acuñada y pasa a la literatura mundial y al uso frecuente en el lenguaje cotidiano. En la actualidad, tal circunstancia la encontramos con marcada presencia en las Ciencias Pedagógicas.
Ocurre entonces que se produce así una amalgama conceptual, un spaghetti de definiciones que terminan por hacer intraducibles el sentido universal que debieran tener palabras como: «pedagogía», «educación», «enseñanza», «instrucción» y «didáctica», entre otras, a las que se suman términos de significado todavía más "abierto", como son: «técnicas», «métodos», «habilidades», «estrategias», etc. De tal suerte, las consecuencias las paga el educador "de la calle", ése al que día tras día le corresponde llevar a la escuela "el pan de la enseñanza", pues termina por perderse en medio de este lenguaje amorfo, por demás sobrecargado de referencias, que ni siquiera pudiera definirse como "Esperanto científico" (pues el Esperanto es un lenguaje como el que más, y para sus practicantes no hay problema alguno de comunicación), provocando, en definitiva, que el maestro interesado en acometer seriamente su actualización profesional (probablemente un joven maestro en formación), choque con dificultades de comunicación que en no pocos casos lleguen a resultar infranqueables. Pero el mayor peligro pudiera aparecer en el momento más imprevisto, si el aspirante termina malinterpretando el sentido que la comunidad científica da a cierto diccionario de términos no escritos, y quede en un status profesional que pueda conducirlo al "ridículo académico" en el momento más inoportuno y desfavorable que alguien pudiera imaginar.
Por supuesto, basta ojear un diccionario enciclopédico para comprobar que se trata de un hecho común, pues miles de palabras toman uno u otro significado en dependencia del contexto. La importancia actual de esta problemática es tal que un autor tan renombrado como Monereo (1997), se ve en la necesidad de comentar el asunto en las primeras páginas de una de sus obras más referenciadas, expresando que:
"Una rápida ojeada a la bibliografía reciente sobre temas educativos en nuestro país (España) basta para darse cuenta de la confusión terminológica que supone, en determinadas ocasiones, la utilización de términos distintos en calidad de sinónimos, o bien la distribución de diferentes significados a un mismo término según los autores o la perspectiva teórica adoptada. No es, pues, infrecuente encontrar trabajos de divulgación , ejemplo de programaciones e incluso investigaciones en que las nociones de técnica, procedimiento, método, estrategia o habilidad son usadas de forma confusa o, en el mejor de los casos, indiferenciada."(18).
El presente trabajo se propone mostrar con algunos ejemplos tomados del lenguaje aparentemente común, hasta que punto esta problemática nos envuelve y puede llegar a tener las implicaciones que hemos mencionado. Se hace un alto especial en la palabra "paradigma", en su doble contexto lingüístico y epistemológico.
Probablemente sea ya demasiado tarde para lograr establecer acuerdos o normativas, pero reflexionar sobre esta problemática, y someterla a discusión en el marco de un evento científico, pudiera ser un buen primer paso hacia la búsqueda de un diccionario internacional de términos de referencia.
2. Origen de la ambigüedad terminológica.
Cabe señalar que estamos en presencia de un proceso que tiene raíces históricas. La clave podemos encontrarla en una obra realizada en tiempos de la Unión Soviética, probablemente poco conocida en Occidente. Nos referimos al libro Fundamentos Generales de la Pedagogía, publicado en 1967 por los profesores V.E.Gmurman y F.F.Korolev. Se trata de una obra interesante, sobre todo por el valor de las referencias históricas que hacen el contexto del libro; de esto podrá percatarse rápidamente el lector, tras la lectura de los párrafos que siguen.
La primera cita importante nos conduce directamente al centro del problema:
"Con el cambio de las condiciones históricas cambian también muchos de los fenómenos que estudiamos; por consiguiente, los conceptos que los reflejan no pueden ser estables, estáticos. En el movimiento y desarrollo de estos últimos se refleja también el progreso de la ciencia, el crecimiento de nuestros conocimiento."(101)
Y a continuación los autores calan en directo la respuesta que estamos buscando:
"El enriquecimiento del pensamiento conduce al enriquecimiento del diccionario, a la aparición de nuevos términos, al cambio del empleo de las voces. A su vez, en los cambios del empleo de voces influyen los cambios generales de nuestro lenguaje, la evolución del idioma. Todo esto conduce a que una misma palabra adquiera diferentes significados; se dan casos en que el autor dé un significado a una palabra y, el lector, otro." (101).
El párrafo que estamos citando cierra la idea general con el siguiente comentario:
"Por supuesto que el análisis lexicográfico de los términos, el esclarecimiento de la historia del empleo dado a las voces, la puntualización de la terminología tienen de por si un carácter auxiliar. Y precisamente en calidad de procedimientos auxiliares, son útiles, por cuanto ayudan a orientarse en la esencia de la cuestión; a eliminar la irregularidad, la dispersión y la imprecisión, que con frecuencia hacen que el lector repela la literatura pedagógica".(101).
3. ¿Educación - instrucción – enseñanza?
Probablemente al lector le resulte absurdo que se pueda realizar cualquier cuestionamiento en torno al significado de las palabras «educación», «instrucción» y «enseñanza». ¿Acaso puede alguien confundirse?
Si somos consecuentes con la cita de partida entonces debemos pensar que la evolución del lenguaje no tiene por qué excluir estos términos. Y efectivamente, Gmurman y Korolev (1967) citan un artículo de Kondrakov, V (1964), en el que se expresa lo siguiente:
"Hay ciertos pedagogos que no ven ninguna diferencia entre la educación y la enseñanza, sencillamente las identifican. Afirman que la enseñanza y la educación, son prácticamente, una misma cosa y que estos conceptos se llaman de forma distinta sólo para facilitar los razonamientos" (105).
Por supuesto, en Gmurman y Korolev (1978) se aclara de inmediato que esta afirmación es falsa y es además un error desde el punto de vista histórico. "La necesidad del empleo extenso de los conceptos «educación» e «instrucción» surgió, no para «mayor comodidad de razonamiento», sino cuando cambió el contenido del trabajo escolar." (106). No obstante, estos autores aclaran más adelante que "durante el siglo XVIII y primera mitad del XIX los términos «educación» e «instrucción» no se diferenciaban. En los documentos oficiales y los trabajos pedagógicos se empleaban como sinónimos."(107).
¿En qué radica entonces la diferencia? Según los autores citados, "con el desarrollo de la cultura y el pensamiento pedagógico, fue empleándose cada vez más el término de educación en el sentido que hoy lo conocemos, como objetivo de la enseñanza"(106).
Por tanto, la diferencia aparece dando vueltas sobre las propias palabras: el objetivo de enseñar es educar. Se asume entonces que la educación es el más alto peldaño, es el fruto final de la suma de la instrucción escolar más el aprendizaje de la interacción social. "En este sentido el término se emplea no sólo respecto al hombre, sino también a todo tipo de organismo vivo. Los biólogos hablan de la educación de los animales y las plantas y esa terminología es admitida por todos." (102). "La educación se realiza en todas las esferas de la vida (...) La educación no se limita a la enseñanza, sino que la sobrepasa en mucho." (103).
En cuanto al termino «enseñar», se acepta hoy, en el sentido amplio de la palabra, como el proceso bilateral que incluye la actividad del alumno (aprender) y la actividad del maestro (enseñar). Gmurman y Korolev (1978), ob. ci.
Estos autores se detienen especialmente en el término «instrucción». Opinan que en su sentido pedagógico se refiere exclusivamente a la actividad de los hombres. La instrucción abarca hoy, además de los conocimientos sistemáticos, la concepción general del mundo y la influencia ejercida sobre los rasgos morales de la personalidad. Gmurman y Korolev (1978), ob. ci.
Para finalizar el análisis, señalan
...