RESEÑA SOBRE EL HOMBRE MAS RICO DE BABILONIA
Nestor_MartinezMonografía1 de Octubre de 2018
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EL HOMBRE MAS RICO DE BABILONIA
Por: George S. Clason
NARRADOR
AMIGOS
ARKAD
ALDAMIR
Nuestra prosperidad como nación depende de la prosperidad económica personal de todos los ciudadanos. En el siguiente escrito hablaremos del éxito personal de cada uno de nosotros. Esto significa logros y realizaciones como resultado de nuestros propios esfuerzos y habilidades, y la clave de nuestro éxito esta en la preparación adecuada e idónea, es decir, que nuestros actos serán solo tan sabios y prudentes como nuestros pensamientos, y nuestros pensamientos tendrán una prudencia y sabiduría acorde con nuestra cultura o conocimientos.
En la historia que relataré a continuación visitaremos la antigua Babilonia, la cuna en donde se nutrieron los principios fundamentales de la economía usados y aceptados hoy en el mundo entero. Babilonia llego a ser la ciudad mas rica del mundo antiguo, porque sus ciudadanos eran los hombres mas ricos de su tiempo, conocían y apreciaban el valor del dinero, observaban sólidos principios financieros para adquirir dinero, para guardar dinero y para hacer que el dinero ganara mas dinero. Y hoy el dinero se rige por las mismas leyes que lo regían cuando millares de hombres prósperos recorrían las calles de Babilonia hace 6,000 años. En esa Babilonia de la antigüedad vivía una vez un hombre muy rico llamado Arkad. La fama de su enorme riqueza llegaba hasta los rincones mas lejanos, como llegaba también su reputación de hombre liberal y generoso. Pero a pesar de su generosidad, año tras año aumentaba su fortuna con mayor rapidez de lo que podía gastar. Y un día se presentaron ante Arkad unos amigos de su juventud y le dijeron:
Eres mas afortunado que nosotros, te has convertido en el hombre mas rico de toda Babilonia, mientras que nosotros apenas y logramos sobrevivir, ¿por qué?, en una época fuimos iguales, estudiamos con el mismo maestro, jugamos los mismos juegos y desde aquellos años hemos sido unos ciudadanos tan honorables como tu, ¿por qué entonces te ha señalado el destino a ti?, para gozar de todas las cosas buenas de la vida y nos ha ignorado a nosotros que merecemos lo mismo.
Arkad no se disgusto por las preguntas de sus amigos, las contesto con sencillez y honestidad.
Amigos míos, si solo han logrado sobrevivir desde los días de nuestra juventud, seguramente se debe a que no han aprendido las leyes que rigen la edificación de una fortuna, o bien a que no han observado dichas leyes.
Cuando yo era joven miré a mi alrededor y observé todas las cosas buenas que podía darme felicidad y satisfacciones y comprendí que la fortuna aumentaba las posibilidades de todas esas cosas buenas. La riqueza es poder, muchas cosas son posibles con la riqueza, se puede decorar nuestra casa con los muebles mas exquisitos, se pueden gozar las maravillas de tierras lejanas, se pueden comprar las obras maestras de los Orifices y de los Pulidores de piedra. Y cuando comprendí todo esto me dije a mi mismo que exigiría mi parte de estas cosas buenas de la vida, que no me sentiría satisfecho con la suerte de un hombre pobre. Pero como ustedes saben y lo han dicho con toda franqueza, yo era hijo de un humilde mercader y sin las cualidades, ni la sabiduría, ni las facultades superiores necesarias decidí que para conseguir lo que deseaba, necesitaría tiempo y estudio. Por lo que respecta al tiempo todos los hombres disponemos de él en abundancia. Por lo que hace al estudio, existen dos formas de estudiar, las cosas que aprendemos y sabemos y la práctica que hacemos para saber como descubrir lo que ignoramos. Encontré empleo como escriba en la cámara del archivo y trabaje en ella día tras día durante largas horas tallando las tablillas de yeso, trabaje semana tras semana, mes tras mes, y sin embargo no podía enseñar nada de lo que había ganado; la comida, el vestido y otra cosas que no recuerdo se llevaban todo mi sueldo, pero mi determinación nunca me abandono. Y un día Aldamir, el prestamista de dinero, se presento en la cámara del archivo y pidió un trabajo especial, una copia de la Novena Ley, me ofreció una gratificación si terminaba el trabajo en un día, pero yo me negué y le dije: Aldamir, eres un hombre muy rico, dime como puedo ser rico yo también y haré el trabajo sin cobrarte una paga extra, vacilo un momento pero después accedió, toda la noche trabaje en las tablillas a pesar de que me dolía la espalda y me mareaba el olor del pabilo, pero al levantarse el sol, cuando volvió Aldamir el trabajo estaba listo.
¡Aquí están las tablillas terminadas!. Mmm, muy bien ¡Muy bien!, ¡Ahora dime lo que prometiste!. Bien, has cumplido con la parte del trato hijo mío y yo estoy dispuesto a cumplir con la mía, te diré las cosas que deseas saber porque me estoy haciendo viejo y los viejos gustan mucho de hablar. ¡Dime tu secreto!
Muy bien, escucha muy atentamente mis palabras pues si no logras captar la verdad que encierran, tu trabajo de esta noche habrá sido en vano. Encontré el camino de la riqueza, cuando decidí que una parte de todo lo que ganaba era mía y podía conservarla, tu también encontraras ese camino en la misma forma, ¡y eso, es todo!
¡¿Todo?!. Lo suficiente para cambiar el corazón de un pastorcillo de ovejas en el corazón de un rico prestamista. Pero todo lo que gano es mío y puedo conservarlo ¿No?. Estas muy equivocado, ¿No tienes que pagar acaso al que hace tu ropa, al que hace tus sandalias?, ¿No pagas por lo que comes? ¿Crees que puedes vivir en Babilonia sin gastar? Ah ¡ja-ja!... iluso, pagas a todo el mundo menos a ti mismo, trabajas para los demás, ahora escúchame, supongamos que guardas para ti una décima parte de todo lo que ganas... ¿Cuánto tendrías en diez años?. Pues, déjame ver... mmm, ¡prácticamente lo que gano en un año!. Has dicho la verdad pero solo a medias, cada moneda de oro que ahorres, será un esclavo que trabaje para ti, cada centavo de cobre que gane esa monedad de oro es su hijo que también trabajara para ti, si deseas ser rico, entonces lo que ahorres debe ganar y sus hijos deben ganar también para que todos ayuden a darte la abundancia que anhelas. Si, creo que he comprendido. Recuerda eh, una parte de todo lo que ganas es tuyo y puedes conservarlo, y no debe ser menos de una décima parte por muy poco que ganes, la riqueza al igual que un árbol nace de una semilla muy pequeña. El primer centavo que ahorres es la semilla de la que nacerá y crecerá tu árbol de la abundancia. Adiós amiguito.
Con estas ultimas palabras Aldamir recogió sus tablillas y se marcho. Pensé mucho sobre lo que había dicho, me pareció razonable y decidí ensayarlo, cuando recibía mi paga, tomaba una de cada diez monedas y la escondía, y por extraño que parezca, nunca me encontré escaso de fondos. Al duodécimo mes volvió Aldamir a la cámara del archivo y me pregunto:
Bien, bien hijo, ¿Te has pagado a ti mismo no menos de una décima parte de lo que ganaste durante el ultimo año?. Si maestro. Muy bien, muy bien ¿Y... que has hecho con el dinero?. Se lo di a Azmur, el fabricante de ladrillos, me dijo que haría un viaje por mares lejanos e hicimos un trato; con mi dinero comprara a los fenicios hermosas y raras joyas, cuando regrese las venderemos a precios elevados y nos dividiremos las ganancias.
Ah, tonto, ¿Porque confías en los conocimientos que un albañil pueda tener acerca de joyas?, ¿Acudirías al panadero para preguntarle lo que dicen las estrellas? ¡ja ja!, temo que tus ahorros han desaparecido, has arrancado de raíz tu árbol de la abundancia, pero lo hecho... hecho, inténtalo nuevamente, ¡siembra otro árbol!.
Siembra otro árbol... con esta escueta afirmación Aldamir el prestamista se marcho dejando a Arkad pensando. Meditando y lamentándose.
Desgraciadamente y con gran tristeza de mi parte, todo sucedió como Aldamir lo había profetizado. Los fenicios resultaron unos bribones, vendieron a Azmur trozos de vidrio que parecían piedras preciosas pero sin valor alguno y mi primera aventura de negocios fue un desastre, pero como me había dicho Aldamir, empecé de nuevo, ahorre un cobre de cada diez, pues ya me había hecho el habito y no me resultaba difícil hacerlo. Paso un año entero y volvió Aldamir.
Bien Arkad, ¿Dime que progresos has hecho desde que te vi la ultima vez?. Me he pagado con toda puntualidad y he confiado mis ahorros a Ajeb, el que hace los escudos para que compre bronce, cada cuatro meses me paga una renta por mi dinero. Oh, oh, excelente, excelente, ¿Y que haces con esa renta?. Bueno, a veces doy una fiesta con miel, pastel de especies y vino, y me compre una hermosa túnica escarlata. Mmm, ¿Una fiesta dices? ¡Ja!, te estas comiendo los hijos de tus ahorros, ¿Cómo esperas que trabajen para ti?.
Pasaron dos años mas, dos años durante los cuales hice todo lo posible por observar y practicar la sabiduría de Aldamir. Cuando volví a verlo, su rostro estaba surcado por profundas arrugas, se estaba haciendo muy viejo. Pero seguía interesado por mi y por mi ambición de riqueza. Arkad, ¿has conseguido la fortuna con que soñabas?. Todavía no, es decir, no, no toda la que anhelo pero he conseguido una parte, y esa parte gana mas, y sus ganancias, ¡ganan mas!. Mmm, ya veo, y ¿Escuchas todavía el consejo del fabricante de ladrillos?. Bueno, si se trata de ladrillos, puede darme buenos consejos. Arcad, has aprendido tus lecciones. Primero aprendiste a vivir con menos de lo que podías ganar, después aprendiste a pedir consejo a personas competentes que adquirieron su competencia por experiencia propia y por ultimo has aprendido a hacer que el oro trabaje para ti. ¡Son los preceptos que tu me enseñaste!. Solo te los sugerí, tu mismo ¡aprendiste!... ahora, ah... ya sabes como adquirir dinero, como guardarlo y como usarlo, y por lo tanto ya tienes la competencia necesaria para ocupar una posición de responsabilidad. Soy un hombre viejo, mis hijos, ah... solo piensan en gastar, jamás piensan en ¡ganar!, tengo una gran fortuna pero creo que ya no soy capaz de manejarla. Si vienes a Nipur y te encargas de mis tierras te haré mi socio y tendrás parte de mis bienes. ¡Ay me sentiré honrado de cumplir con tus deseos!.
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