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Un Despertar Hacia El Proyecto De Vida


Enviado por   •  11 de Febrero de 2014  •  1.852 Palabras (8 Páginas)  •  324 Visitas

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ENSAYO

Comercio con la muerte: un despertar hacia el proyecto de vida.

INTRODUCCIÓN

En el desarrollo de la novela contemporánea no sólo participan los personajes como reflejo de una realidad social, sino además, la sociedad misma como fuerza socio-cultural, que si bien se concibe como ficción en el marco de la obra literaria, a partir de la interpretación, se reivindica su decisivo protagonismo, cuando ese mundo puebla la imaginación y posibilita la transformación de la realidad.

“Skudmart: química con la muerte” de Jaime Espinal, se construye a partir de la visión del colombiano promedio, desde allí ancla los discursos fúnebre y empresarial en la afirmación de la identidad cultural, tendencia que caracteriza la novela colombiana actual, en la que es evidente el interés por integrar los rituales sociales a través del lenguaje.

HIPÓTESIS

La novela: “Skudmart: química con la muerte” de Jaime Espinal, se construye sobre la dualidad vida-muerte representada a través de los discursos empresarial y fúnebre respectivamente.

OBJETIVO

Interpretar la manera en que el discurso empresarial y el funerario se entrecruzan dando lugar a la dualidad presente en la novela “Skudmart: química con la muerte” del autor antioqueño Jaime Espinal.

ARGUMENTO 1

El comercio funerario parte de dos necesidades: la primera está dada por la subjetividad de los dolientes que desean retrasar la descomposición del cadáver para realizar el ritual funerario y conservar una imagen más fehaciente del ser ausente, y la segunda la constituye una solución a las consecuencias negativas que tiene el uso del formol para los tanatopraxistas.

Un primer acercamiento al libro está dado por la lectura de su portada y contraportada, desde donde se plantea el dualismo universal de vida y muerte, que guiará todo el libro, por eso causa gran interés el hecho de que se describa la intención del escrito como una motivación a la creatividad del espíritu emprendedor, por ende a un proceso de vida, mientras que la temática de la muerte redunda en la realidad de un proceso intangible aún para el ser humano.

Así mismo, desde la leyenda de una dedicatoria que da inicio al libro: “Yo fui lo que tú eres. Tú serás lo que yo soy” hay una invitación del narrador, en este caso omnisciente, al lector, para que se vincule de manera activa al relato, es decir, para que considere el mensaje del libro no desde la perspectiva pasiva de quien “escucha” una historia, sino desde la posición del lector crítico que no sólo encuentra en el relato el reflejo social de la época narrada sino que extrae para su vida los aprendizajes que obtiene del texto.

Sin embargo, algo más profundo esconde esta dedicatoria, y consecuente con la tarea impuesta por el narrador, se hace indispensable desentrañar aún más el mensaje; donde la comparación explicita del cadáver con la imagen del vivo pasa de ser un acontecimiento enmarcado en el tiempo, para convertirse en la idea central del ritual funerario expuesto en la novela; más allá de la relación que establece con el lector, se constituye en un elemento estructurante del ritual fúnebre.

La narración comienza con la escena de un funeral. Posterior al velorio, el ataúd deberá ser trasladado al cementerio, pero la mujer del difunto se niega a dejarlo partir, diciendo “¡No se lo lleve! ¡Por favor, no se lo lleve! (Pág. 9) mientras que los empleados de la funeraria cumplen con su trabajo tan mecánicamente que podría pasarse por desapercibido todo lo que encierra el simple hecho de enterrar a un muerto.

Se trata entonces, del contexto de un ritual funerario, entendido éste como una serie de acciones desarrolladas por su sentido simbólico, señaladas por las tradiciones de una comunidad, en este caso, la preparación del cadáver, el velorio y finalmente la sepultura o la cremación.

Así mismo, se puede observar dos puntos de vista claves para el desarrollo de la trama, la emotividad de los personajes que “viven” de cerca la muerte de un ser querido, y el desapego de los empleados del servicio funerario, representados por Felipe Escudero, uno de los protagonistas de la historia.

Estas dos miradas al cadáver es lo que permite establecer un intercambio o comercio con la muerte a partir de la necesidad consciente o no, que proyectan las personas en su duelo. Por tal motivo, ambas miradas se concentran en la última imagen de quien ha vivido, muestra entonces cierto disimulo cultural frente al proceso de la muerte.

En este orden de ideas, el ritual funerario recrea el mito del eterno retorno, es decir, pone de manifiesto la creencia popular de que los muertos tienen una vida póstuma, como bien se puede ver en el momento en que Felipe Escudero quiebra un vaso con agua que se encuentra debajo del ataúd y una señora le dice: “Ay, señor, es para que el pobrecito pueda tomar agua en su camino al purgatorio” (Pág. 9).

Así pues, la tendencia cultural orientada a preparar al muerto para el paso a la otra vida es lo que determina la incursión de las prácticas funerarias, y permite a Felipe Escudero y a su compañero Andrés Martínez entablar un comercio con los dolientes, remplazando el formol que se le inyecta al cadáver para detener la descomposición durante el tiempo del velorio y del sepelio, por una nueva fórmula que permite retardar la descomposición por un periodo más largo de tiempo y dar una apariencia más natural, como de “recién muerto” al cadáver, para que los dolientes conserven una última imagen del cadáver más agradable.

Se puede observar entonces, en la novela, la manifestación de varias prácticas funerarias tendientes a alejar la repulsión que produce la descomposición del cadáver, de

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