¿Cómo me relaciono con el otro?
Sahira ShowroomInforme28 de Junio de 2021
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¿Cómo me relaciono con el otro?
Pensar al otro, es una actividad totalmente conflictiva. Todo lo que digo del otro, lo digo desde mi yo. Todo lo que no soy yo, lo que me excede, es otro; sin embargo, los otros cobran sentido a partir de mis categorizaciones previas.
Estas formas de categorizar y conceptualizar la diferencia han sido construidas en estrecha articulación con otras categorías sociales. Solemos pensar que los diversos son los otros, que el diferente es el que no es igual a nosotros. En este sentido, es que Contreras dice que, este “nosotros” termina correspondiendo a un modelo de comparación y diferencia que se vincula directamente con estas categorías y que se presentan como las socialmente legítimas, aquellas que corresponden a la normalidad; mientras que “los otros” son valorados bajo diferentes rangos que los ubican en centros de pertenencia, en esa categoría que los particulariza y los excluye.
Cuando hablamos de exclusión hacemos mención a la acción de apartar a un otro por diversos aspectos y en el que influyen otros factores ya sean económicos, sociales, cuestiones biológicas (neurológicas, físicas, corporales, etc.) y/o cuestiones espirituales (formas de relacionarse con el mundo), entre otras. De alguna manera, esto se transforma en una especie de clasificación del otro, en un diagnóstico que termina definiendo y marcando al sujeto en una palabra, en una simple etiqueta que logra despojarlo de su propio yo, de su ser y estar en el mundo; para dejar de ser quien y ser lo que yo digo que es.
Ante esta “normalidad”, nos encontramos con la anormalidad, con un otro que ocasiona cierta incertidumbre, fragilización y desestabilización de lo que hasta el momento consideramos “normal” y “estable”, es decir, logra inquietar el lugar en donde nos encontramos (nuestra zona de confort). Entonces, ante esto es necesario cuestionarnos ¿cómo me relaciono con el otro diferente? y ¿qué posición elijo tomar ante este otro que no soy yo?
Considero que la respuesta se centra en ver la diferencia no como factor para la exclusión sino como posibilidad de apertura; ver al otro no desde su “limitación” sino desde sus posibilidades, es decir, percibiendo la singularidad tratando de no anular las diferencias, sino reconociéndolas como aspecto propio de la humanidad.
Situarse de una forma más humana ante los otros implica entender, como diría Darío Sztajnszrajber, que existe un principio de proximidad que hace al otro cercano; poder visualizar las diferencias personales y situacionales más allá de las categorías impuestas y sensibilizarse ante el otro, extraño y diferente, es dejarse “tocar”. Tomar y adquirir esta postura implica mirar de otro modo y escuchar de otro modo, es mirar desde la sensibilidad y tener una escucha activa ante la presencia del otro; es mirar y escuchar para percibir la singularidad de cada uno de “los otros”.
Tener una apertura para con el otro, implica tener en cuenta y respetar la diversidad propia de la humanidad ya que son aquellas diferencias individuales, las que nos hacen sujetos diferentes. En cierto modo, somos todos igualmente diferentes.
En conclusión, es importante romper con el miedo a lo desconocido ya que esto nos va a dar pie para acercarnos a la aceptación del otro como un diferente, pero a la vez semejante, nos va a llevar a ser mejores personas, a corromper estereotipos que ya no deben estar vigentes para un ejercicio pleno en el marco de igualdad, libertad y respeto que debería ser la base y fundamento de los derechos de todos los sujetos de esta sociedad.
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