¿El por qué de la conducta humana frente al ambiente?
niko-las2000Ensayo31 de Agosto de 2017
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¿El por qué de la conducta humana frente al ambiente?
Desde los primeros vestigios de la evolución humana, se ha determinado que esta especie desarrolla raciocinio a partir de que se concibe como ser vivo, y como este se encara con el entorno; interactúa. A manera de ejemplo, la agrupación de individuos o el sedentarismo a raíz de la agricultura y posterior construcción de ciudades, ilustran el papel de “Trasformador” humano, consecutivo a la explotación de insumos vitales, como son de imperativa adquisición para todo animal; como el alimento o los líquidos; Que, en proporción a un gran número de menesteres, han de sobre pasar las capacidades naturales de un medio para su producción. Pero, no tan solo es consecuencia de la cantidad, sino de la misma condición humana. Me explico: el requerimiento de prever que como ente “vivo”, que debe sobrevivir, da lugar a querer predisponer y abarcar cualquier escenario donde este se vea afectado, por lo tanto, a almacenar más recursos de lo que en un tiempo presente, se utiliza. Cuya convicción se arraiga en la “naturaleza” del hombre. ¿Acaso en un punto un ser cavilante, no propone e inicia con la apatía a su propia sensación, para contraponerse al consumismo? ¿Que una cultura como la colombiana, no ha de influir o contribuir a la desintegración ambiental? ¿Qué tan intrínseca es la actitud de poseer más?
Como cualquier ámbito o tema de incumbencia humana, dispone de interminables puntos de vista, “interminables” lugares que abarcar e infinitas contraposiciones, pero, soy solo uno, que, en el afán de redactar un trabajo, sobre tomará algunas tesis.
El “Homo sapiens”, que consecutivo es el “Homo sapiens sapiens”, ya con su antecesor, optaba por prácticas más complejas. Por lo tanto, encaminado e inmediatamente de su imposición en un terreno, comenzó con variadas acciones; Que como antes expuesto, de carácter abusivo. Con la manifestación de la economía, la desigualdad y el progreso, se formulan soluciones al anterior inconveniente, cada uno reforzando la misma barbarie, deseo o pasión por el “tener”. Por consecuencia, emergen piezas del mayor referente occidental, precisamente del motor global: el capitalismo, por principio, el esclavismo (sobrepone el trabajo, para la adquisición de más, a selectas personas), Modo de producción asiático (suple toda demanda), feudalismo (prefiere a la obtención de campo), el mercantilismo (acumulación de piedras preciosas, a partir del comercio) y, por último, el capitalismo en este caso. El cual premia el mérito del laborar con la recompensa de capital y propiedad. En sí, esta rudimentaria definición, exalta y engrandece, sin embargo, el emplearla inmediatamente a nivel global, siguiente a la RI (revolución industrial); logro el auge de la producción en masa, el cubrir la demanda, el usar los recursos que en antaño se usaban para fines comunales, que no omiten a su explotación; se maximizo estrepitosamente.
Colombia, estado del hemisferio contrario al oriente. Se impregna históricamente; de colonizador, un maestro cercano a la semilla de la violencia ambiental, que, en su propia costumbre indecente y ajena al impacto de la misma, en ella e igual Europa. Impuso a su cultura. Hasta entonces prevalece en cimientos; dato que justifica la inexistente atención ambiental de mis compatriotas, políticas estatales e iniciativa. Que, por entendido, la incultura y “consumismo” Latinoamericano, proceden de ahí. No ha de ser sorprendente que el reciclaje o políticas pro-ambientales, como requisito corporativo o ciudadano no se enfaticen. El colombiano, o en sí, el Latinoamericano reafirma su tradición, tanto humana como “histórica”. La biodiversidad del país, comprende desde las magníficas flores, hasta los gloriosos vertebrados. Importante e imperativos para el ecosistema. Tan solo la paradigmática convicción colombiana, de manufacturar y desechar en ciclo, por décadas, provoco la “intoxicación” del rio Bogotá.
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