Ensayo expositivo: miedo a morir
Camilo LopezDocumentos de Investigación28 de Septiembre de 2022
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Titulo del ensayo: miedo a morir
Tipo de ensayo: ensayo expositivo
Largo:
La muerte no es plato de gusto para las personas jóvenes. Se reflexionar sobre ella cuando, a personas a las que queremos mueren.
Hay grupos de personas que no temen la muerte. Uno es el grupo de los muy ancianos, cuando vivir se les dificulta cada vez mas por evitar lo inevitable, que es de lo que hablamos.
El otro grupo de personas que no la temen es el de los no creyentes, o ateos, como quiera que se les llame. Los no creyentes nos segamos pensando en que un día tendremos que dejar a las personas queridas, y en cómo las tendremos que dejar. Pero sólo tememos, de verdad, el dolor físico. Y carecemos de toda seguridad de poder escapar a él. No tememos la muerte, pero sí el dolor del desajus
Hay personas que palian su temor a la muerte mediante el expediente religioso, esto es, adhiriéndose con toda la firmeza de que son capaces a la por lo demás infundada creencia en la existencia de otra vida, en una segunda oportunidad, consoladora además de las desgracias e injusticias de la vida verdadera, la que viven. No todas las personas creyentes temen morir. Pero sí la mayoría, y es cierto que en su creencia se sienten acompañados gregariamente y reafirmados por quienes la comparten, y empujados por pastores que les estimulan a temer y a creer. Estos pastores operan con dogmas contrarios a la lógica, con relatos ajenos a la experiencia, y también al idear ritos y rituales que tienen la función de suplir la falta de lógica y de experiencia. Las prácticas religiosas afianzan la creencia.
Las personas son respetables siempre. Las creencias que sostienen no siempre lo son. Nos vemos obligados a combatir ciertas creencias respetando a las personas que las sostienen. Empezando por la creencia de que todas las opiniones son igualmente respetables. Esto no es así. Las opiniones pueden ser desinformadas, absurdas, disparatadas, infundadas, o compartidas, coherentes, fundamentadas, etcétera. Por eso las creencias se pueden combatir. Las evidencias, no.
Es particularmente enjoso, y en una sociedad bien ordenada debería ser condenado y proscrito socialmente, inculcar creencias a los niños para que desarrollen sentimientos y emociones de temor o de terror. La amenaza tradicional de las eternas llamas del infierno a personas tan jóvenes que difícilmente son capaces de hacer conscientemente el mal parece especialmente repugnante. Es un signo, en realidad, de que los pastores desean poder sobre los demás —y primero el más insidioso y opaco de todos: el poder cultural— a costa de lo que sea, incluida la tortura psíquica infantil.
Éste es sólo un ejemplo de la fabricación emocional en que trabajan los pastores de la Iglesia católica, diferenciados, por ejemplo, de sus colegas creyentes evangélicos por erigirse en intérpretes autorizados de una supuesta voluntad divina en materia de moral y costumbres, frente a una grey a la que no se le reconoce capacidad para pensar por sí en tales materias (por llamarlas de alguna manera).
Todo esto viene a cuento de lo siguiente: el deseo de las personas no creyentes de evitar el dolor terminal, o la simple voluntad de disponer libremente de sus vidas, conduce a su exigencia de reconocimiento de la eutanasia como un derecho. Derecho a la eutanasia, esto es: el derecho a poder ser auxiliados para morir por personal especializado en la evitación del dolor, de acuerdo con una voluntad previamente expresada en forma y sostenida en el tiempo (requisitos destinados a evitar decisiones inmeditadas en situaciones de depresión psíquica).
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