Expresión Plástica Infantil
EstefaniaDoCouto1 de Julio de 2011
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EXPRESIONES PLÁSTICAS INFANTILES
IMPORTANCIA DE LA EXPRESIÓN PLÁSTICA EN EL DESARROLLO DEL NIÑO
Indudablemente, desde el punto de vista educativo, lo que más nos interesa es el efecto que el proceso creador produce en el niño, en la maduración de la persona.
“Aquello que enriquece al niño en su capacidad creativa no es la obra creadora, sino su proceso creador; es decir, ese suceder continuo de decisiones, de toma de postura ante un diálogo abierto con aquello que se está creando. Esto es lo que le afianza en su personalidad. ¿Y no es acaso esto la base de partida de toda educación? Lo que no queda plasmado en el papel, aquello que no se puede elogiar como obra maestra, puesto que no se ve ni se oye, es importante porque ha quedado plasmado en lo más profundo del ser, y es el alimento de sus raíces que ha sido engendrado durante el proceso creativo”.
En la educación artística, “el arte es utilizado nada más que como un medio y no como un fin en sí mismo. El propósito de la educación por el arte es usar el proceso de creación para conseguir que los individuos sean cada vez más creadores, no importando en qué campo se aplique esa capacidad.
La introducción de la educación artística en los primeros años de la infancia podría muy bien ser la causa de las diferencias visibles entre un hombre con capacidad creadora propia y otro que, a pesar de cuanto haya sido capaz de aprender, no sepa aplicar sus conocimientos, carezca de recursos o iniciativa propia y tenga dificultades en sus relaciones con el medio en que actúa. Puesto que el percibir, el pensar y el sentir se hallan igualmente representados en todo proceso creador, la actividad artística podría muy bien ser el elemento necesario de equilibrio que actúe sobre el intelecto y las emociones infantiles”.
Y Paul Chauchard añade: “En una cultura auténtica que considera como indispensable la formación humana, la creación del joven y la recreación del adulto deformado, la belleza aparecerá como harmonización equilibradora de sí mismo, fuente de lo que nos es más necesario: la paz interior, el gozo en el recurso a nosotros mismos, la lucidez que no es egoísmo, sino descubrimiento de nuestra dimensión comunitaria, que nos obliga a comunicar auténticamente”
“Es posible comprender ahora hasta qué punto la educación estética no es cosa superflua, sino por el contrario, un medio esencial de formación de sí con fidelidad a lo que uno es... un medio para conocer lo que se es y para ejercitarse en dirigir la propia conducta. No es pues, una especialidad consagrada al dibujo o a la estética, es una modalidad particularmente importante de formación de la voluntad y de control propio, a condición de que se haya comprendido que el voluntarismo es lo contrario de la voluntad”.
El autor pudo constatar que el proceso creador proporciona al que lo realiza gran satisfacción personal. Una satisfacción equilibradora que armoniza al individuo consigo mismo, estableciendo las bases necesarias para su maduración e integración social. Asimismo, la persona que experimenta un proceso de creación, desarrolla hábitos y pautas creativas que luego hará extensibles a otros contextos y situaciones. De ahí su importancia.
EVOLUCIÓN DE LA EXPRESIÓN PLÁSTICA EN EL NIÑO
Muchos habrán observado lo que pasa cuando un niño muy pequeño coge por primera vez un lápiz o un color. Apenas es consciente de lo que tiene en la mano. Sus movimientos, todavía incontrolados, trazan líneas enrevesadas o puntean golpeando con mayor o menor brusquedad sobre el papel o sus alrededores, mientras sujeta el lápiz con el puño cerrado. Todavía no tiene control sobre su actividad motriz. Simplemente está explorando lo que le rodea y su propia capacidad, repitiendo lo intentos una y otra vez, hasta ir adecuando el gesto cada vez más. Es la época del garabateo.
La importancia de estos garabateos suele ser difícil de captar por el adulto no preparado, que sólo ve en ellos borrones sin sentido, realizados a veces en los soportes más inadecuados. Sin embargo, hasta donde hemos podido comprobar, los niños que han garabateado a sus anchas, y no necesariamente en la tapicería o en la pared pintada, han alcanzado niveles de desarrollo muy superiores a los otros. ¿Es que el niño inteligente garabatea más o es que, el que lo hace se vuelve más inteligente? No se sabe. Esperemos que el tiempo y la investigación lo diga.
Entre los 2 - 3 años, a veces más tarde (este período es muy variable, pues está condicionado por la educación y las aptitudes), el niño descubre de repente que existe una relación entre el gesto que efectúa y la marca que queda en el papel.
Eso le maravilla y le produce gran placer. En cierta manera, es su primera creación consciente aunque todavía no domine el gesto ni la forma. Son una serie de movimiento kinestéticos, puramente gestuales, como de juego, que generalmente dan como resultado dos tipos de garabatos: longitudinales (movimientos de izquierda - derecha, arriba - abajo, etc.) y circulares.
Le encanta que se le pida que “dibuje”, aunque nunca durante mucho tiempo; pero, bien entendido que lo único que esperamos de él es que realice una serie de movimientos sobre el papel. Está adquiriendo una coordinación viso - motora cada vez más fina y goza practicándola.
Un buen día, entre los 3 - 4 años, nos encontramos con que al dibujar, va poniendo nombre a los garabatos. Claro que, lo que ha sido dibujado como “mamá” puede ser luego y sucesivamente “un árbol”, “la estrella de Navidad” o cualquier otra cosa. Los ojos profanos seguirán viendo allí únicamente un garabato sin sentido, pero sabemos que acaba de transformar el pensamiento kinestético anterior, en un pensamiento de imágenes. Acaba de entrar en el gran mundo simbólico del hombre.
La evolución, en estos momentos, suele ser muy rápida. En cuanto la idea - imagen penetra en su mente, sus garabatos comienzan a evolucionar; en pocos meses, esos movimientos circulares y longitudinales comienzan a combinarse formando unos burdos pero reconocibles esquemas de figura humana. A veces la cabeza y el cuerpo se unen en un solo círculo del que salen dos líneas que van a ser las piernas. Ese esquema inicial se va complicando por sucesivas adiciones de ojos, boca, manos, pies, etc. Otras veces, el cuerpo - cabeza circular se desdobla en dos: cuerpo y cabeza. Esta última suele seguir siendo circular, pero el cuerpo puede evolucionar hacia otras formas geométricas: formas de lágrima, triángulo, trapecio, rectángulo.
Según investigaciones de Hildegard Hetret hechas con niños de 3 - 6 años, los niños de 3 años se hallan casi todos en la etapa del garabateo. Sólo un 10% pone nombre a sus monigotes. En cambio dos tercios de los niños de 4 años, lo hacen. De los niños de 5 años, un 80% intente representar. Para los niños de 6 años, dibujar significa siempre representar.
Es muy importante en estas edades, ver cómo realiza el niño su trabajo. Los adultos tendemos a evaluar la obra ya realizada desde nuestra propia mentalidad. Eso no resulta válido en estos momentos en que el niño realiza una labor de expresión simbólica que no entenderemos sin comprender los símbolos que usa. Tales símbolos son de única y exclusiva propiedad infantil. Ya que la cultura todavía no ha llegado a trasmitirle los suyos más que un grado mínimo.
Es significativo comprobar que, los estudios realizados principalmente por Arno Stern sobre dibujos de niños de todo el mundo, nos muestran características similares en todos hasta una edad aproximada de 6 años, en que comienzan a estar inculturados. A partir del momento en que adquieren mayor domino del lenguaje articulado se muestran más influenciados por los rasgos distintivos de cada cultura. De ahí nuestra responsabilidad.
En la medida en que el niño va adquiriendo una serie de conocimientos y de experiencias que le son proporcionadas por su cultura, va configurando también su mundo interno, sus percepciones, hasta coincidir en muchos casos lo que ve con lo que se espera que vea. Llega así a la edad del realismo visual. Pierde espontaneidad en la medida en que se hace inteligible para la mayoría. Sólo la persona que consideramos creativa llegará a mantener esa ingenuidad primitiva hasta la edad adulta, lo que le permitirá dar nuevas formas de expresión que posibiliten la evolución del panorama artístico, al proporcionar visiones que se apartan de la norma de “lo corriente”.
La pregunta es: ¿sería posible, mediante una educación adecuada, mantener esa ingenuidad o espontaneidad creativa, en un número mayor de personas y durante un período más prologando de tiempo? Pensamos que sí.
Hacia los 4 - 5 años, el niño comienza a realizar en tres dimensiones algo equivalente al garabato gráfico. Por lo que se refiere al modelado, amasa, golpea, trocea el material, sin un orden determinado, simplemente manipulándolo, experimentando, jugando con él. Sigue luego otro período en que va dando nombre a esos rollos o pelotas más o menos informes. El significado de todo esto es el mismo que el de su equivalente gráfico.
Así pues, el niño de 4 - 5 años acaba de descubrir el pensamiento imaginativo y siente gozo en ejercitarlo por lo que se dedica, con todo interés, a lo que va a ser su tarea desde entonces: la creación consciente de la forma.
Los garabatos dejan de ser tales, para irse convirtiendo poco a poco en “representaciones simbólicas”. Y las llamamos así porque, aunque en el dibujo vemos piernas, ojos o manos, fuera de ese contexto vuelven a ser círculos, rayas o trazos sin sentido. En la obra plástica del adulto (representaciones
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