La Psicosis En Lacan
Liuchi20 de Octubre de 2013
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LA PSICOSIS EN LA OBRA DE J. LACAN
Horacio Martinez.
En la obra del psicoanalista francés Jacques Lacan pueden hallarse al menos tres formu-laciones acerca del tema de las psicosis. La primera, propuesta en su tesis de doctorado del año 1932 y retomada en escritos posteriores, centra sus planteos sobre el tema del yo y sus vicisitudes, fundamentalmente respecto a la paranoia. La segunda, que ocupa un lugar nuclear en su seminario de los años 1955/56, introduce la noción de significante del Nombre del Padre como concepto capital para comprender tanto el Complejo de Edipo freudiano como la organización de la neurosis. A partir de allí la psicosis es pensada como una suerte de estructura deficitaria, definida por la falta de este significante – pivote. Por último, en su seminario del año 1975/76, y a partir de la teoría de los nudos, Lacan redefine la función del Nombre del Padre, y por tanto aporta nuevas formulacio-nes para repensar el tema de la psicosis.
Dada la importancia que estas teorías tienen hoy día en el trabajo clínico con sujetos diagnosticados de psicóticos, proponemos un recorrido detallado por cada una de ellas, indicando, en cada caso, las nuevas lecturas a que han dado lugar en el presente.
a) El período 1930/50.
Lacan escribe, en 1932, su tesis de doctorado sobre el tema "Psicosis paranoica y sus relaciones con la personalidad". La tradición francesa iniciada por Morel y profundizada por Magnan, estudia a la paranoia como un cuadro del grupo de las locuras funcionales, para el que estos autores habían propuesto la hipótesis de un origen degenerativo heredi-tario. Lacan la sitúa dentro del grupo de las psicosis, a las que explica del siguiente mo-do: "(...) en ausencia de todo déficit detectable por las pruebas de capacidad (...), y en ausencia de toda lesión orgánica solamente probable, existen trastornos mentales que, relacionados, según las doctrinas, con la 'afectividad', con el 'juicio', con la 'conducta', son todos ellos trastornos específicos de la síntesis psíquica".
Dentro del grupo "psicosis" ubica a aquellos cuadros que se han venido llamando locura, vesania, paranoia, delirio parcial, esquizofrenia, y le opone el grupo de las "demencias", entendido como aquel que agrupa los cuadros en los que se presenta un déficit correlacionado con una lesión orgánica. Si las psicosis, en cambio, no presentan una tal correlación, ¿dónde buscar su etiología? En una perturbación de la síntesis psíquica o, dicho de otro modo, en la personalidad.
"¿Representa (la paranoia) un desarrollo de la personalidad, y entonces traduce una anomalía constitucional(...)? ¿O es, en cambio, una enfermedad autónoma, que recom-pone la personalidad al quebrar el curso de su desarrollo?". Estas preguntas, de clara inspiración jasperiana, conducirán la tesis. Las conclusiones a las que arribará Lacan le permitirán afirmar que, si bien puede suponerse, como causas ocasionales, ciertos pro-cesos orgánicos no característicos, las causas específicas serán anomalías en la evolución de la personalidad, lo cual permite confirmar que la paranoia es un desarrollo.
Los signos clínicos de la paranoia se dividirán en: fenómenos elementales (formas de comienzo: interpretaciones, estados pasionales, ilusiones de la memoria, alucinaciones); y delirios sistematizados, que expresan, a través de simbolismos, los conflictos vitales esenciales del paciente.
El análisis "comprensivo" de las psicosis se continúa en la década del '40 con varios textos (La agresividad en psicoanálisis, Sobre la causalidad psíquica, El estadio del espejo) dedicados sobre todo a estudiar la participación del yo en estos cuadros. Así, Lacan postulará un fino análisis del fenómeno de la identificación que, sucintamente, plantea lo siguiente:
• Existe una "matriz simbólica" que preexiste al yo y predetermina sus características formales.
• Existe, a su vez, una divergencia entre el sentimiento de incoordinación motriz que experimenta el niño en el estadio infans (es decir, anterior a la adquisición del len-guaje) y el efecto de completud que le otorga la imagen de sí con la que se identifica.
• Por último, es esencial al proceso de identificación las diversas figuras del otro que en él participan: la del otro con minúscula, partenaire imaginario con quien el yo se identifica, y el Otro con mayúscula, "matriz simbólica" de la que hablábamos en el primer punto.
La paranoia entendida como "psicosis pasional" despliega su fenomenología en el plano de las relaciones imaginarias del yo y sus semejantes, respecto de los cuales el yo genera los sentimientos de persecución, sospecha, complot, etc. La "angustia persecutoria", presentada por Klein como el temor del yo de ser destruido por el objeto que busca ven-garse de las agresiones del sujeto, encuentra en Lacan una versión ajustada a la fenome-nología del estadio del espejo: el temor a la aniquilación expresado bajo la forma de la "fantasía del cuerpo fragmentado", que revive en el yo el sentimiento de divergencia descripto más arriba.
b) En torno al Seminario de "Las Psicosis"
a) Antecedentes del concepto de “forclusión” en la obra de Freud.
A lo largo de su obra Freud habla, en varias oportunidades, de un mecanismo de defensa más radical que la represión. La primera mención aparece en su texto Las neuropsicosis de defensa (1894), en el cual distingue la defensa propia de la histeria (represión) de aquella que aparece en las psicosis alucinatorias agudas. En estos casos se trata, dirá Freud de “otra forma de la defensa mucho más enérgica y eficaz, consistente en que el yo rechaza la representación intolerable conjuntamente con su afecto y se conduce como si la representación no hubiese jamás llegado a él”. Por efecto de éste mecanismo “el yo se separa de la representación intolerable, pero esta se halla inseparablemente unida a un trozo de la realidad, y al desligarse de ella, el yo se desliga también, total o parcialmente, de la realidad”. El término realidad parece hacer referencia aquí a la realidad exterior, y por tanto se trataría del rechazo de una percepción, y su reemplazo por una representación más acorde con el deseo del paciente (lo que da por resultado una alucinación).
Estos planteos nos exigen concebir al yo y la realidad como un conjunto articulado de representaciones que conforman una unidad indivisible:
YO
REALIDAD
Rechazar un aspecto de la Realidad equivale a romper este tejido en algún punto: la trama yo – realidad se rompe, y el agujero irá a rellenarse con la alucinación
Más adelante, en su historial sobre El hombre de los lobos (1918), Freud retoma esta idea, pero ahora aplicada a una percepción particular, la del genital femenino que intro-duciría la diferencia de los sexos sobre el horizonte de la premisa universal del pene, hecho que traería aparejado el inicio del Complejo de Castración. Respecto a esto Freud dice: “La posición inicial de nuestro paciente ante el problema de la castración nos es ya conocida. La rechazó y permaneció en el punto de vista del comercio por el ano . Al decir que la rechazó nos referimos a que no quiso saber nada de ella en el sentido de la represión. Tal actitud no suponía juicio alguno de existencia, pero equivalía a hacerla inexistente”.
Para comprender esta afirmación debemos tomar en cuenta algunos conceptos que Freud expone en un texto posterior, La Negación (1925). En él afirma que el aparato psíquico opera con dos tipos de juicios: en primer lugar el juicio de atribución (o de realidad), que acepta (Bejahung) o rechaza (Austossung) una percepción, incluyéndola o no en el sistema de huellas mnémicas que conforma el sistema Preconciente – Inconciente; en segundo lugar, el juicio de existencia, que relaciona una nueva percepción con una huella mnémica, estableciendo coincidencias y diferencias. Es con relación al primer tipo de juicios que Freud afirma, respecto de su paciente, que “tal actitud no supone juicio de existencia”: es decir, que a través de un rechazo (Austossung) no ha de establecer un juicio de existencia acerca de la percepción del genital femenino.
En el interior de su primer seminario (Los escritos técnicos de Freud, 1953/54), Lacan pedirá un comentario del texto de Freud La Negación al filósofo Jean Hyppolitte . A partir de los elementos que destaca el filósofo, Lacan propondrá una primera versión del concepto de forclusión, homologándolo con el de austossung. De allí que su lectura del párrafo de Freud citado más arriba acentúa la idea de un mecanismo distinto al de la represión: “Este sujeto, nos dice Freud, de la castración no quería saber nada en el sentido de la represión (...). Y para designar este proceso emplea el término Werverfung (...). Su efecto es una abolición simbólica (...). El proceso del que se trata aquí (...), y que no ha sido, que yo sepa, objeto de una sola observación un poco consistente en la literatura analítica, se sitúa muy precisamente en uno de los tiempos que el señor Hyppolitte acaba de desbrozar para ustedes en la dialéctica de la Verneinung (nega-ción): es exactamente lo que se opone a la Bejahung primaria y constituye como tal lo que es expulsado”. (...)
“Pero ¿qué sucede pues con lo que no es dejado ser en esa Bejahung? Freud nos lo ha dicho previamente, lo que el sujeto ha cercenado (verworfen) así, decíamos, de la aber-tura al ser no volverá
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