Manipulación y valoración de la emoción
Wisleydy SusanaDocumentos de Investigación7 de Diciembre de 2016
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Manipulación y valoración de la emoción
En tanto que animales sociales, a menudo tratamos de manipular y valorar las emociones, los estados de ánimo y las actitudes de los que nos rodean —esto es lo que hacemos cuando intentamos reconfortar a un amigo afligido o tranquilizar a un niño asustado—. Pero aunque manipular y valorar el afecto forma parte de la experiencia humana, hacerlo de manera que se pueda evaluar de un modo objetivo y fiable constituye un reto. Los investigadores interesados en el estudio de la emoción han afrontado el reto utilizando una serie de técnicas.
- Manipulación mediante inducción de estados de ánimo
Como se mencionó anteriormente, el estado de ánimo es un estado afectivo más estable y difuso que la emoción, más duradero y no necesariamente ligado a un acontecimiento u objeto específico. En el campo de la investigación, un método que se ha utilizado para manipular la experiencia afectiva es cambiar el estado de ánimo de los sujetos. Esta técnica, llamada inducción del estado de ánimo, se centra en cambiar el estado inicial que dicen tener los sujetos cuando llegan al laboratorio. Los medios habituales de cambiar el estado de ánimo del sujeto consisten en mostrarle fragmentos de películas con carga afectiva (jocosamente divertidas o lúgubres y desoladoras, dependiendo del cambio de estado de ánimo que pretenda conseguir el investigador), hacerles escuchar música (una vez más, optimista o solemne) o pedir al sujeto que se concentre en situaciones afectivas, reales o imaginarias, que lleven a un estado de ánimo, ya sea positivo, ya sea negativo. Se considera que se ha conseguido la inducción del estado de ánimo si el sujeto señala que ha tenido un cambio de éste en el sentido pronosticado.
- Manipulación mediante estímulos evocadores
La técnica que se emplea más frecuentemente en laboratorio para manipular la emoción (en contraposición al estado de ánimo) es presentar estímulos que evocan emoción. Generalmente, los estímulos que se utilizan para inducir una respuesta emocional en los sujetos son fotografías de caras con diferentes expresiones emocionales; fotografías de escenas emotivas tales como las de un bebé encantador o la imagen, nada atractiva, de la boca del cañón de una pistola. Palabras que varían en cuanto a valor y arousal; dinero; un ruido fuerte y una descarga moderada.
Al presentar a los sujetos estos estímulos que evocan una experiencia emocional, los investigadores pueden indagar el impacto que tiene esta experiencia emocional en el comportamiento mental y físico y las respuestas neurales.
- Valoración directa de la emoción
¿Cómo podríamos saber si estamos logrando o no nuestro intento de consolar a un amigo triste? Podríamos simplemente preguntar: ¿Cómo te sientes ahora?». O bien podríamos ver si se da una reacción emocional, tal como una sonrisa o el fin de las lágrimas. Probablemente, la técnica que más se utiliza para evaluar los estados o las respuestas afectivos, tanto dentro como fuera del laboratorio, es el informe que da el sujeto de sí mismo. Si queremos saber cómo se siente alguien, se lo preguntamos. Esta es una forma de evaluación directa, en la que los sujetos informan explícitamente de su reacción emocional, estado de ánimo o actitud. Pese a ser un método que se emplea a menudo para evaluar estados afectivos, se basa en la introspección y está afectado por convencionalismos culturales. De ahí que sea importante disponer de un método para determinar una reacción afectiva mediante una evaluación indirecta, esto es, valiéndose de métodos independientes del informe subjetivo y del lenguaje.
- Valoración indirecta de la emoción
Una manera de realizar una evaluación indirecta es pedir al sujeto que elija entre diferentes opciones, asumiendo que una evaluación emocional de las opciones determina en parte la elección. Una segunda medida indirecta de evaluación emocional es inhibir o facilitar una conducta, por ejemplo, el tiempo de respuesta o los movimientos oculares. El placer de ver una alegre reunión de amigos en el patio fuera de clase puede hacer que nos entretengamos mirándolos y seamos lentos en responder a una pregunta. La emoción puede influir en nuestras acciones y en la facilidad con la que respondemos, tanto inhibiendo como facilitando conductas. Una tercera técnica de evaluación indirecta se vale de la psicofisiológica, el estudio de la relación entre los estados mentales y las respuestas fisiológicas. Uno de los aspectos fundamentales en los que la emoción se diferencia de otros procesos mentales es que la emoción por lo general lleva a cambios sustanciales en nuestro estado físico. Como se describió en el Capítulo 1, el sistema nervioso autónomo, parte del sistema nervioso periférico, se ocupa de mantener el medio interno del organismo. Su rama simpática, que prepara al cuerpo para la acción frente a, digamos, un acontecimiento amenazador, puede activarse e iniciar una serie de respuestas fisiológicas, que incluyen la dilatación de las pupilas, la transpiración y el aumento de la frecuencia cardiaca y la tensión arterial.
A la par, la activación de la rama parasimpática predomina cuando la amenaza ha pasado y el organismo se encuentra en estado de reposo; sus funciones, que sirven esencialmente para conservar energía, tales como la disminución de la frecuencia cardiaca, también se pueden medir. Una emoción subyacente se puede reflejar asimismo en las respuestas reflejas y en los movimientos de los músculos faciales. Todas estas respuestas corporales se pueden evaluar con métodos psicofisiológicos. Dos importantes respuestas psicofisiológicas que evalúan los investigadores interesados en la emoción son la respuesta de conductibilidad de la piel y el sobresalto de parpadeo potenciado.
La respuesta de conductibilidad de la piel (RCP) es un signo de activación del sistema nervioso autónomo. Incluso un sutil estímulo emocional puede provocar una respuesta de las glándulas sudoríparas (controladas por el sistema nervioso autónomo). El aumento de transpiración origina un cambio en la conductividad eléctrica de la piel. La RCP se determina colocando electrodos en los dedos del sujeto; los electrodos hacen pasar una débil corriente eléctrica a través de la piel. Se miden los cambios en la resistencia a la corriente, los cuales ocurren con pequeños cambios de la transpiración. Puede que estemos ya familiarizados con la RCP, ya que se usa habitualmente como un elemento componente del detector de mentiras. Debido a que frecuentemente se asume que la culpabilidad o la ansiedad cuando se miente se asocian con una reacción emocional, las respuestas que se sabe que son verdaderas (por ejemplo, nuestro nombre o nuestra dirección) deberían producir una RCP menor que las respuestas que no lo son.
La fuerza del reflejo de sobresalto, la respuesta que sigue a un estímulo repentino y sorprendente, tal como escuchar de repente un fuerte ruido, puede medirse. Si estamos paseando al mediodía por una calle relativamente tranquila y de pronto oímos el petardeo del escape de un coche, es posible que nos sobresaltemos. Si escuchamos el mismo sonido a última hora de la noche y en una calle desierta cuando ya nos estamos sintiendo un poco ansiosos, es posible que se sobresaltemos aún más. El sobresalto es un reflejo que se potencia, o se refuerza, cuando nos encontramos en un estado emocional negativo. El grado de potenciación se puede medir en laboratorio examinando la intensidad de la respuesta de parpadeo, un componente del reflejo de sobresalto. La intensidad de esta respuesta se mide mediante electrodos situados en la piel sobre los músculos del ojo. La cantidad de contracción muscular refleja la intensidad del reflejo de sobresalto. Parpadeamos con más fuerza cuando nos sobresaltamos más, lo cual se denomina sobresalto de parpadeo potenciado. Un investigador interesado en las respuestas emocionales de un sujeto ante diferentes escenas presentará, una a una, diferentes escenas y de forma imprevista hará que suene un fuerte chasquido o un sonido estrepitoso. La diferencia en la intensidad del sobresalto de parpadeo potenciado que ha producido el sonido aporta información sobre el estado emocional que han evocado las diferentes escenas. Las escenas más negativas inducen una respuesta refleja de parpadeo más fuerte que las escenas neutras o más positivas (Lang et al., 1990).
Una de las distinciones interesantes entre la RCP y las medidas del sobresalto potenciado es que la RCP refleja el arousal que puede ocurrir en respuesta a estímulos tanto positivos como negativos, mientras que el reflejo de sobresalto está modulado por el valor —esto es, aumenta cuando el sujeto se halla en un estado emocional negativo y disminuye cuando se encuentra en un estado emocional positivo—. Ambas medidas proporcionan una evaluación fisiológica, indirecta, de una emoción, pero se diferencian en cuanto al tipo de información emocional que registran.
Aprendizaje emocional: adquisición de valoraciones
¿Por qué nos gustan algunos géneros de películas y otros no?, ¿algunas marcas de jabón y otras no?, ¿algunos tipos de personas y otros no? En este análisis, lo que se supone que es una respuesta racional —en el caso de las películas, «porque me gustan los efectos especiales»— no es suficiente. ¿Qué subyace a estas preferencias? He aquí otro ejemplo: ¿Nos hemos sentido inquietos en alguna ocasión, sin motivo aparente, ante una persona a la que apenas conocíamos —y posteriormente nos hemos dado cuenta de que esa persona nos recordaba a alguien que en alguna ocasión nos hizo daño? ¿Qué subyace a esta reacción emocional?—. Todos estos casos implican aprendizaje emocional —aprendizaje, de un modo u otro (y no siempre en base al hecho) de que las personas, los lugares y los objetos no son todos neutros, sino que frecuentemente adquieren algún tipo de valor—. Algunas personas, lugares u objetos son mejores o peores, reconfortantes o espeluznantes, o simplemente buenos o malos. Este valor determina, en parte, nuestra reacción emocional a la persona, el lugar o el objeto. Algunos estímulos que evocan emociones son, en sí mismos, positivos o negativos; no es necesario aprender su valor. Una descarga moderada es algo aversivo para todos los animales, desde las mascotas familiares hasta los premios Nobel. Estos tipos de estímulo se llaman reforzadores primarios porque sus propiedades de motivación se dan de modo natural y no han de aprenderse. Otros estímulos provocan una motivación sólo porque hemos aprendido que representan consecuencias positivas o negativas. Una bañera llena de billetes de 100 e no nos mantendrá calientes (o al menos, no muy calientes), no tendrá buen sabor ni proporcionará seguridad —sin embargo, sería muy agradable tener una bañera llena de billetes de 100 e—. El dinero tiene valor debido a que hemos aprendido a asociarlo con estímulos que motivan por sí mismos: con dinero podemos comprar cosas que nos mantengan calientes, que tengan buen sabor y que nos proporcionen seguridad. El dinero es un ejemplo clásico de un reforzador secundario, un estímulo que adquiere sus propiedades de motivación mediante aprendizaje.
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