ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

¿Que Lugar Ocupan Ls Ancianos En Nuestra Sociedad?

zidenitha26 de Julio de 2011

3.574 Palabras (15 Páginas)1.892 Visitas

Página 1 de 15

¿Qué lugar ocupan los ancianos en nuestra sociedad?

Muchas veces son relegados, marginados, acusados de que no entienden nada… las personas mayores son destratadas en las sociedades occidentales donde la juventud es un valor eternamente preciado. ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo se los pondera en otras culturas? ¿Por qué nos cuesta darles el lugar que se merecen?

Muchas veces, nuestra relación con las personas mayores se reduce a cederles el asiento en el colectivo. En este caso vemos una acción social tradicional, pero no podemos hablar de una relación social, en cuanto a interacción, que nos permita vincularnos con el otro

Los mayores, como todos, tienen necesidades de expresión y desean realizar una función social útil, que muchas veces como sociedad les negamos: para el modelo económico vigente, el anciano ya no es una fuerza productiva. Según el sociólogo José María Serbia, la función que puede cumplir la gente mayor en el sistema actual es la de consumidor.

Cada vez que pasaba lo veía a Raúl barriendo la vereda. Siempre me llamó la atención lo impecable que lucía el frente de su casa. No sabía si me estaba volviendo loco o la pintaban todos los días. El fragmento de pasto próximo a la acera, siempre cortado a la perfección. Nunca hubiera imaginado que ese hombre de 86 años, además de barrer la vereda, supiera hablar inglés, tuviera conocimientos de griego, fuera un asiduo lector y visitara geriátricos porque, según él, la felicidad está en ayudar a otros.

Teniendo en cuenta las asignaciones jubilatorias vigentes en la Argentina y en la mayoría de los países de América Latina, no hace falta agregar demasiado.

Tercera edad

En términos académicos podemos hablar de “tercera edad” o “adultos mayores” al referirnos a las personas de más de 65 años. Además del parámetro objetivo, hay una gran cuota de subjetividad: hoy no pareciera que alguien de 65 sea un anciano, al menos en la mayoría de los casos. Volviendo al ejemplo del asiento en el colectivo, cada uno tendrá diferentes criterios para evaluar cuándo una persona es “vieja”. Existen parámetros para todas las cosas. Todo está fríamente calculado, racionalizado; ya ha sido pensado y tiene su nombre apropiado.

La edad del anciano fue variando con los años. Si viviéramos en el neolítico, quien suscribe esta nota sería más que una persona mayor con sólo 26 años y estaría transitando los últimos años de su vida. Si subimos a la máquina del tiempo y damos un gran salto a la edad media, pensaríamos que morir a los 40 es normal, pues no tendríamos chánces contra las epidemias letales. Hoy el número parece más cercano a los 80, aunque hay muchos que sorprenderían. ¿Cuál es el parámetro correcto?

El anciano sabio

Hoy, el viejo es visto como un ser del pasado, que ya no está de moda. Sin embargo, no siempre fue así. En otras civilizaciones y épocas históricas se los llegó a considerar una fuente de sabiduría y esto los llevaba a desempeñar un rol protagónico en la vida cotidiana de las sociedades a las cuales pertenecían.

Estudios antropológicos consideran que en épocas prehistóricas los ancianos eran respetados y simbolizaban un gran valor por el simple hecho de subsistir. No es extraño entonces que los chamanes, sabios de las sociedades cazadoras y recolectoras que ejercían prácticas como la sanación, muchas veces fuesen hombres mayores.

Para los egipcios las personas con más edad representaban la experiencia y la sabiduría: tenían una importante labor social como educadores y guías de los más jóvenes. En el caso del pueblo hebreo, los ancianos ocuparon un rol fundamental. Los relatos bíblicos hablan en Levítico sobre el respeto por los mayores e incluso el libro de Números registra la creación de un consejo de 70 ancianos con funciones destacadas a llevar a cabo.

Desde la Edad Antigua, pasando por la Edad Media y Moderna, la función social de los hombres más antiguos del pueblo ha tenido infinidad de variaciones. En la mayoría de las sociedades contemporáneas no se los valora positivamente, aunque debemos destacar el incremento logrado en cuanto a la expectativa de vida.

A pesar del predominio de raíces culturales ligadas al Viejo Continente, en Latinoamérica aún existen pueblos precolombinos que continúan asignándole un valor y una función especial al anciano. En diálogo con Leila Mucarsel -colaboradora de esta publicación- una joven perteneciente a la comunidad Maya reflejó que su pueblo aún respeta a los viejos y agregó que “poseen una institución llamada la ‘cofradía’, una especie de consejo de ancianos y ancianas que actúan de mediadores con el gobierno oficial; organizan las principales festividades y aconsejan al pueblo”.

Como vemos, encontramos coincidencias en cuanto a las funciones sociales asignadas al anciano en distintas culturas, que no han sido reestructuradas en términos de los lineamientos políticos y económicos imperantes en el mundo posmoderno.

¡En mi época era distinto!

Muchos adultos mayores utilizan esta frase respecto de “sus tiempos”. A decir verdad, no es incorrecta. El tiempo deja el legado de la historia y cada época tiene su contexto socio-cultural determinado. De todas formas, una frase así produce cierto prejuicio en las generaciones más jóvenes respecto a los mayores.

Yolanda no me quiere decir su edad y yo prefiero no insistir. Me cuenta que cuando era joven todos le decían que, con tal habilidad para la oratoria, tenía que ser abogada. Ella eligió casarse a los 19 años. Critica los tiempos actuales: dice que hoy hay orgullo, egoísmo y falta de amor. Me dice que en su época la relación y amistad entre vecinos era algo muy importante. En un tiempo Yolanda tenía un almacén y la DGI le clausuró el negocio dejándola sin nada. Sus vecinos la ayudaron a salir adelante e incluso le llevaban comida a su casa.

Luego de escuchar el testimonio me pregunté qué es lo que me perdí en el medio de la película. Con el transcurso de los años, la forma de relacionarse sufrió grandes modificaciones, sobre todo en los principales centros urbanos. Además del factor económico, muchos otros aspectos influyeron en la participación de las personas en los distintos campos sociales.

Si bien hay un alto porcentaje de ciudadanos que realiza tareas solidarias -y otros que no lo hacen porque todavía no han encontrado el espacio donde concretarlas-, hoy no vivimos la solidaridad como parte de un todo. Y en consecuencia, no afecta directamente nuestra manera de vivir y de relacionarnos con los demás. Las empresas más grandes tienen un sector específico destinado a la Responsabilidad Social Empresarial. Nosotros nos manejamos igual, cada rol social tiene su tiempo y lugar. El espacio social y el tipo de relación que tenemos con los ancianos se determinan así. Por lo tanto, ceder un asiento en el colectivo muchas veces nos da por satisfechos.

Nunca es tarde para aprender

La educación en el adulto mayor permite revalorizar sus capacidades, ayudando a que la persona se re-inserte en una sociedad que sólo veía con los lentes del pasado.

Hoy en día existe diversa organizaciones que, ofrece diversos cursos para personas mayores: desde arte o historia, hasta computación y natación. Con la finalidad de acercar a jóvenes con un sector de la comunidad.

Además del potencial cultural para desarrollar, las personas mayores son una fuente de información inagotable. Seguramente no vamos a coincidir completamente con todas sus apreciaciones de la vida, pero si tomamos el caso de una persona de 80 años, esto equivaldría a escuchar a un testigo presencial a partir de 1928 (y no es poco).

La representación social de los ancianos

La visión que tiene la sociedad acerca del anciano ha evolucionado durante la historia, un proceso que se revela en la literatura y en otros géneros escritos. La socióloga Julieta Oddone se tomó el trabajo de indagar la representación de la vejez en los libros de textos escolares de Argentina, correspondientes al segundo año de la escuela primaria. Si bien la autora no se anima a extrapolar sus resultados a otros países de las Américas, es probable que algunos rasgos que emergen de su análisis tengan una distribución más amplia.

Oddone identifica distintas etapas. En los textos que van de finales del siglo XIX a comienzos del siglo XX “es común visualizar a personajes ancianos ocupando diversos roles y situaciones en los que transmiten las normas sociales basadas en la tradición y en la experiencia. (...) En todos los casos, el anciano es fuente de respeto, aún en situaciones de marginalidad social como los “pobres viejos abandonados”, cuando la caridad pública suplía la falta del beneficio jubilatorio”, señala la autora, cuyo estudio se publicó en el libro La vejez, una mirada gerontológica actual (Editorial Paidós, Buenos Aires, 1998). El tipo de familia predominante es aquella en la que conviven tres o más generaciones, se envejece en familia y parece normal que los hijos se hagan cargo de sus ancianos, representados como débiles, enfermizos y pasivos.

En los años 30, el anciano continúa cumpliendo con el rol social de transmisor de cultura y experiencia. Como en la etapa anterior, “el anciano tiene que ser un santo, condenado a ser venerado, no tiene derecho a cometer el mínimo error, él que tanta experiencia tiene; ya no puede sucumbir a la mínima tentación, él, tan consumido y arrugado como está; tiene que ser

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (22 Kb) pdf (133 Kb) docx (20 Kb)
Leer 14 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com