Violencia intrafamiliar: Rasgos de la personalidad en niños con padres violentos
Diana ValeriaDocumentos de Investigación7 de Abril de 2023
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Violencia intrafamiliar: Rasgos de la personalidad en niños con padres violentos.
Introducción.
Actualmente se puede ver que el índice de violencia intrafamiliar ha ido en aumento, conforme pasan los años. Sin embargo, para entender mejor los rasgos de la personalidad en niños con padres violentos, primero se necesita conocer el concepto y las formas de expresarse de la violencia. La violencia no solo se puede expresar con golpes, a través de la indiferencia, palabras hirientes, insultos y actitudes que menosprecian o discriminan a los demás.
Dentro del hogar, esto puede afectar ya sea de manera consciente o inconscientemente. Y quienes son víctimas de ello son por lo regular los niños. Por lo cual, si el menor se encuentra viviendo en estas circunstancias, esto repercute en la conducta de ellos. Ya que la personalidad de una persona se rige desde la niñez, debido a que, esta etapa es la que marca de gran manera el desarrollo de una persona.
El pequeño aprenderá los hábitos, principios, habilidades, roles, valores y demás que suceda en el hogar; esto sucede en conjunto con sus padres, hermanos u otras personas que vivan con el menor. Por esta razón, cuando los padres son violentos, o actúan violentamente ya sea con el menor o con algún integrante de la familia, el menor puede adquirir o imitar estos o conductas.
Es inevitablemente, que los niños que hayan sido víctimas de violencia intrafamiliar no se vean afectados en su personalidad. Esto llega a influir a tal grado en la personalidad de los menores, generando que él, actúe como el protector de los demás, se vuelve retraído, o inclusive que el pequeño se convierta en el victimario y ejerza la violencia hacia los demás.
Sin embargo esto puede deberse a muchos factores; entre los cuales encontramos, el consumo de alcohol de los padres, el número de hijos en una familia, la educación que fue recibida anteriormente en casa, el estrés, el cansancio que sufren los padres, junto con la presión laboral. De igual forma, influye la búsqueda de desahogo por la violencia recibida. Estos comportamientos se pueden presentar tanto en los hombres como en las mujeres.
Desarrollo.
La preocupación general que ha despertado la violencia que sufren los niños y niñas, se viene desarrollando desde fechas muy recientes. Primero se despertó el interés por las situaciones de malos tratos que padecían los niños, poco a poco, estudios más recientes han ido ampliando los distintos tipos de violencia que sufren los menores desde su estadío prenatal hasta una tardía adolescencia.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) define a la violencia como: “El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectiva, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”[1]
Esto quiere decir que la violencia no solo se puede expresar con golpes, no obstante, la violencia también se puede expresar a través de la indiferencia, las palabras hirientes, insultos y actitudes que menosprecian o discriminan a los demás. Sin embargo, todas estas conductas pueden afectar ya sea de manera consciente o inconscientemente. Como tal es el caso, de la violencia intrafamiliar.
La violencia familiar es definida por el Consejo de Europa, en 1986 como: “Todo acto u omisión sobrevenido en el marco familiar por obra de uno de sus componentes que atente contra la vida, la integridad corporal o psíquica, o la libertad de otro componente de la misma familia, o que amenace gravemente el desarrollo de su personalidad”[2].
Actualmente la violencia intrafamiliar es una problemática que en los últimos años ha ido en aumento notablemente, y en muchas ocasiones es debido a la falta de conciencia que adoptan las personas. El comprenderlo e identificarlo, se puede hacer a simple y es basta con decir una simple palabra, para que se puede generar u ocasionar un gran daño irreparable a la otra persona.
Por lo cual, la violencia intrafamiliar es un gran problema social de considerables dimensiones, las cuales pueden afectar sistemáticamente a sectores bastantes vulnerables de la población, entre los cuales encontramos especialmente a las mujeres, las niñas, los niños, los ancianos y las ancianas. Se puede decir que la violencia familiar es una problemática que ha existido desde hace muchos años.
Sin embargo, anteriormente era visto como algo normal o común, que el jefe de familia llegara a su casa y “educara a su esposa e hijos” entre comillas (porque esto era de manera violenta) era bien visto. “Antes de la década de 1930-1940, era común que los padres aplicaran el castigo físico para promover el control de esfínteres y el destete, y también para evitar que el niño se chupara el dedo pulgar o se masturbara.”[3]
Estas conductas eran alabadas por los demás, no obstante, con el paso del tiempo este dilema fue tomando relevancia. Con el tiempo se ha demostrado que este tipo de conductas, no debía ser visto como algo normal. Ya que este tipo de conductas afecta de muchas maneras en el comportamiento no solo de uno sino de todos los integrantes de la familia.
Inclusive existen estudios, en donde se demuestran, como este tipo de ambiente violento influye en todos los integrantes de la familia, pero principalmente a los niños; ya que estos son considerados como uno de los grupos más vulnerables, después de las mujeres. En esos estudios se explican como el maltrato recibido afecta en la conducta.
Asimismo, no basta con solo recibirlo, con el simple hecho de ser testigo o presencias este tipo de violencia, que es recibida por alguno de los integrantes de la familia, la cual en la mayoría de los casos es la madre, repercute en el comportamiento de los menores. Esto puede llevarlos hasta desarrollar problemas de atención, ansiedad, depresión, timidez y/o somatización.
“La conducta social de los niños se desarrolla mediante un proceso de socialización a lo largo de la vida, por el cual el sujeto adquiere las habilidades, los roles, las expectativas y los valores del grupo cultural o social al que pertenece.”[4] Cabe mencionar que la personalidad de una persona se comienza a regir desde la niñez, ya que en esta etapa es donde se marca de gran manera y significativamente el desarrollo de una persona.
Por lo cual, se puede comparar un niño con una esponja, debido a que ambos están a la espera de absorber. Los niños inconscientemente buscan absorber todo lo que ven, sienten o escuchan. Es decir, el menor se ve altamente influenciado por el ambiente familiar que lo rodea, del cual se basa para desarrollar su conocimiento y/o comportamiento.
Hablando metafóricamente, si la esponja se coloca en un recipiente con agua limpia, esta lo absorberá, y si se coloca en un recipiente con agua sucia, de igual forma lo absorberá. De la misma manera sucede con el niño, si el convive en un ambiente sano, donde tengan valores, se respeten sus derechos, valores y demás. El aprenderá todo esto.
Sin embargo, si el niño vive en un ambiente violento en el que no hay cariño, o exista descuido hacia el menor, este lleno de insultos y discusiones continúas. Esto afectara significativamente en el desarrollo del infante, llevándolo hasta generar demasiada inseguridad, angustia emocional, miedos, falta de apetito, ansiedad, depresión u ocasionando que se vuelvan irritables, y desarrollen patrones de conducta que son de igual forma violentos.
Generalmente cuando los padres intentan disciplinar a sus hijos a través de la fuerza física; es decir, que al llamarles la atención también les apliquen algún tipo de castigo. En este tipo de técnica habitualmente, los padres pierden la calma inclusive en algunas ocasiones, no solo abusan verbalmente del menor, sino también físicamente. Por lo cual, si el menor se encuentra viviendo en estas circunstancias, esto repercute tanto en la conducta delictiva y/o antisocial de ellos.
En otras palabras, es inevitablemente que los niños que son víctimas de violencia intrafamiliar no se vean afectados en sus habilidades emocionales, sociales y cognoscitivas. Esto llega a influir a tal grado en la personalidad de los menores, conllevando a que el niño actúe como el protector de los demás, o se vuelve retraído, o inclusive que el pequeño se convierta en el victimario y ejerza la violencia.
Los niños que desarrollan el patrón de protectores es común visto en los hijos mayores, quienes por lo regular sienten la obligación de proteger ya sea a su padre, madre y/o hermanos que son víctimas de esta violencia. Son capaces de auto sacrificarse y sufrir el daño constantemente, a cambio de considerar que están protegiendo a los demás.
Sin embargo este patrón es persistente, ya que al crecer, tienden a convertirse en adultos que buscan situaciones conflictivas con la intención de seguir protegiendo a alguien. Contrario a ello los niños que desarrollan el rol de retraídos, es el inverso de los niños protectores. Ya que en esta, a diferencia del anterior donde los niños están dispuestos a recibir el daño, ellos buscan auto protegerse.
Y lo consiguen a través del aislamiento. Por lo regular estos niños suelen adoptar una personalidad tímida y con pocas habilidades sociales, además de que son muy inseguros. Sin embrago, al igual que el anterior rol, los niños retraídos siguen manteniendo el mismo patrón, ya que incluso cuando son adultos, estos puede llegar a permitir que otras personas le agredan ya sea física o mentalmente, inclusive puede ser de ambas formas.
Mientras tanto los rasgos de los niños victimarios, al contrario de los niños retraídos y protectores, estos busca liberar su ira de una u otra forma, y por lo regular es agrediendo a los demás de la misma forma en que fue o es agredido. Del mismo modo los niños al crecer mantienen los mismos rasgos que tenían en su niñez. Ellos de adultos pueden convertirse en una persona violenta que es capaz de dañar a quienes les rodean.
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