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ADOLESCENCIA


Enviado por   •  2 de Abril de 2014  •  2.541 Palabras (11 Páginas)  •  316 Visitas

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Resumen: En el siguiente trabajo se aplicarán los contenidos trabajados en clase. Tomando como referencia la entrevista realizada a una adolescente de 13 años. Su nombre es Ana.

Planteo del problema: Intentaré responder a la pregunta “¿Con qué se relaciona el duelo en la adolescencia?”, basándonos principalmente en la obra de Sigmund Freud, y tomando como referencia la entrevista realizada. Abordaremos la adolescencia principalmente desde un punto de vista psicoanalítico, con una mínima apoyatura en el aspecto evolutivo.

Estado del Arte: Adolescencia se hace derivar de la palabra “adolescente”, del verbo castellano “adolecer”, del verbo latino “adoleceré” vinculado a una dolencia, al sufrimiento. Pero también es cierto que en latín “doleo” y “dolesco” implican afligirse, apesadumbrarse. Cuando hablamos de adolescencia, hablamos de una organización en la que cobra eficacia una condición histérica generalizada.

Es posible diferenciar la niñez, la pubertad y la adolescencia de acuerdo al acotamiento del goce, acotamiento que está íntimamente vinculado a las operaciones defensivas, a los llamados destinos de pulsión.

Peter Bloss afirma que la adolescencia es un fenómeno psicosociocultural, y mientras que la pubertad corresponde a los actos de la naturaleza, la adolescencia a los actos del hombre. El incremento de las mociones libidinales y agresivas (lo biológico) desde la pubertad, puede implicar 2 destinos:

1) Reestablecer formas pre-latentes de satisfacción pulsional;

2) Posibilitar y alentar niveles superiores de diferenciación. Discrimina diferentes fases:

- adolescencia Temprana (11-13 a 15 a)

- adolescencia Media /15 a 17 a)

- adolescencia Tardía (17 a 20 a)

El adolescente progresa de acuerdo a los rodeos que impone la regresión. Tanto la pre-adolescencia como la adolescencia temprana se caracterizan por una apelación al mecanismo de la regresión a niveles pre-edípicos y pre-genitales, mientras que en la adolescencia propiamente dicha, la regresión recupera el Complejo de Edipo positivo. La adolescencia es una construcción. Se producen transformaciones anímicas en ese tiempo. La adolescencia es resultado del desfase entre las pulsiones de auto-conservación y las pulsiones sexuales. En la adolescencia empieza a predominar la fantasía (incestuosas y parricidas). Hay que establecer una nueva meta: el placer genital; y un nuevo objeto (hay que quitar investidura libidinal sobre los padres). Los primeros objetos son narcisistas (buscan personas parecidas). Algo del placer preliminar queda alojado en estas parcialidades. En la adolescencia se constituye el Super-Yo, el cual tiene influencia en la formación de ideales. Se expresa en el lenguaje como Imperativo Categórico. La conciencia moral ejerce autoridad sobre el YO (Auto-observación). El Super-Yo se enriquece a lo largo de la adolescencia. Las metas se expresan a través de los verbos. Según el Lic. Diego Moreira, es necesario aclarar que en muchas ocasiones tanto el sujeto como el objeto que se pretende duelar en la niñez y la adolescencia, son narcisistas y desde luego la investidura también lo es. Si bien pensamos al duelo como un proceso displacentero, es necesario transitarlo. El duelo habilita a pasar a otro momento. Permite al sujeto situarse de otra manera respecto de sus condiciones actuales de existencia. El hecho de separarnos del objeto, nos lleva a poder colocar la libido en otro lugar. La posibilidad de renunciar al objeto nos permite la libidinización de otros objetos. Freud dice que en el trabajo del duelo es posible diferenciar cuatro tiempos lógicos (no cronológicos) a saber: 1) Un juicio que dictamina la ausencia del objeto, derivado de un pensamiento examinador. 2) Un proceso de clausura de recuerdos, expectativas y percepciones. 3) Sobreinvestidura anhelante. 4) Desasimiento libidinal pieza por pieza. Los detallaremos a continuación: 1) Dictamen de la ausencia: Se emite un juicio que proclama la no disponibilidad de un objeto. Puede tratarse de un juicio de existencia, por ejemplo el decreto que afirma la castración o la pérdida de un objeto, o bien, un juicio crítico derivado de un pensar examinador del propio yo. En la pubertad estos dictámenes suelen ser contrarrestados vía desmentida, ubicando diversos recursos como sustitutos de lo refutado, entre ellos un pensar identificatorio, sostenido por un pensamiento judicativo, que otorga al yo el lugar de lo perdido. Cuando cede la defensa en su hegemonía, cobra privilegio un momento lógico diferente que llamamos adolescencia media, en el cual se despliegan los procesos de elaboración. La escritura como lenguaje del ausente, implica que el sujeto deba decretarse ausente, por lo que se requiere la tarea del duelo. El yo evalúa, compara la realidad exterior con la percepción.

2) El proceso de clausura: Se deslindan las huellas de memoria del objeto perdido de la realidad, lo cual implica que la representación del objeto ausente ya no tendrá su correlato en el mundo exterior, a la vez que se disciernen las huellas del objeto en cuestión de otras inscripciones anímicas. A estos dos procesos los llamamos “clausura”. Tales tramitaciones habilitan el despliegue de una sobreinvestidura que paso a considerar.

3) La sobreinvestidura de añoranza: Se ocupa el objeto con la libido narcisista y autoconservación –anhelo, añoranza o nostalgia-. En su intensidad esta investidura puede derivar en una cierta estasis, que implica un estado tóxico y desprendimiento de dolor psíquico. El crecimiento de la investidura de añoranza, se debe al “carácter irrestañable” del objeto decretado ausente. De esta manera se generan condiciones económicas similares a la de una investidura de dolor de una región lastimada del organismo. La libido va al recuerdo, está sobreinvestido. Es un momento nostalgioso, se empobrece la realidad y la libido vuelve al mundo de la fantasía, luego al yo. La relación con el objeto es ambivalente. Si sigue idealizado, se elabora un duelo patológico. 4) Desasimiento pieza por pieza: Los actos del pensar activados en el proceso de duelo, implican el retiro de la investidura de cada una de las huellas que forman la representación-cosa y la representación-palabra que son las que permiten que el núcleo del objeto se constituya como tal y se discrimine del núcleo del yo. El proceso de desasimiento implica un compromiso entre las exigencias derivadas de la fijación al objeto, y el imperativo enlazado al dictamen del juicio de existencia de la ausencia.

El duelo según Melanie Klein: El niño experimenta sentimientos depresivos que llegan a su culminación antes, durante

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