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Aprendizaje


Enviado por   •  31 de Mayo de 2015  •  1.920 Palabras (8 Páginas)  •  174 Visitas

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Los principios se consideran, normalmente, inmutables a través del tiempo. Cambiar los principios, para muchos, es como cambiar de moral, como ser incoherente en la vida. Cuando se está hablando de estos principios, se entiende como tales, entre otras cosas, la dignidad de la persona, el respeto a la palabra dada, la integridad, la honestidad, la lealtad, el respeto la vida, procurar hacer el bien, amar la patria, etc.

En esa enumeración hay cosas que en realidad corresponden a lo que llamamos valores (honestidad, lealtad...) y otras que más propiamente las colocaríamos al nivel de los principios o normas básicas naturales (procurar hacer el bien, respetar la vida...), porque tienen un carácter más fundamental.

Quien llama principios a aquellos valores es porque les está asignando ese carácter, les está dando una validez especial, por encima de circunstancias variables.

Diferentes clases

“Principio” viene del latín principium y del griego arjé. Significa “ aquello de lo cual algo proviene de una determinada principio de la línea o la causa es principio del efecto.

Los principios no son resultado de una moda pasajera. Constituyen una preocupación antigua en la historia de la humanidad. Los primeros filósofos griegos se preguntaron por el principio de las cosas (arjé), su origen y también por su esencia o por su razón de ser primordial. Y daban respuestas relacionadas con la naturaleza física: el fuego, el aire, el agua, etc.

Poco a poco la ciencia fue descubriendo los principios que la rigen. Entonces se habla del principio de la gravedad, de la relatividad, de la conservación de la energía, etc.

Pero también se habla de principios lógicos, metafísicos, éticos, jurídicos, sociales. A todos ellos se les considera como leyes naturales, universales, reglas fundamentales, absolutas, válidas siempre e incondicionales.

Principios administrativos

No sólo hay principios en ciencias como la física. Los encontramos en el campo jurídico, médico o administrativo, por ejemplo la buena fé, la salud, la calidad, la excelencia o el servicio.

Pero no se puede colocar en un mismo orden de análisis la excelencia que la dignidad humana. Lo primero es un principio administrativo y lo segundo es un derecho humano fundamental que corresponde a una ley natural que no puede ser cambiada por nadie. Lo mismo podría decirse de valores que a veces se colocan como principios: honestidad, lealtad, integridad, etc. En realidad se trata de valores (en sentido de algo bueno y deseable como ideal realizable) que también pueden darse como virtudes personales.

En la ética como ciencia práctica de la conducta humana también hay principios o leyes naturales, reconocidas como tales a lo largo de los siglos: “Hacer el bien y evitar el mal”, “No hacer a otro lo que no se quiere para sí”, etc. Son normas prácticas universales propias del obrar moral del hombre independientemente de su cultura, raza, ideología o religión. En esta línea pueden inscribirse lo que hoy se denominan derechos humanos primarios: la dignidad de la persona, el derecho a la vida, al buen nombre, a la libertad, al trabajo...

Principios, normas, paradigmas

También se habla a veces de los principios como paradigmas o como normas. La palabra paradigma está de moda y no es extraño que su uso lleve a ampliar el significado inicial. Primeramente paradigma se entendía como verdad científica clave o fundamental, de la cual se derivaban otras verdades. Pero hoy en día se emplea más como modelo o ejemplo, arquetipo, esquema o punto básico de referencia, parámetro o manera de ver o entender algo. Cambiar de paradigmas es cambiar de modos de pensar en un determinado asunto. Por ejemplo, los paradigmas empresariales de hoy son muy diferentes a los de los años treinta.

Los principios obran, en cierta manera como paradigmas básicos en una ciencia o en el comportamiento, o como normas básicas que hay que acatar. Pero no podemos reducir los principios a paradigmas ni a normas, porque el principio inspira conductas que van más allá del paradigma o de la norma. Decimos, por ejemplo, que una persona de carácter se guía por principios, pero esos principios hay que integrarlos en la conducta personal, y ya nos movemos en un terreno próximo a los valores y a las virtudes. Una persona de carácter, sin duda, es una persona que tiene y vive valores y posee virtudes comprobables. Las normas están más cerca de la adquisición de habilidades, de la instrucción o del entrenamiento que de la educación o formación, que suponen una visión más personalizada e integrada del hombre.

VALORES

Valor viene del latín “valere” que significa estar en forma, ser fuerte, ser capaz de algo, valerse por sí mismo. Virtud viene de “vis” que quiere decir fuerza, y las virtudes en realidad son fuerzas, que llevan la persona a la excelencia, a la perfección moral, a ser capaz establemente (hábito) de hacer algo bueno, mediante el obrar personal. El valor puede ser mirado como un ideal deseable (civismo, generosidad...), sin referirlo a nadie en concreto, pero el valor que interesa realmente es el que se incorpora a la vida, no el que se queda en la aspiración, en el deseo, en el ideal general.

“El valor es un bien descubierto y elegido en forma libre y consciente, que busca ser realizado por la persona” (Derisi). Ella expresa muy bien su condición de bien deseable, su dimensión subjetiva y su carácter práctico.

Valores hay para todos los gustos y de todos los tipos: sensibles, económicos, estéticos, humanos, espirituales, sociales, religiosos, etc. Unos son más subjetivos (estéticos por ejemplo) y otros más objetivos (económicos) pero en realidad el valor no prescinde de su carácter subjetivo porque es algo propio del ser humano (los animales no tienen valores) y no puede dejar de tener un nexo con los principios externos al hombre, que dan consistencia a los valores.

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