Autocontrol y su relación con la autoestima en adolescentes

Autocontrol

El autocontrol es definido como la función de ejercer dominio sobre uno mismo, es decir; de mantener el control de las propias emociones, comportamientos, anhelos, permitiendo hacer frente a situaciones de la vida con más serenidad y efectividad, García-Allen, J. (2017). Por tal razón,  el autocontrol es considerado una de las capacidades psicológicas más relevantes que todo ser humano debería desarrollar, ya  que las emociones positivas y negativas podemos experimentarlas y expresarlas adecuadamente y permite priorizar metas a largo plazo sobre aquellas que proporcionan satisfacciones inmediatas; siendo esto elemental para lograr vivir eficazmente  en sociedad.

La persona que posee un buen nivel de autocontrol, es capaz de dominar sus pensamientos y su forma de actuar, lo que resulta beneficioso en diversas situaciones. El autocontrol es importante para los seres humanos, ya que estudios afirman que las personas con un mayor autocontrol hacen no solo hacen más amigos, sacan mejores notas o tienen una vida más saludable; sino que también previenen conflictos internos y externos y beneficia la salud mental, mejorando el autoestima, confianza en sí mismo, bienestar emocional; entro otros beneficios como aumento de  la concentración, ayuda en la toma de decisiones, control del estrés en situaciones de presión y la capacidad de hacer frente a situaciones difíciles con eficiencia.

Arana, S. (2014) afirma que la necesidad de mejorar el nivel de autocontrol es generalizada en la población, la carencia del mismo es motivo de conflictos que se dan en todos los países, culturas, credos y posición económica. Un buen autocontrol produce ciudadanos responsables, útiles, eficientes, de provecho y adaptados a la sociedad; por el contrario,  crea disputas y deficiencias adaptativas, conflictos y problemas sociales. Esta falta de regulación provoca que las personas con déficit de control de impulsos presenten una marcada tendencia a exhibir conductas irreflexivas y poco meditadas sin tener en consideración las consecuencias que pueden tener dichas conductas.

Daniel Goleman propuso el término de Inteligencia Emocional (IE), el cual es definido como la habilidad de identificar, comprender y regular las emociones propias y las de los demás. El autocontrol o autorregulación de las emociones es una de las aptitudes que dominan las personas emocionalmente inteligentes, pero que no se entiende sin el dominio de los otros elementos que componen este tipo de inteligencia, por ejemplo, el autoconocimiento o la empatía.

García-Allen, J. (2017) establece que tener a al alcance los estímulos negativos no es una buena opción si se desea tener un mayor autocontrol; por tanto es necesario limpiar el ambiente de aquellos factores y elementos precipitantes.  Sin embargo, a sabiendas de lo difícil que puede ser adquirir o mantener esta aptitud, se ha hecho una categorización en la que se clasifican las técnicas de autocontrol en tres grupos: Facilitación del cambio, planificación ambiental y programación conductual.

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