Caso: Elizabeth Von R.

Elizabeth, una joven de 24 años de edad que llevaba dos años de padecer dolores en las piernas, fatiga dolorosa y el no poder caminar bien; síntomas provenientes de diferentes sucesos por los que había pasado. Freud consideró que los dolores que presentaba Elizabeth eran síntomas histéricos dada la manera en que ella contaba sus malestares, que al hacerlo lo hacía de manera muy imprecisa: cuando se pellizcaba u oprimía la piel y la musculatura hiperálgica de la pierna, su rostro cobraba una expresión más de placer que de dolor, situación que llamó especial interés en Freud ya que le permitió intuir que, mediante la estimulación de esa zona la enferma recordaba pensamientos escondidos tras ese dolor (zona histerógena).

La primera etapa del tratamiento fue el uso del método de la insistencia para que ella recuerde cuando aparecieron los primeros síntomas. Allí aparece el recuerdo en la que ella va a una reunión social con un joven y cuando vuelve se encuentra con que su padre está enfermo; es allí donde aparecen esos dolores.

Elizabeth comentó que tenía una hermana mayor que se había casado hacía ya un tiempo, con un hombre por el que ella tenía una cierta simpatía. Esta hermana se pone enferma, y muere en un momento en el que tanto Elizabeth como su madre estaban ausentes.

Elizabeth también relató una escena en la que ella fue a una colina a pasear, lugar que solía frecuentar junto con su cuñado con quien solía platicar muy a gusto, compartiendo gustos e intereses. De esta manera, Freud se dio cuenta que los pensamientos de Elizabeth se dirigían a su soledad y su deseo de llegar a ser tan feliz como su hermana lo era al lado de su marido.

Para el segundo tratamiento, Elizabeth recuerda el hecho en el que su padre enfermo se apoyaba en su pierna cuando ella le cambiaba las vendas. Freud emplea el método de evocación de escenas o imágenes y ya para el tercer tratamiento Freud hace el cuestionamiento sobre el viaje de vuelta (que hizo de sus vacaciones al ir a ver a la hermana que iba a morir) y ella le responde que pensaba que iba a morir y que su cuñado iba a quedar libre.

Por eso, al encontrarse Elizabeth en el lecho de muerte de su hermana, una idea le vino: su cuñado está ahora solo y podrá casarse con ella. Freud dice que esa idea que se le aparece a Elizabeth, fue inmediatamente reprimida, surgiendo en su lugar graves síntomas histéricos. Cuando Freud la acepta en tratamiento ella había olvidado aquella escena junto a la cama de su hermana muerta. Esa escena fue recordada durante el tratamiento, en una reproducción de la escena donde afloraban intensas emociones, llegando así a la pronta recuperación de la joven.

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