“Comparación entre las perspectivas de Durkheim y Foucault”

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Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores

“René Descartes”

Ensayo: “Comparación entre las perspectivas de Durkheim y Foucault”.

Alumna: P. en D. Ingrid Montserrat Marrufo Méndez

Maestría en criminología.

Módulo: sociología criminal

CATEDRÁTICO: Mtro. Eduardo Hernández de la cruz

Para comenzar a relatar este ensayo, me gustaría primeramente hablar sobre mi ya favorito autor Emile Durkheim, quien su postulado lo radica en comprender a la sociedad como un conjunto de representaciones colectivas con valor cognitivo y afectivo que configuran los marcos que hacen posible la acción social. Asimismo, afirma que un agregado de individuos existe como sociedad sólo si se funda sobre un conjunto de clasificaciones, convicciones y pasiones en común.

Para Durkheim existen fundamentalmente dos fuentes de vida social: una es la solidaridad mecánica y la otra la solidaridad orgánica. La primera sería la forma de vínculo en la que los miembros de un conjunto están unidos por sus semejanzas; la segunda, en cambio, es aquella en la que se relacionan entre sí por sus diferencias funcionales. Cuando la primera prevalece, tienden a desaparecer las individuales y el grupo funciona como un todo fusionado. Al predominar la segunda, el grupo funciona como un conjunto interiormente diferenciado en distintas tareas y roles.

El crimen puede ser definido como una “ruptura del lazo de solidaridad mecánica”. Es decir, como un ataque a las formas de hacer, sentir y pensar comunes, una ofensa a los sentimientos y creencias que configuran al grupo como tal. Durkheim afirma que no hay que decir que un acto hiere la conciencia común porque es criminal, sino que es criminal porque hiere la conciencia común. No lo reprobamos porque es un crimen, sino que es un crimen porque lo reprobamos. De igual forma, algo que coincide con mi manera de pensar –y por lo cual me gusta mucho lo desarrollado por Emile Durkheim-, es que, él menciona que la función del castigo penal no es, o sólo lo es secundariamente, corregir al culpable, intimidar a sus posibles seguidores o resarcir a los damnificados. La función central de la pena es “hacer comunidad”. La cohesión social así alcanzada es la que disminuirá las tasas delictivas, si estas fueran anormales, o evitarían su aumento si no lo fueran.

Ahora bien se proseguirá a hablar sobre Michael Foucault –el cual es primera vez que leo algo escrito por él-, quien se refiere a la sociedad como un ensamble de diversos dispositivos de poder-saber local o regional que entran en composiciones siempre parciales, conformando un espacio heterogéneo y fragmentario cuya articulación no es total, sino estratégica. De igual forma avanza en su caracterización de la prisión estableciendo que su función específica consiste en: a) gestionar, junto con el resto de las agencias jurídico-penales, diferencialmente los ilegalismos diseminados en el campo social; b) produciendo al delincuente como objeto de intervención y conocimiento; y c) considerando a la delincuencia como grupo bien delimitado,, opuesto al medio popular del que se la separa, y como funcional a las estrategias generales de dominación y control social.

El concepto de ilegalismos –el cual Foucault inventó-, desnaturaliza críticamente la cuestión criminal por cuanto presenta la neutralidad axiológica necesaria para evitar las connotaciones que poseen los términos “crimen” o “delito”, al tiempo que impide convertir una acción ilegal en atributo esencial de un individuo que sería constitutivamente criminal o delincuente. Asimismo, deja ver la función positiva que las prácticas ilegales desempeñan en los distintos sectores sociales y en diversos aspectos del funcionamiento del conjunto de la sociedad.

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