Comprender A Los Niños Y Niñas Para Transformar La Practica Educativa
dannrainbow11 de Enero de 2013
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COMPRENDER A LOS NIÑOS Y NIÑAS PARA TRANSFORMAR LA PRÁCTICA EDUCATIVA
Lozano Alcobendas, Ma. Teresa, "Comprender a los niños y niñas para transformar la práctica educativa", en kikirikí, año XII, no. 50, septiembre-noviembre, Sevilla, M.C.E.P., 1998, pp.27-33.
Las tareas escolares requieren ser instrumentadas y controladas continuamente a través del lenguaje verbal.
La forma de la organización de la actividad no depende de lo percibido sino de lo que el sujeto tenga previamente en su cabeza, es decir, de la capacidad de representarse de una u otra forma la actividad que quiere desarrollar y de los recursos personales con los que cuenta para poder hacerlo. Y evidentemente también de las intenciones que le mueven.
La intencionalidad y la representación anticipada de la actividad hacen que la actividad tenga sentido para el sujeto que la realiza. Y sólo si es así el desarrollo de la actividad podrá contribuir a la construcción del conocimiento en la medida que provoque reorganizaciones novedosas de las representaciones puestas en juego.
Al adulto le corresponde anticiparse a las necesidades del niño o la niña interpretando como indicios de una demanda los gestos o gritos que pueden no ser intencionales y responder a ellos de la forma que considere más adecuada.
También es importante que en esos circuitos el adulto sepa “jugar” a intercambiar las posiciones con el niño o la niña, es decir, que consienta en que estos suplanten su forma de intervención habitual y que sea él quien complete la actividad que han iniciado adoptando la posición que ellos ocupan.
El intercambio de posiciones es en definitiva lo que permite que el niño o la niña se den de alta como sujetos de pleno derecho.
Establecer puentes que faciliten el paso de lo desconocido a lo nuevo no consiste tanto en ofrecer al niño o a la niña las pautas o modelos a seguir, como facilitarles oportunamente claves de interpretación que vayan más allá de sus posibilidades actuales y les abran nuevos horizontes de comprensión.
En esos circuitos de interactividad con los adultos, los niños y niñas irán preparándose para entablar relaciones en el mundo de sus iguales. Allí irán adquiriendo la necesaria confianza en los otros y el interés por compartir, los instrumentos de simbolización que harán posible su mutuo entendimiento y las pautas de relación que permitirán su actividad conjunta.
La representación es una forma de traer el presente lo que esta ausente y/o anticipar lo que todavía no ha ocurrido. Es lógico pensar que las primeras representaciones se desarrollen paralelamente y en función de la actividad intencional del niño o la niña.
La relación con los objetos entendidos en un sentido amplio que incluye no sólo los artefactos construidos específicamente para que el niño y la niña jueguen o exploren sino sobre todo los objetos de su entorno físico-natural, será para ellos una fuente inagotable de experiencias y aprendizajes.
En cualquier juego al que los niños y niñas se entregan espontáneamente se puede ver muy bien la articulación de estos dos aspectos: la repetición de lo conocido y la exploración de lo nuevo.
En la medida que un niño o niña va adquiriendo en el juego de los intercambios con los demás el lenguaje verbal o cualquier otro sistema de comunicación simbólica convencional, también lo puede ir utilizando para pensar o, en términos vigotskianos, hablar consigo mismo.
El pensamiento puede ir anticipando cada vez mejor lo que se va a hacer o ser utilizado para reflexionar sobre lo ya realizado. Este proceso de distanciamiento puede ser favorecido a través de la intervención educativa: se trata de ayudar a los niños y niñas a expresar verbalmente lo que están haciendo y, poco a poco, también lo que se proponen
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