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Cualidades Del Psicoterapeuta


Enviado por   •  10 de Marzo de 2015  •  2.983 Palabras (12 Páginas)  •  332 Visitas

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CUALIDADES ESPECIFICAS DEL TERAPEUTA SEGÚN CARL ROGERS

LA CAPACIDAD EMPÁTICA:

Es la capacidad de ponerse verdaderamente en el lugar de otro, de ver, sentir,... como él lo ve y siente. Si esta capacidad es útil a todo terapeuta, es indispensable para el rogeriano. Según estos, el rol del terapeuta consiste en reflejar la significación personal de las palabras del cliente, en vez de responder a su contenido intelectual, debe saber hacer abstracción de sus propios valores, sentimientos... y se abstenga de aplicar criterios objetivos, racionales.

En una sensibilidad alterocéntrica, como es la empatía depende de la personalidad del terapeuta, porque la empatía no es algo que si puede adoptar a voluntad según el momento, igual que no nos podemos mostrar más inteligentes. Por lo tanto, la empatía es un atributo que no se da así por así, sino que se adquiere con cierta reorganización del sistema de necesidades, intereses y valores de la persona. La empatía, permite establecer relaciones interpersonales profundamente significativa y, por lo tanto, terapéuticas.

AUTENTICIDAD O ACUERDO INTERNO:

Rogers, para referirse a estos atributos, utilizaba un término semejante al de sinceridad (genuineness); pero luego vio que no se ajustaba bien dentro de su teoría, porque ser sincero implica ser coherente con nuestras representaciones conscientes tal como aparecen en la conciencia, no necesariamente como se experimenta.

Al igual que la empatía, la autenticidad no se puede dar a voluntad, sino que implica aspectos de la personalidad. Con esto quiere decir que no se adopta en determinadas circunstancias, ni que el terapeuta se pueda comportar en la terapia "como si" (como si se pusiera en el punto de vista del paciente), sino que lo importante es que experimente los sentimientos que manifiesta.

En la terapia rogeriana es importante mostrar autenticidad, aunque no siempre es posible, y es entonces cuando conviene tratarlo con el cliente, y si con ello tampoco se soluciona, se hablaría con un colega para poder resolver esta dificultad, ya que la incapacidad de la no autenticidad produce un deterioro de la relación terapéutica, perjudicándola.

Nos podríamos preguntar si se podría actuar mostrando autenticidad (como un actor). Si se podría, pero se ha demostrado con la experiencia terapéutica que esa "falsedad" se refleja en la relación y muchas veces el cliente se da cuenta de que se finge, además es difícil mantener esa "autenticidad" a lo largo de la terapia que suelen durar algunas veces mucho tiempo.

No hay base empírica, pero se cree que existe una unidad interna característica de la conducta autentica, gracias a la cual no hace necesario ningún tipo de esfuerzo para ser auténtico, y esto mismo lo reconocen los profesionales de la terapia relacional, dando un papel importante a esta unidad interna para las relaciones interpersonales.:

CONCEPCIÓN POSITIVA Y LIBERAL DEL HOMBRE Y DE LAS RELACIONES HUMANAS.

Son atributos de la personalidad del terapeuta que se expresan de forma natural en la terapia y en su estilo de vida.

También la madurez emocional ayuda al terapeuta a participar en la tarea de cambio de la otra persona, sin tener la tentación de modelar dicho cambio según su imagen (esto se produce con bastante frecuencia). Esta madurez implica ser no juez o modelo del cliente, sino amplificador o resonador de los esfuerzos que el cliente hace por cambiar. Ayuda también a mantener una actitud "aséptica" es decir, capacidad para experimentar y de comunicar sentimientos auténticamente calurosos, sin falta de autenticidad. Esta madurez hace que el terapeuta en momentos tan frecuentes en los que el cliente se muestra con gran frustración aguda, le entrega su persona para que la moldee a su gusto, porque la persona se siente indefensa y considera al terapeuta su salvación, en estos casos el terapeuta no debe ser sensible a este homenaje pues aceptar ese compromiso influye en su integridad personal, su seguridad interna importante a la hora de mantener el proceso terapéutico en pie ante la dificultades que se plantean.

Si el terapeuta posee estas actitudes se dará cuenta que se dará una relación sana y sin esfuerzos excesivos, aunque exigen siempre un esfuerzo real considerable. Esto no quiere decir que la relación terapéutica sea un "lecho de rosas" porque en ella se producen siempre muchas dificultades.

Los rogerianos consideran que lo más importante en el equipo terapéutico no es su ciencia ni su modo de aplicarla sino su integridad personal. El hecho de que se trabaje con afectos sentimientos y que estos sean diferentes en cada caso hace que las actitudes y la formación de la personalidad estén por encima de la técnica.

COMPRENSIÓN DE SÍ MISMO

Dado que la personalidad del terapeuta es el utensilio principal, es importante llegarla a conocer bien. La personalidad es el prisma por el que se ve la realidad, por eso el terapeuta debe conocer sus tendencias sistemáticas de sus percepciones hacia las comunicaciones del cliente.

Debido a que los terapeutas rogerianos actúan en el marco de referencia del cliente, hay menos riesgos de error que si lo hicieran desde su propio marco de referencia.

Según Rogers, el tipo de conocimiento de sí mismo que debe tener el buen terapeuta, no se refiere a un conocimiento intelectual sino mas bien existencial, en palabras de Rogers "es una apertura constante a la experiencia". Este conocimiento es lo que realmente importa en la interacción interpersonal.

Gracias a estas actitudes, los terapeutas organizan los sentimientos del cliente y los temas en discusión sin hacer frecuentemente otra cosa que utilizar palabras diferentes para volver a exponer lo que los clientes acaban de decir, plantean preguntas inconcretas con las que obliga al cliente a hablar sobre lo que sea más importante para él; mostrando en todo momento una aceptación incondicional de todo lo que dice el cliente, como persona.

El papel del consejero no es de mera pasividad o una política de laissez-faire, porque esta pasividad es percibida por el cliente como un rechazo dado que la indiferencia de ninguna manera puede ser igual que la aceptación. Esta posición puede ayudar a algunos clientes que necesitan una catarsis emocional, pero a largo plazo los resultados serán mínimos, creando entre los clientes decepción, desánimo y desilusión. En segundo lugar una actitud de laissez-faire hace que el cliente no se sienta como una persona de mérito.

VISIÓN DE LA RELACIÓN ENTRE TERAPEUTA Y CLIENTE.

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