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Cuatro Teorías Freudianas Sobre La Etiología De La Homosexualidad

LucianaPeresini29 de Septiembre de 2013

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Cuatro Teorías Freudianas sobre la Etiología de la Homosexualidad

Claudio Kairuz

Freud propuso varias teorías para dar cuenta de la etiología de la

homosexualidad. Estas teorías se encuentran dispersas a lo largo de su obra y

van desde notas a pie de página u simples oraciones hasta exposiciones

extensas. Vistas en su conjunto, no son totalmente consistentes entre sí, y en

ocasiones es difícil decidir si una afirmación freudiana al respecto se trata de una

extensión de una aseveración previa o si en realidad es una alternativa a ella. Una

lectura global permite distinguir lo que aparece como cuatro teorías separadas

sobre la etiología de la homosexualidad.

La primera es la que ofrece menos dificultades para su comprensión.

Delineada ya en el caso del pequeño Hans (Freud, 1909/2004, pp. 89-90) y

expuesta en más detalle en el estudio sobre Leonardo da Vinci (Freud,

1910b/2004, pp. 92-93), esta teoría es una derivación directa de las formulaciones

freudianas sobre el Complejo de Edipo. De acuerdo a esta teoría, el niño

desarrolla muy tempranamente un lazo erótico con su madre, lazo por lo demás

normal a no ser por una ternura excesiva por parte de la madre y una consecuente

sobre-estimación del pene por parte del niño. La distinción entre yo y objeto aún

no es plena, y el niño supone que su madre está equipada genitalmente de la

misma manera que él (Freud, 1908d/2004, pp 192, 195; 1910b/2004, pp. 88-91;

1923b/2004, pp. 148-149; 1924/2004, pp. 183-184). Con el advenimiento del

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narcisismo y la constitución de un yo más pleno, el niño comienza a registrar la

separación respecto de su madre y, simultáneamente, a captar la amenaza de

castración, amenaza que él siente podría ser el castigo a sus mociones eróticas

hacia su madre. Cuando el niño descubre que su madre de hecho no posee un

pene, siente horror y asco. Su amada madre ahora se transforma en un objeto de

repulsión y el niño se aparta horrorizado por la posibilidad de que él también

pueda sufrir un destino similar. Desde ese momento, la idea de una madre sin

pene es intolerable ya que esta idea gatilla automáticamente una angustia de

castración intolerable (Freud, 1926/2004, p. 131). El niño entonces corta el lazo

erótico con la madre despreciada y de ahí en más elige una figura de compromiso

como objeto sexual: una mujer con pene corporizada en un joven con apariencia

femenina.

Esta teoría complementa las teorías sobre desarrollo psicosexual más

generales que Freud construyó alrededor de la época de Tres Ensayos (Freud,

1905a/2004, pp. 109-224). En este sentido, la homosexualidad representa una de

las posibles resoluciones del Complejo de Edipo, motorizado como lo está por la

amenaza de castración. Se podría decir que la homosexualidad, desde el punto de

vista de esta teoría, ocupa un lugar similar al fetichismo, al cual se parece de

varias maneras. Tanto el fetichismo como la forma de homosexualidad masculina

descripta por esta teoría son respuestas al descubrimiento infantil de que la madre

no tiene pene. Sin embargo, mientras que el homosexual se ve forzado a buscar

objetos que satisfagan su necesidad inconsciente de una mujer con un pene,

objetos que encuentra en los jóvenes feminizados, el fetichista continúa buscando

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mujeres para equiparlas con el órgano que falta. De acuerdo a Freud, el fetiche,

en cualquiera de las formas que pueda adquirir, siempre representa el pene

imaginado en la madre. Así, tanto el homosexual como el fetichista están

impulsados por la misma angustia, pero los mecanismos que usa cada uno para

aliviar esa angustia son diferentes. Según Freud, el fetiche sirve al fetichista para

evitar devenir homosexual ya que la presencia del fetiche permite que la mujer sin

pene siga siendo un objeto sexual tolerable (Freud, 1927/2004, p. 149;

1940b/2004, p. 277).

Aunque Freud mismo no las haya articulado manifiestamente, en esta teoría

se encuentran de manera implícita varias razones para considerar a la

homosexualidad una condición patológica. Para empezar, esta forma de

homosexualidad se monta sobre una angustia de castración tan extrema que

opera no sólo al inicio del Edipo sino también cada vez que se elige un objeto

homosexual y/o se rechaza uno heterosexual. En estos términos, la

homosexualidad masculina puede ser considerada no como el amor de un varón

por otro varón sino como la aceptación de este objeto a falta de uno mejor en vista

del horror causado por la visión de los genitales femeninos mutilados. Al igual que

el fetichista, el homosexual, al encontrar un objeto sexual aceptable, refuerza su

creencia en la posibilidad de una mujer con pene. Así, esta vicisitud particular del

Complejo de Edipo nunca se supera sino que permanece en un reclamo de

repetición desde el inconsciente.

Por otro lado, esta forma fallida de tramitación del Edipo representa una

regresión a una fase más primitiva del desarrollo psicosexual (Freud, 1905a/2004,

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p. 211; 1914/2004, p. 85; 1915/2004, pp. 133-134; 1916/2004, pp. 387-388). Antes

de atravesar su Edipo, el niño emerge de la fase anal y entra en la fase fálica. Sus

objetos de amor son aún parciales y su relación con ellos es eminentemente de

búsqueda de satisfacción de la necesidad. Todos los niños sufren el shock de

descubrir que sus madres no tienen pene, pero los niños que más adelante en la

vida serán heterosexuales en su elección de objeto son impulsados por este shock

a buscar objetos cada vez más alejados del mundo de la madre y así consolidar

su madurez sexual después del período de latencia. Para algunos niños que

devendrán homosexuales, sin embargo, el shock es tan grande que se ven

forzados a abandonar los incipientes logros de la fase fálica, regresando a la etapa

anal y, de este modo, a una búsqueda de objetos narcisísticos de satisfacción.

En particular, las elecciones de objeto de este tipo de homosexual deben

tener no sólo genitales como los suyos sino también algún parecido con lo que de

él alguna vez fue amado por la madre. Su objeto deber ser como él es ahora,

como él o fue o como él quisiera ser, o debe parecerse a alguien que alguna vez

fue parte de él (Freud, 1914/2004, p. 87). Toda relación amorosa futura será

entonces una estrategia indirecta para amarse a sí mismo. De esta manera, “en el

desarrollo desde el autoerotismo al amor de objeto [estos homosexuales] han

permanecido fijados en un lugar más próximo al primero” (Freud, 1909/2004, p.

90). Este punto de vista toma en cuenta la importancia de la zona anal en las

relaciones amatorias homosexuales (Freud, 1908b/2004, p. 158) ya que apunta a

una regresión desde la conflictiva edípica, a través de la cual el niño podría

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habilitar una elección de objeto más pleno, hacia un mundo narcisístico de

satisfacción de necesidades anales.

La segunda teoría es diferente pero no incompatible con la primera y puede

de hecho reforzar o reforzarse con las tendencias implícitas en la primera. Freud

presentó esta teoría por primera vez en Tres ensayos (Freud, 1905a/2004, p. 132,

nota) y la repitió sin muchos cambios en escritos posteriores que versan sobre

desarrollo psicosexual (véase por ejemplo Freud, 1910b/2004, pp. 92-93;

1921/2004, p. 102; 1922/2004, p. 224). De acuerdo a esta teoría, el niño que ha de

volverse homosexual disfruta de una relación particularmente intensa con su

madre. En parte a causa de esta excesiva solicitud por parte de la madre, el niño

se rehúsa a renunciar a este vínculo tan estrecho con la madre, su primer objeto

de amor. Un evento, Freud no especifica cuál, rompe este lazo con la madre. Para

preservarlo en el inconsciente mientras lo abandona en la realidad del mundo, el

niño ahora se identifica con la madre y elige futuros objetos de amor que se le

parezcan a él. Al amarlos, revivirá el lazo erótico que alguna vez lo unió a su

madre; puede seguir amando a su madre en él y, a la vez, ser él el amado. Donde

una vez él fue amado, ahora amará, transformando lo pasivo en activo. Aunque un

objeto ha substituido a otro, el cambio más importante ha sucedido en el yo, el

cual ha sido re-hecho a imagen de la madre. Así, el antiguo objeto de amor ha

sido preservado a expensas del yo a través de un proceso de incorporación similar

al proceso del duelo patológico (Freud, 1917/2004, p. 246; 1921/2004, p. 103).

Estas dos teorías parecen opuestas en cuanto que la primera es la renuncia

consciente al lazo erótico con la madre mientras que la segunda es la

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preservación inconsciente de ese mismo lazo. En la primera, el niño rechaza a las

mujeres para aliviar la repulsión y el horror causados por la madre; en la segunda,

huye de las mujeres para asegurar su lealtad a ella. Sin embargo, estos dos

mecanismos pueden verse como complementarios y conducentes a una compleja

formación de compromiso

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