DIAGNOSTICO Y TRATAMIENTO DE NIÑOS Y ADOLESCENTES

DIAGNOSTICO Y TRATAMIENTO DE NIÑOS Y ADOLESCENTES

Análisis del caso Erna

Profesoras:        

Alumnos:        Armentano, Fabricio

                Domizi, Bruno

                Hearne, Nicole

                Maldonado, Mel

                Ramos, Juan Manuel

Comisión:        4CN

Fecha de entrega:        20/10/2014

UNIVERSIDAD DEL SALVADOR

Análisis del caso Erna

Introducción – descripción – síntomas:

Erna era una niña de 6 años, con un cuadro de neurosis obsesiva que se expresaba a partir de distintos síntomas. Principalmente: insomnio, provocado por un alto grado de ansiedad, producto de un miedo a ladrones y asaltantes; y actividades obsesivas que consistían en acostarse boca abajo y golpear su cabeza contra la almohada, chuparse el dedo exacerbadamente, balancearse de distintas formas y masturbarse. Estas actividades que le impedían dormir en la noche, también eran habituales durante el día, sola o en presencia de extraños. También acompañaba a Erna una fuerte depresión que ella describía a través de la frase “Hay algo que no me gusta de la vida”. Finalmente, algo en lo que Klein hizo hincapié, fue su inhibición en el aprendizaje. Klein habla de ella como “ineducable”.

El hecho de que Erna se sintiese enferma (egodistonico) y pidiese ayuda, facilito ampliamente su análisis.

Estas características eran reconocidas por Erna como ajenas a ella, es decir, el síntoma era egodistónico, lo cual favoreció enormemente el análisis.

Factores Constitucionales:

Al año, Erna, ya vivenciaba síntomas de la enfermedad. A los 2 y 3 años, su crianza se transformó en un problema. Su carácter ya era anormal y padecía de una franca neurosis obsesiva (instalada tempranamente). Recién a los 4 años se percibió en la naturaleza anormal de sus hábitos de chupeteo y masturbación.

Las fantasías anal-sádicas de Erna mostraron una fuerte fijación en este estadio y cuanto odio y ambivalencia surgía de él.

Otro punto importante en este caso es que Klein interpreta que Erna no había aceptado el destete, que sumado a una privación experimentada cuando su madre la limpiaba, en que ella sentía placer y satisfacción cuando le tocaban los genitales y el ano, generó una frustración precoz ante la realidad. Esta frustración ante la realidad se manifestaba como el límite que impedía la realización del deseo.

Además de los factores constitucionales previamente mencionados, Erna había sido testigo de la escena primaria en una muy temprana edad, lo que incrementó sus rasgos obsesivos. La fuerte ansiedad frente a la madre, originada por presenciar la relación sexual entre los padres, se manifestaba en fuertes impulsos y fantasías sádicas. Klein plantea que la escena primaria (la mutua incorporación de los padres) es la base de su envidia.

El chupeteo obsesivo de Erna, simbolizaba la fantasía de chupar y devorar el pene del padre (incorporado en la madre a través del coito), y el pecho de su madre (objetos parciales). Aquí vemos que estaría ubicada en lo que Klein llama la posición esquizo-paranoide, donde aun no hay un objeto integrado, y se utiliza la proyección como mecanismo principal de la envidia. Aunque la vida mental de Erna estaba dominada principalmente por fantasías anal-sádicas, en su juego había fantasías orales y uretrales, que simbolizaban esta voracidad y envidia.

Klein explica muy bien dichos simbolismos en los juegos:

• “en una ocasión Erna se convirtió en vendedora de pescado, […] la glotonería compulsiva con que bebía del grifo durante el juego y mascaba pescado imaginario, señalaba claramente la envidia oral que ella había sentido durante la escena primaria.” Esta envidia afecto el desarrollo normal de su carácter.
• “Las numerosas representaciones en que ella era una artista o una bailarina admiraba por todos los espectadores demostraban la gran admiración – admiración mezclada con envidia- que sentía por su madre. A menudo también al identificarse con su madre, […] tenía como propósito fundamental hacer surgir la envidia de la niña y herir sus sentimientos.”
• “llamaba a eso hacer manteca, y significaba copular. Inmediatamente me dijo que un niño salía de ella, y represento la escena con bastante realismo”. Representaba obtener leche de la madre y semen y pene del padre, básicamente todo intercambio de fluidos, quedando afuera el niño.
• “Repetidamente manifestó temor a una “ladrona que le sacaría todo de su interior”. Es una fantasía primaria de vaciamiento de la madre al succionar, esto es, devorar en posición esquizo-paranoide.

Al ser la envidia temprana tan intensa, interfiere con el funcionamiento normal de los mecanismos esquizoides, arruinando al objeto ideal, que es lo que origina la envidia. En consecuencia, no se puede mantener la escisión (objeto ideal y persecutorio) ni el objeto ideal, y esos objetos destruidos son incesantemente persecutorios y posteriormente generadores de culpa. Surge así un círculo en que la envidia impide una buena introyeccion y esto, a su vez, incrementa la envidia (Hanna Segal – Introducción a la obra de Melania Klein – p.55)

En contraste con la desvalorización y la proyección de la envidia, se puede recurrir a una rígida idealización, en un intento de preservar algún objeto ideal. Pero esta idealización es muy precaria, ya que cuanto más ideal es el objeto, más intensa es la envidia (Hanna Segal – Introducción a la obra de Melanie Klein – p.58).

Su relación con la madre se caracterizaba por ser extremadamente afectuosa, pero por momentos hostil. Se observa una clara ambivalencia que se repite a lo largo de toda la vida cotidiana y, al menos, en los inicios del tratamiento (defensa de la posición depresiva = encuentro doloroso con el objeto que ataque y amo). Había sido descripta la relación como “me chupa”.

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