Dentro de los llamados manuales diagnósticos encontramos una gama de información

     Dentro de los llamados manuales diagnósticos encontramos una gama de información con respecto al sistema de clasificación de trastornos mentales con mayor aceptación, tanto para el diagnóstico clínico como para la investigación y la docencia y es importante tener presente que siempre debe ser utilizado por personas con experiencia clínica La Asociación Psiquiátrica Americana ha brindado un gran aporte a la ciencia en especial a la psicología logrando agrupar casi todas las enfermedades mentales en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, por su parte la OMS dedica el capítulo V de la Clasificación Internacional de Enfermedades a un tema tan puntual como el descrito por la APA.

     El DSM nace en Estados Unidos en 1940 y tiene como objetivo clasificar a los trastornos mentales de manera consensuada; incluye aportes de psiquiatras y psicólogos que permiten reconocer las patologías por sus indicadores. A lo largo de su historia se  ha ido modificando su contenido, añadiendo patologías, quitando algunas otras, variando el nombre aciertas patologías – por considerárseles discriminatorias, como el otorga retardo mental- y cosas por el estilo. Todo esto ha permitido que los psicólogos y los psiquiatras cuenten con una herramienta que permitan diagnosticar patologías mentales.
    Por su parte la OMS a fines del siglo XIX  cuando la psicología recién comenzaba como ciencia había logrado redactar un manual que contemple las causas comunes de muerte; este manual en su evolución (CIE-10) contempló mayores patologías y causas de mortandad y morbilidad; este último manual  finalizado en 1992 a diferencia del DSM IV, tiene un uso más frecuente por los profesionales de la salud, dado que su campo no se limita a lo mental.

     Se pueden destacar muchos puntos semejantes entre ambos; el DSM4 por su parte profundiza en rasgos patológicos que permiten a los profesionales clínicos distinguir entre un trastorno y otro, incluso habiendo una semejanza entre los síntomas y signos, es posible realizar un diagnóstico diferencial fino y acertado si se siguen las pautas de este manual. Por otro lado, la CIE 10 en la complejidad que demanda incluir no solo a las enfermedades mentales, sino a todas hace un rápido repaso de los trastornos mentales, sus indicadores diagnósticos y demás, sin embargo no es tan específico como para guiarse solamente de él prescindiendo del DSM IV.

     A su vez, ambos manuales permiten la nomenclatura de las patologías de manera ordenada; esto permite a los profesionales identificar los casos o rotar historias clínicas sin necesidad de recurrir a un amplio resumen, a lo largo de estos últimos años acercarse cada vez más a un diagnóstico acertado y diferenciar con mayor precisión entre las patologías. Si bien es cierto la CIE 10 consta de mayor generalización en el ámbito clínico, esto no ha determinado ser mejor que el DSM IV, se puede considerar que en utilidad ambos manuales han resultado ser valiosos dado que no solo permite al profesional reducir su margen de error en cuanto a la patología diagnosticada sino que también a partir de este punto puede plantear tratamientos y terapias que resuelvan el sufrimiento del paciente.

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