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Duelo y suicidio


Enviado por   •  7 de Agosto de 2023  •  Ensayos  •  3.740 Palabras (15 Páginas)  •  89 Visitas

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Mauricio Monroy Calle

Programa de Psicología

Facultad de Ciencias Humanas y Sociales

Universidad de Antioquia – 2013

DUELO Y SUICIDIO

La muerte es un fenómeno que ha posibilitado la construcción de diferentes discursos a lo largo de la historia de la humanidad. Al hacerse consciente de la misma, el hombre, aparentemente, ha tomado distancia con respecto a otros animales. Dicha conciencia también ha gestado un sinnúmero de creaciones míticas, fantásticas, incluso ha influido en el comportamiento de grupos humanos a través de la historia, incitando la creación de ritos, que desembocan en la expresión de sentimientos y creaciones que intentan soportan su imponderabilidad. Dilthey dirá: “Desde la primera sobre un muerto, la muerte es inconcebible para la vida, y en esto se funda, ante todo, nuestra posición ante el mundo como ante otro algo extraño y temible. Así el hecho de la muerte obliga a representaciones imaginativas que tienden hacer compresible este hecho” (1994:43). Es imposible imaginar la muerte desde la vida. Esta aparece como la negación, la antítesis de esta. Antítesis que, sin embargo, sustenta la consciencia de la existencia misma.

Una de las consecuencias al tener consciencia de la muerte, es la posibilidad de controlarla. Al instinto de supervivencia que el ser humano comparte con otras especies, se le ha añadido el deseo de ampliar el umbral de longevidad. De igual manera, algunos amparados en la fantasía de una deidad o deidades absolutas, han abogado por un más allá después de la muerte; otros sustentan los mitos de reencarnación o la eterna peregrinación de las almas. Sin embargo, hasta ahora no hay indicios de que tales fantasías sean posibles. Lo único que se sabe con seguridad, es que la esperanza de vida es más alta con respecto a la antigüedad, y que, de alguna manera, las ideaciones fantásticas aparentemente ayudan a algunos a hacer más soportable el camino hasta el deceso.

Las posibilidades imaginativas en torno a la muerte también han influido en el poder de prescindir de la vida por decisión propia, o lo que comúnmente se llama el suicidio. Hasta ahora la única especie que puede planear su muerte propia es el ser humano. Cioran dirá: “El suicidio es uno de los caracteres distintivos del hombre, uno de sus descubrimientos; ningún animal es capaz de él y los ángeles apenas lo han adivinado; sin él, la realidad humana sería menos curiosa y pintoresca: le faltaría un clima extraño y una serie de posibilidades funestas, que tienen su valor estético, aunque no sea más que por introducir en la tragedia soluciones nuevas y una variedad de desenlaces” (1992:95-96). Sin embargo, este acto ha supuesto grandes controversias en la mayoría de los grupos humanos; incluso hoy en día, se ha emparejado con la insensatez (Velasco, Pujal. 2005). Aunque esto se profundizará más adelante en el presente escrito, se puede anticipar que, aquel que ha atentado contra su propia vida, y que de casualidad ha sobrevivido, es visto como la enfermedad mental por antonomasia. Y aquel que ha conseguido extinguir su existencia, al menos ha cubierto con deshonra y vergüenza a aquellos que le han sobrevivido.

Es evidente que la muerte condiciona la experiencia existencial. Cada uno de los sucesos de pérdida a lo largo de una vida, están permeados por la conciencia de finitud que devela ésta. Además de señalar los límites infranqueables de la vida, también contribuye a la manifestación de sensaciones de miedo, dolor, impotencia, vacuidad, entre otras, y que han sido acuñadas por los intelectuales desde hace más de una centuria a lo que se conoce como la experiencia de duelo. Éste, está matizado tanto por las experiencias previas como por el tipo de pérdida que se ha experimentado, y en el caso del suicidio se puede intuir que tiene sus peculiaridades. Así entonces, partiendo de este panorama general cabe preguntar ¿Qué características tiene el duelo en aquellas personas que han experimentado el suicidio de un otro cercano? ¿Es posible pensar el suicidio al margen de los marcos contemporáneos normativos y de salud mental? Para responder a estos interrogantes, se tomará como referencia el libro autores como J. W. Worden, S. Freud, J. Butler, así como algunos artículos orientados en el tema del suicidio; para culminar con la visión de pensadores como E. Cioran y H. Hesse acerca de dicho fenómeno.  

Características del duelo en supervivientes de personas que han perdido seres cercanos por un acto suicida

Como ya se ha dicho someramente, el duelo está asociado a diferentes sentimientos que varían de acuerdo con el tipo de pérdida. Estos no son predecibles ni estandarizables al universo humano. No obstante, la no manifestación explícita de los mismos no implica que no haya un duelo; este es inevitable independientemente de su intensidad. Es cierto que los avatares de la vida contemporánea ayudan a que este sea desplazado, a que opere en un segundo plano. Pero, sin embargo, el duelo está tan arraigado como la idea de mortalidad, se ha convertido en un hecho tan familiar que, incluso, algunas manifestaciones de la cultura evidencian la huella que deja este en la experiencia de lo vivido. Freud dirá: “El duelo por la pérdida de algo que hemos amado o admirado parece al lego tan natural que lo considera obvio. Para el psicólogo, empero, el duelo es un gran enigma, uno de aquellos fenómenos que uno no explica en sí mismos, pero a los cuales reconduce otras cosas oscuras” (1916[1915]:310). Cabría preguntarse por aquellas “cosas oscuras”, pero estas se distancian del propósito de este trabajo.

En el caso de los duelos por suicidio de otro cercano, Worden afirma que a los sentimientos ligados a la pérdida se le añadirán “el legado de la vergüenza, el miedo, el rechazo, el enfado y la culpa”. (2004:151). Además, pueden incidir otros factores que llegan a desdibujar la realidad de los supervivientes. Esto lo agudiza la sociedad contemporánea, ya que, el recurso del suicidio contradice el ideal de bienestar. El superviviente es víctima del señalamiento del otro, lo que conlleva en ocasiones que los vínculos con los otros se vean afectados. (Worden, 2004).

En esta misma vía contribuyen los sentimientos de culpa. Según Worden “los sentimientos de culpa son normales después de cualquier tipo de muerte, pero en el caso del suicidio se pueden exacerbar seriamente” (2004:152). La idea de poder haber hecho algo para evitar el suicidio de alguien cercano es muy común en los supervivientes. En ocasiones la culpa llega a los extremos de culpabilizar a los demás o incitar incluso conductas autodestructivas (Worden, 2004). Esto podría, además de mostrar la impotencia humana frente a la inevitabilidad de la muerte del otro, la incidencia de la idea misma de la muerte propia, y la dificultad que acarrea la elaboración de este hecho.

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