EL SUICIDIO COMO ACTO DE LIBERTAD

EL SUICIDIO COMO ACTO DE LIBERTAD

Existen suicidios que son obrados desde la lucidez y la plena conciencia de lo que la muerte podría causar a quienes rodean al suicida por lo que se tiene pleno consentimiento al realizar esta acción. Arthur Schopenhauer decía “la libertad moral, el objetivo ético más elevado, debe obtenerse únicamente negando la voluntad de vivir, y el suicidio es el mismo deseo insatisfecho bajo una apariencia distinta.”  Lo que nos ayuda a entender que toda persona hace el mayor uso de su libertad cuando decide sobre su vida sin influencia de alguien más. Un ejemplo muy significativo es el de realizar actos de eutanasia por voluntad propia, pues el paciente es liberado de todo lo que lo aqueja físicamente utilizando su libertad de decidir entre el sufrir la enfermedad o terminar con su vida. Michel de Montaigne aclara en sus ensayos que en la vida hay cosas peores que la muerte misma. Las justificaciones que considera legítimas son tanto el dolor como el temor de una muerte peor que el propio suicidio.

Por otro lado refiriéndonos al lado del aprendizaje y la sabiduría, Nietzsche, discípulo de Schopenhauer,  escribió en su libro Así habló Zaratustra ; “Yo os alabo mi muerte, la muerte libre, que viene a mi porque yo quiero”, decía que la compasión constituye un acto de negación de la vida ya que obstaculiza el conseguir la perfección intelectual y moral, pero el suicidio no constituye un acto de negación de la vida si no un acto de libertad humana, tomando esto en cuenta podríamos decir que si el ser humano vive atado a lo que únicamente conoce o bien se aferra al pasado no sirve de nada seguir viviendo pues somos esclavos de nosotros mismos y que al tomar la firme decisión de acabar con su vida también se libera de sus demonios. Tampoco implican una fuga de la vida, ya que no se ejecutan por cobardía, sino desde la serenidad y la sabiduría de quien opta –como dijo Séneca– no por escapar sino por “salir” voluntariamente de un escenario al que uno se ha visto obligado a subir sin que se le solicitara su consentimiento.

De igual manera la antinatalista Sarah Perry sostiene que "es la persona suicida la que debe justificar su negativa a vivir, en lugar de exigir a la comunidad que justifique la acción de obligarlo a vivir" convirtiéndolo en un acto de libertad de expresión con el que alguien da a conocer los motivos por los que cree necesario acabar con su vida. En este caso al momento de tomar el suicidio como opción también estas ejerciendo el mayor derecho que se tiene como individuo. 

Uno de las mayores muestras de suicidio como acto de libertad a mi punto de vista es el de Adolf Hitler y su esposa Eva Braun, quienes se quitaron la vida en el búnker de la Cancillería del Reich en Berlín con el objetivo de no ser atrapados por las tropas enemigas por lo que en ese momento decidieron morir como personas libres a morir privados de su libertad como prisioneros en manos del enemigo.

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