EMOCIONES

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 UNIVERSIDAD YACAMBU      

                                      VICERRECTORADO ACADÉMICO

 FACULTAD DE HUMANIDADES. PSICOLOGIA

 PROCESOS FUNDAMENTALES DE PSICOLOGÍA (THP-0333) SECCIÓN ED03D0V

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Emociones

En nuestras vidas, cotidianamente podemos sentir términos relacionados con la emoción. Son palabras o conductas que expresan lo que sentimos. En el  siguiente ensayo abordaremos aspectos relacionados con la emoción y sus componentes, así como  las bases neurofisiológicas, porque las emociones, aunque se piensan, sobre todo se sienten, igualmente identificaremos cuando las emociones son positivas o por el contrario negativas, podremos diferenciar entre las emociones, sentimientos y estados de ánimo, en consecuencia, nos llevara a entender la importancia de los sentimientos agradables, y también nos ayudara a identificar el lenguaje cuerpo, así como los aspectos sociales y culturales implicados en la emoción.

La palabra emoción, deriva de emotio, que significa “movimiento” “impulso”. En principio, la emoción es una reacción mental espontánea, como la alegría, la tristeza, el odio y el amor. Las emociones siempre implican actividad mental y a veces tienen efectos físicos en el cuerpo, se usa generalmente para referirse colectivamente a estos sentimientos intensos o una expresión de ellos. Lo que causa las emociones de alguien y cómo alguien siente o expresa sus emociones difiere de persona a persona. Es posible que usted y su amigo se sientan tristes por haber fallado una prueba importante. Tu reacción a tu emoción triste podría ser llorar, mientras que la reacción de tu amigo podría ser gritar. Las emociones forman parte de la conciencia humana, de su carácter, en oposición a sus pensamientos. Suelen afectar fuertemente al comportamiento de una persona, y muchas personas llegarán a extremos para no tener que sentir una emoción negativa, como el miedo, o para sentir una positiva, como la felicidad. A menudo se le dice a la gente que controle sus emociones, especialmente a los niños. Pero las emociones son respuestas espontáneas. Es decir, ocurren sin pensar o planificar conscientemente. No podemos controlarlas, y no hay una emoción correcta o incorrecta. Las emociones simplemente son. En cambio, podemos controlar nuestras reacciones a las emociones.  Los científicos teorizan que los humanos no son los únicos animales capaces de experimentar emociones. Por ejemplo, si te acercas a un ratón, lo más probable es que huya y se esconda de ti por miedo. Y las investigaciones han demostrado que los chimpancés parecen comportarse de forma que sugieren que sienten emociones como la tristeza, la alegría y el amor.

        Como base neurofisiológica de las emociones, podemos decir hoy día, que los neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y la norepinefrina tienen un papel importante en la regulación del estado de ánimo. En los últimos años, en muchas publicaciones, se ha destacado la importancia de la corteza prefrontal en la modulación de las emociones positivas y negativas. La corteza prefrontal izquierda, así como las vías nerviosas en la masa blanca cercana del cerebro parecen ser de particular importancia. Harmon-Jones y asociados han demostrado que después de la inducción de una emoción desagradable (después de sufrir un insulto), la actividad de la corteza frontal izquierda aumenta, mientras que a la derecha disminuye.

        La amígdala es de particular importancia en la creación y modulación de sentimientos de miedo, ira y disgusto. Es posible que haya diferencias significativas entre la amígdala de la izquierda y la derecha. Según algunos autores, el núcleo amigdaloide derecho es el principal responsable de las emociones negativas. La amígdala está relacionada con otras partes del sistema límbico, y en particular con las estructuras responsables del proceso de aprendizaje y memoria. La relación con el hipocampo asegura que los núcleos amigdaloides tengan un papel potencialmente importante en la selección y almacenamiento de información en la memoria a largo plazo. Este  aprendizaje emocional se considera la clave para el desarrollo y el funcionamiento normal de las relaciones y conexiones interpersonales. Las últimas investigaciones sugieren que la amígdala también es significativa en la modulación de las emociones positivas (Albert, Vahid-Ansari y Luckhart, 2014; Haller, 2018; Mohammadi, Haghir, Fazel y Vafaei, 2013; Young et al., 2018).

        El ser humano es capaz de experimentar innumerables emociones, sobre todo porque los sentimientos que proporcionan en cada persona son muy específicos. Una de las tesis más conocidas es la del psicólogo Robert Plutchik, quien afirma que el ser humano tiene ocho emociones: confianza, alegría, tristeza, miedo, ira, sorpresa, aversión y anticipación. El psicólogo Paul Eckman, por su parte, dice que hay seis emociones básicas: alegría, tristeza, miedo, sorpresa, asco e ira. Las teorías tratan de explicar cuáles son las emociones básicas, pero esto no significa que sólo éstas puedan sentirse. Las emociones de ira, miedo, alegría y tristeza se consideran básicas y están vinculadas al instinto de supervivencia. Las emociones se clasifican en positivas y negativas. Las emociones positivas nos dan una perspectiva más amplia de las situaciones, es decir, nos dan claridad y confianza en nuestros propósitos: dónde estamos y hacia dónde queremos ir. Nos aportan una sensación de felicidad, ya que el sentido de la vida se hace energéticamente presente. Al igual que la fe y la compasión, las emociones positivas son virtudes mentales: energía positiva acumulada. Nos revitalizan, despiertan la determinación y el interés por adquirir nuevos conocimientos y renovar nuestras actitudes: una sincera voluntad de cambiar a mejor. Como las emociones positivas nos hacen estar disponibles para lo nuevo, nos volvemos flexibles y abiertos. Interesados en aprender, nos sentimos vivos, despiertos. Por lo tanto, las emociones positivas son reconstituyentes. Provocan bienestar. Las emociones positivas generan estados mentales constructivos como el amor propio, la buena autoestima, los sentimientos de integridad, la solidaridad, la generosidad y la compasión, y por lo tanto nos hacen empáticos con sabiduría: somos capaces de percibirnos a nosotros mismos y a los demás al mismo tiempo y así actuar de acuerdo con las necesidades reales de la situación.

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