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Edgar Allan Poe y su relación con el Tóxico


Enviado por   •  22 de Diciembre de 2019  •  Ensayos  •  1.298 Palabras (6 Páginas)  •  198 Visitas

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Barcat, Abraham Ricardo

Universidad Católica de Santiago del Estero, DASS

EDGAR ALLAN POE Y SU RELACIÓN CON EL TÓXICO

        Muchos son los artistas y escritores de renombre que padecieron trastornos tanto físicos como mentales a lo largo de su vida, al punto de que muchos autores llegaron a preguntarse si la locura en ellos era la causa de su genialidad o si, por el contrario, tanta genialidad les producía una especie de despertar de dicha locura.

        Conocidos son, por ejemplo, casos como los del escritor Ernest Hemingway, quien padecía ataques de nervio, manía persecutoria y propensión al suicidio, productos de un aparente cuadro de trastorno bipolar; o el caso de Franz Kafka, a quien se le atribuye un cuadro de depresión con problemas de insomnio. En el caso del arte tenemos al pintor Vincent Van Gogh quien sufría de trastorno bipolar, o también a Edvard Munch, famoso por “el grito”, quien padecía de esquizofrenia.

        Sin embargo, también destaca un caso particular, el del escritor, poeta y novelista Edgar Allan Poe, conocido por sus relatos de terror, por ser un exponente del relato detectivesco y por la renovación que produjo en la novela gótica.

        Sobre su vida personal es de público conocimiento que llevó una vida turbulenta y marcada de tragedias que pudo transmitir a través de sus obras. También es conocida la estrecha relación que llevaba con el alcohol y con otras sustancias como el opio o el láudano, no regulados en aquel entonces.

Mauricio Tarrab (1995) nos deja muy en claro que una de las principales dificultades de la práctica analítica en la toxicomanía radica en el aplastamiento de la dimensión subjetiva que se produce como consecuencia del intento del toxicómano de suprimir el malestar a toda costa, aún a costa del sujeto mismo. Cuestión que no solo puede comprobarse a través de la biografía de Allan Poe, sino que además transmite a lo largo de sus obras en un doble nivel, tanto desde lo semántico como desde el contenido de las mismas.

Ya decía Freud en El Malestar en la Cultura (1930) que existen tres fuentes de malestar en el ser humano: el propio cuerpo, condenado a la aniquilación y a la decadencia; el mundo exterior, fuente de fuerzas destructoras; y las relaciones humanas, quizás la mayor y más intensa fuente de sufrimiento. Además, nos habla de tres lenitivos para aliviar dicho sufrimiento: las distracciones poderosas, las satisfacciones sustitutivas, y los narcóticos.

Es curioso como muchas de estas fuentes destacan en la vida de este escritor. Si nos referimos al propio cuerpo como fuente de sufrimiento, es larga la lista de padecimientos físicos que Poe sufría: el epiteliólogo Bazil Seizures (en Miranda, 2007) afirma que Edgar sufría de epilepsia debido a daños en el lóbulo temporal, con la presencia de automatismos psicomotores, alucinaciones visuales y debilidad muscular, como así también depresión, demencia.

En lo que respecta a las relaciones humanas éstas siempre fueron turbulentas: a los nueve meses de vida sufrió el abandono de su padre y a los dos años la muerte de su madre por lo que fue criado por un padre adoptivo con quien se afirma siempre tuvo una mala relación. Además, más adelante se casaría y perdería a su mujer por causa de la tuberculosis (cuestión que guarda un profundo paralelismo con algunas de sus obras, como Eleonora y La caja oblonga).

En 1835 escribe una carta en la cual dice:

desgraciadamente siempre me sucede algo como si nada pudiera producirme alegría, ni me estuviera permitido la menor satisfacción. Mi estado actual es lamentable sufro una depresión psíquica como nunca antes hasta ahora. Inútilmente he luchado contra esta molesta melancolía, me va muy mal y no sé por qué. (Lennig, 1986: 77)

El consumo de alcohol, de opio y láudano fue a su vez motivo de algunas de sus enfermedades físicas como así también de conflictos externos: por su problema asociado al consumo fue expulsado de la Universidad de Virginia en 1827 y de la Escuela Militar de West Point en 1829. Todo esto situaría al consumo en un doble sentido: por un lado, como causa y por otro como consecuencia de su sufrimiento. Después de todo, como afirma Tarrab (et. al), el encuentro con la droga, la iniciación (…) así como sus consecuencias responden siempre, más allá de la sustancia a una implicación, a un condicionamiento que al sujeto le viene del Otro.

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