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El Devenir De La FAmilia

ElviaMar9 de Mayo de 2015

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1.- El devenir de la familia

Sin lugar a duda la familia es la primigenia unidad dinámica vinculada por lazos parentales o de afinidad; la evolución natural cognitiva del ser humano ha ido jalonando dichas transformaciones, cada uno de los diferentes modelos que se han venido generando a lo largo de la historia han significado un desencaje agudo al modelo familiar anterior.

Debido al movimiento estructural de la familia resulta complicado encontrar un significado certero, que pueda incluir los modelos que en dicho capítulo esbozaremos, pero como para nuestra cognición es relevante dar una significación a las situaciones se hace necesario indicar que hasta hace 15 o 20 años la familia era considerada como un grupo de personas, hombre y mujer compartiendo el mismo techo, unidas por vínculos afectivos: amor; para la procreación y educación de los hijos (Burgos, 2004). Sin embargo este paradigma ha sufrido diferentes trasformaciones.

Frente a la realidad vivida en el S XXI ésta definición parece agotarse haciendose necesario buscar una terminología que abarque también la realidad de las familias nomopárentales, extensas, reconstruídas y homosexuales. De acuerdo a Burgos “la familia es un espacio donde se practica la donación. En ella se aprende a conjugar el verbo compartir, aún en medio de una sociedad donde se nos enseña el verbo competir” y donde se cuida y valora la vida de cada miembro de la familia (pag. 14).

Esta descripción de familia referente al concepto tradiconal, abre la posibilidad de acoger a los nuevos modelos que se han ido gestando a lo largo del devenir histórico.

Fugazmente daremos un vistazo a las mutaciones que se han venido generando respecto de la familia en los párrafos subsiguientes.

1.1Instauración del modelo tríadico (padre-madre-hijo)

En la tradición culturural prehispánica, no existía la concepción de matrimonio, el azteca era poligámico, podia tener varias mujeres, su unión era conforme al derecho natural, los novios se anudaban la capa y la túnica sentados frente al fuego del hogar y asi se comprometían a vivir juntos durante toda la vida. Nuestra genésis prehispánica ha considerado la unión heterosexual (Robichaux, 2003).

La colonización trajo consigo la práctica Cristiana, los frailes evangelizadores instauraron la formalidad de los enlaces, con ceremonias ceñidas al ritual canónico romano; para dichos enlaces era necesario que los prehispánicos practicaran la monogamia que predicaban los frailes; la poligamia de los nobles se enmendaba cuando el marido eligiera con cuál de las esposas había contraído verdadero matrimonio, que según el derecho canónico era la primera con la que se había unido (Ramírez, 2004).

El modelo tríadico como lo denominamos en este apartado, está conformado por madre, padre e hijo(s); la tradición Judeo-cristiana fundamentaba la familia/pareja en la biblia (libro sagrado inspirado por Dios) partiendo del libro del Génesis "No es bueno que el hombre esté solo. Haré, pues, un ser semejante a él para que lo ayude" (Gn. 2,18). Dios no concibe como bien que el hombre sea un ser solitario; y crea a la mujer como complemento del hombre; "¡Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Varona, porque del varón ha sido tomada. Por eso el hombre deja a sus padres para unirse a una mujer, y formar con ella un solo ser" (Gn. 2,21-24).

La expresión del hombre respecto a la mujer que nos muestra el fragmento, tiene resonancias afectivas y personales íntimas. La vinculación hombre-mujer tiene desde el principio un propósito preciso; la común-unión, es una comunidad de amor, cuya cúspide más alta es la entrega corporal (Caravias SJ). De esta manera se enmarca el matrimonio como realidad inherente al ser humano y como posibilidad de plenitud (mujer complemento del hombre), así mismo se refrenda la unión genital dentro del matrimonio, la iglesia denuncia la inmoralidad del acto sexual fuera del matrimonio y por ende los diversos modos de cohabitación sexual sin la sacramentalidad del matrimonio, bien sean uniones heterosexuales u homosexuales.

La iglesia Católica define a la familia precisamente partiendo de esta unión matrimonial heterosexual; “el matrimonio es la unión entre mujer y varón, precisamente en cuanto tales y en la totalidad de su ser masculino y femenino” (Sarmiento & Franceschi, 2003, pág. 166) la misma condición estructural del hombre y la mujer viene determinada por la propia aceptación de género y la entrega al sexo opuesto como medio de perfecionamiento, dicho de otra manera la unión del hombre y la mujer hunde sus raíces en el complemento natural que existe entre ellos; de esta manera se concibe que el matrimonio heterosexual tiene una base antropológica.

El Dios creador hace cooparticipe de su obra creadora a el hombre y a la mujer; "Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Manden a los peces del mar, a las aves del cielo y a cuanto animal viva en la tierra" (Gn. 1,28). El amor, la común-unión, se ven en este contexto orientados ante todo a la procreación. De ahí que los judíos consideraban que un hombre y una mujer sin familia era una familia sin alegría, sin bendición y sin felicidad (Caravias SJ).

Jesús de Nazaret nace en el seno de una familia, María y José ahí va creciendo y es educado; la triada padre-madre-Hijo, se plasma precisamente en éste icono tan difundido a partir del renacimiento, como respuesta a la contrarreforma luterana que negaba el misterio de la trinidad, de esta manera, la “trinidad terrena” era reflejo de la trinidad celeste (Arizpe, 1989).

La integración de este modelo tríadico con la familia mesoamericana trajo consigo una mutación estrepitosa, que pese a la resistencia de los primeros momentos fue posible gracias a las ventajas que la sociedad colonial les ofrecía. La monogamia obligatoria condenaba las relaciones extraconyugales considerándolas como pecado, de esta manera se generaba en los adúlteros un sentimiento de culpa.

1.2 Metamorfosis consecutiva

La versión tríadica de la familia, si bien fue adoptada por muchos, la cultura mexicana impregnada de “la parentela” termino que le asignaron los conquistadores a los parientes consanguíneos, políticos, allegados, dio origen a la familia extensa, conformada por dos o tres generaciones; la familia extensa, no obstante la influencia tríadica de los frailes evangelizadores no ha desaparecido, responde a diversas necesidades sociales, sobre todo la clase baja se beneficia con este modelo ya que permite un beneficio económico al admitir que varias personas vivan en un mismo predio y compartan servicios (Ramirez, 2004).

La familia tríadica, llamada nuclear prácticamente se localiza dentro de la clase media, con un salario considerable, que no necesita el apoyo económico de sus familiares, este tipo de familia fue proliferándose más en la ciudad de México.

El peregrinar hacia la familia moderna fue un proceso prolongado en el que se adoptaron costumbres y modelos culturales que incluían formas de relación conyugal más igualitarias y la secularización progresiva de las costumbres y del vínculo conyugal.

Las reformas liberales de mediados del S XIX establecían las leyes de reforma donde se expide la Ley Orgánica del Registro Civil y se promulga la Constitución de 1857 que establece la separación del Estado y la Iglesia, de esta manera Benito Juárez atacaba frontalmente a la Iglesia católica, favoreciendo la disolución de la triada familiar y la secularización de las costumbres; la resignación y el sufrimiento como virtud para alcanzar el paraíso se difuminó, el matrimonio dejaba de ser un aguantar, sufrir y llorar; la felicidad no tenía que ser únicamente celestial, sino que se anticipaba en una unión conyugal satisfactoria y llena de afecto. El maltrato familiar que siempre existió, estaba tocando las fronteras de la tolerancia, del aguante, de la resignación; sin embargo extinguir la mentalidad de la evangelización no fue fácil, muchas familias católicas mostraban resistencia y de alguna manera fueron frenando la reforma.

En el siglo XX la ciudad de México se vio irrumpida por el éxodo campesino que vinculado a la modernidad resulta ser un chispazo para las familias que vivieron este desplazamiento que modificó la práctica y la mentalidad de sus miembros.

Los valores, la educación de los hijos y la religión eran transmitidos por la familia o red de parientes, el estado poco intervenía en ello ya que el sistema educativo estaba poco desarrollado y eran pocos niños los que asistían a la escuela; la niñez era sumamente corta ya que alrededor de los 12 años ingresaban al campo laboral para poder contribuir económicamente. Otra característica de la familia de las primeras décadas era alto nivel de mortalidad lo que forjaba una vida familiar impredecible.

Alrededor de 1930, los avances médicos con tribuyeron a que las mujeres tuvieran un número elevado de embarazos y disminuyera la mortalidad, las familias eran cada vez más numerosos, los varones ejercían un control sobre las mujeres estas eran reproductoras. En 1959 se expande la educación primaria y secundaria lo que alarga la etapa de la infancia y se da el surgimiento de la adolescencia, fases en las cuales los hijos son dependientes y requieren del apoyo económico de sus padres durante un número mayor de años, hasta que puedan ingresar al campo laboral con una mayor preparación (Gonzálvo & Rabell, 2004).

Así mismo la modernidad trajo consigo el deseo de las mujeres por vencer la sumisión, pregonaban un trato más igualitario, se insertaron en el medio laboral

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