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El Miedo A Amarnos


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2012  •  4.964 Palabras (20 Páginas)  •  262 Visitas

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EL MIEDO A AMARNOS

Cada uno de nosotros lleva dentro de sí una tragedia, que podemos plantearla en términos de desajuste consigo mismo. Cada uno de nosotros lleva consigo un drama existencial que no es otra cosa que el estar obligados a vivir dentro de las fronteras de lo desperfecto. Nadie es lo que desearía ser. De aquí la turbación y el escándalo que se experimenta por aquello que se ha hecho o por aquello que no se ha hecho, por aquello que se es o por aquello que no se es.

Este forzoso e inevitable drama es la base de un problema que rebasa lo psiquiátrico, y que en su mismo origen es antropológico, es decir, de naturaleza filosófica, pero que sucesivamente estalla y rebota en el terreno de la psiquiatría y se engalana como chifladura mental, adquiriendo un lugar privilegiado entre los trastornos de la personalidad. Para percatarnos de la profunda dimensión de este drama reparemos, primero, en qué consiste desde el punto de vista filosófico para después rastrearlo en el terreno de la psiquiatría. Filosóficamente, la hondura del problema reside en el hecho de que el hombre quiere enmendar su ser que a todas luces prueba y evidencia como limitado, inconcluso, inacabado. Queriendo echarle una mano en la resolución de su drama interior la razón seduce al hombre y como en los tiempos del paraíso vuelve a tentarlo con la insinuación de ser como dios.

En su empeño por repararse, solucionar su drama interior, y corregirse para sentirse arreglado, lo que el hombre básicamente quiere retocar y corregir es la existencia misma. Pero esta obsesión de vivir sin fallas ni equivocaciones, sin desarmonías ni contradicciones, sólo lo vuelve enemigo declarado de lo humano que nativamente es imperfecto. De esta seducción racional surge el deseo de buscar la perfección y de ser perfectos. El drama a que aludimos es tan fuerte que las grandes religiones históricas han quedado maravilladas, intrigadas y hasta horripiladas por la saña que maneja el hombre contra sí mismo y contra sus semejantes a raíz de sus errores, fracasos y desaciertos. De aquí que todas coincidan en imponer algo que debería salir sobrando: el amor a sí mismo.

La Terapia de la imperfección rompe totalmente con estas concepciones y se adjudica tres enunciaciones, a saber: 1°) desacredita la distinción entre perfeccionismo negativo y perfeccionismo positivo: no hay cáncer bueno por embrionario que sea; 2°) declara que la misma búsqueda de la perfección, afirmada y exaltada por Occidente como el modelo más elevado de comportamiento, encierra un peligro para la realidad de la persona que es sumamente frágil, precaria y vulnerable y; 3°) concluye que el perfeccionismo contribuye a la espiral disfuncional de la persona. Con relación a la primera enunciación, es una mera ocurrencia sostener que el perfeccionismo pueda darse en dosis mínimas, como si fuera un jarabe, y llegue a producirse una forma “moderada” de perfeccionismo y no más bien una dinámica que por su propia índole y propensión se dilata como un valor absorbente y acaparador de entero sistema mental. Precisamente de lo que carece esta dinámica es de mesura y de relación al límite. Con la segunda aseveración la Terapia de la imperfección destaca que la misma tendencia a la perfección, y no sólo el perfeccionismo, contamina la salud mental de la persona en términos profundos. Instala, en lo más íntimo del individuo, una adicción a lo insuperable, una tensión permanente, que nunca se agota, hacia objetivos personales exageradamente elevados, genera una compulsión hacia propósitos que no pueden cumplirse, una excesiva presión de intenciones irrealizables, una coacción hacia metas de logros o de productividad imposibles, y debido a esto, enraíza un sentimiento de inadecuación, una tendencia a ser desmedido y aut5ocrítico.

En la forma del auto rechazo la Terapia de la imperfección acusa un trastorno de desorientación y define el perfeccionismo como pérdida del sentido de orientación.

Toda forma de auto rechazo, que es desesperación de sí mismo, es también estado de auto desorientación. Y un naufrago es naufrago cuando no encuentra la orilla. Un errante es tal cuando pierde la ruta. La ruta, en el caso del hombre, lo lleva hacia sí mismo; la orilla que se pretende es la de llegar a ser lo que es.

El perfeccionismo es un rasgo común entre quienes sufren de depresión. En la depresión falta la capacidad aceptativa. El depresivo no se acepta: entra en una situación de auto desorientación, es decir, de auto rechazo, que como hemos señalado, es el contenido o factor esencial del perfeccionismo. El individuo, consecuentemente, no logra integrar sus experiencias negativas y pierde la capacidad de empatizar consigo mismo, lo cual conduce a la depresión.

El perfeccionismo es también una componente de los trastornos alimentarios tales como la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y de la última disfunción recién llegada a la lista, la vigorexia, donde el sujeto se valora o mejor dicho se desvalora por la imagen, la figura y el peso.

Los procesos mentales racionales son pertinentes, eficaces, exactos, lógicos y puntuales para funciones especulativas (una investigación filosófica, teológica o científica) donde no puede anidarse el error, la contradicción, la confusión, la incoherencia, la sinrazón. Igualmente, los procesos mentales racionales son funcionales para desempeños, maniobras, ejecuciones y actividades meramente practicas, empíricas y concretas (reparar un objeto, armar, componer, ordenar o construir algo) donde el caos y el desorden no pueden tener cabida. Sin embargo, el recurrir a los procesos mentales racionales, como es lo frecuente en la cultura occidental, para enfocar límites existenciales (la pérdida de un ser querido por divorcio, abandono o muerte, el envejecimiento, un mal incurable, etc.) sólo empeora la condición que se enfrenta pues ofrece un conocimiento o lectura disfuncional de las “situaciones límites” de la vida, de los problemas existenciales. La razón no sabe cómo enfrentarse a los absurdos, a las situaciones paradójicas, los sinsentidos, de la vida.

En pocas palab4ras, el problema del perfeccionista es que piensa excesivamente en la vida, en vez de experimentarla y sentirla. Recurre excesivamente a la razón.

El objetivo entonces de la Terapia de la imperfección es un cambio de perspectivas. Facilita el paso o desplazamiento de la perspectiva de la indefectibilidad, característica de los procesos mentales racionales, a la perspectiva de los procesos mentales intuitivos o emotivos que se caracterizan por lo que denominamos perspectiva de la defectibilidad.

Cambiando de perspectiva se cambia el tipo de percepción. Hemos dicho que

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