El Papel De Los Factores Psicológicos En La Obesidad En México
Pamkesito7 de Diciembre de 2011
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El papel de los factores psicológicos en la obesidad en México
Introducción:
Los cambios en los estilos de vida producidos en los últimos años han modificado los patrones de las enfermedades. La obesidad es un padecimiento precursor de otras enfermedades, que se presentan con frecuencia en adultos y se caracteriza por múltiples complicaciones que pueden conducir a enfermedades como diabetes miellitus, hipertensión arterial, insuficiencia respiratoria, anea y problemas cardiovasculares, que pueden causar la muerte.
Desde hace años el tratamiento para la obesidad se ha basado en dos pilares fundamentales: los planes de alimentación hipocalóricos y la incorporación de la actividad física. Son muchos los profesionales de la salud que basan el tratamiento solo en estos principios. Pero esta es una mirada estrecha y reduccionista, no ha tomado en cuenta los factores psicológicos que rodean a la persona que la padece, ya que juegan un papel decisivo en la producción y mantenimiento de la obesidad,
El presente trabajo, tiene como objetivo analizar y enfatizar el rol de los aspectos psicológicos en la obesidad y su tratamiento, sin minimizar ni dejar de considerar como determinantes en el desarrollo de la misma los factores genéticos, constitucionales, metabólicos, ambientales y sociales que la generan.
Marco Teórico
Como búsqueda de una respuesta al constante enigma que plantea la obesidad, desde sus factores etiológicos hasta su abordaje y tratamiento, es que se ha investigado la existencia de una personalidad que predisponga, favorezca o determine esta enfermedad.
Por su parte, en nuestro país el Instituto Mexicano del Seguro Social estimó recientemente que el 62% de la población (6 de cada 10 mexicanos) tenía sobrepeso u obesidad. Posteriormente, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición
(ENSANUT, 2006) constató dicho incremento al señalar que el 35% de la población infantil padece sobrepeso y obesidad, un porcentaje semejante (32-33%) se presenta en adolescentes y un alarmante incremento en adultos (67-70%), es decir, hoy por hoy 7 de cada diez mexicanos la padecen.
La población universitaria de la Ciudad de México tampoco está alejada de estas cifras. Un estudio desarrollado por Gómez-Peresmitré y su equipo (2006) en dicha muestra advirtió sobre dicho incremento al referir que el 71% de los universitarios jóvenes padecen sobrepeso, así como el 80% de los adultos. En contraste con estas cifras, la desaprobación de la obesidad entre los jóvenes mexicanos es alta (63%); el anhelo de delgadez entre las adolescentes (80%); y el deseo de los varones por poseer una figura atlético-muscular (40%) (Gómez-Peresmitré, y otros, 2001).
Es conocido que la obesidad se presenta como un síndrome conformado por factores etiopatogénicos diversos e interactuantes que se combinan en proporciones individuales de una persona a otra. Hasta el presente se han considerado la herencia genética, el sedentarismo, el comer excesivamente y las disfunciones metabólicas, como causas de la enfermedad, pero se han descuidado los aspectos psicológicos y sociales.
Desde la perspectiva psicodinámica, atribuye el desarrollo y mantenimiento de la obesidad a diferencias individuales en factores de personalidad, propone q el exceso en la ingesta de alimentos representa un proceso psicológico en el que los obesos utilizan la comida como mecanismo de afrontamiento de sus emociones y de sus sentimientos de inadecuación personal. Describe al individuo obeso como una personalidad dependiente y pasiva que nunca aprendió vías adecuadas para lidiar con sus emociones y conflictos, además considera que el obesos se sobrealimenta para disminuir sus sentimientos de ansiedad y depresión resultado de su pobre autoconcepto, la comida se aprecia como un sustituto materno, que temporalmente los aleja del conflicto.
Por otro parte, la perspectiva conductual propone mecanismos psicológicos basados en las teorías de condicionamiento operante y clásico, y en los procesos de aprendizaje que conllevan al patrón de sobrealimentación y el no aprendizaje de ejercitarse. Esta perspectiva, señala que los individuos obesos difieren de los no obesos en los siguientes patrones de conducta: 1) la obesidad es una alteración de aprendizaje, y su consecuencia final es la excesiva ingesta calórica. 2) el crecimiento en la respuesta a los estímulos asociados a la conducta decomer.3) Los estilos de alimentación están caracterizados por el picoteo y el ritmo acelerado al comer.4) la persona obesa come más que la no obesa, o con un estilo distinto 5) las personas obesas responden más a estímulos externos (hora del día, visión de la comida etc.) que a estímulos internos (sensación real de hambre) relacionados con la comida que las no obesas 6) la principal solución a la obesidad sería desaparecer malos hábitos y aprender unos mas adecuados siendo la mejor forma cambiando o reajustando el entorno de manera que los nuevos hábitos tengan mayor probabilidad de ocurrir 7) la tasa disminuida de actividad física
Ambos puntos de vista, tanto el enfoque psicoanalista y el conductual coinciden en un punto y es que contemplan la sobrealimentación como una forma de comer, para reducir o terminar con estados emocionales, lo cual concuerda a sus vez con estudios científicos que se han realizado.
Por otra parte, los hallazgos psicopatológicos en algunos obesos tienen poca relación con la noción popular de la personalidad del obeso. Acorde con esta visión, el individuo, puede aparentar ser feliz y sin problemas en la interacción social, pero padecer de sentimientos de inferioridad, ser pasivo dependiente y tener una profunda necesidad de ser amado (2). Stunkard y Wadden no hallaron en su experiencia clínica una personalidad única en el obeso. Gran número de pacientes incluidos en grupos de tratamiento eran extrovertidos, sociables y productivos, participaban constructivamente en las sesiones y confort y sugerencias útiles para el resto de los pacientes. Unos pocos eran tímidos y reservados, pero su contribución era apropiada cuando se los invitaba a hacerlo.
Si bien no se ha demostrado que exista un trastorno específico en la personalidad del sujeto, estos sufren, con gran frecuencia diversos trastornos psicológicos respecto de los sujetos no obesos (5).
En aquellos individuos donde la “psicogénesis” predomina por encima de los factores constitucionales, biológicos, existiría un trastorno en la personalidad, no determinando esto una “personalidad del obeso”, sino fallas parciales yoicas en distintas personalidades. (6) La obesidad es un fenómeno que puede darse en distintas personalidades y esto es atribuible a fallas yoicas, diversas en cada caso. Los factores que intervienen no dependen de una determinada personalidad en sentido estricto, sino de fallas parciales de cada una de esas estructuras psíquicas. (7).
Hilde Bruch en su obra “Eating disorders”, enfatiza la dificultad que tiene el obeso para identificar sus propias sensaciones, tal vez como penosa herencia de la incapacidad empática materna, reiteradamente sufrida, no pudiendo así distinguir hambre de saciedad ni hambre de otras emociones que le embargan cotidianamente. La consecuencia de esto, es el comer como respuesta a las emociones más diversas. Esta conducta en el adulto, ahora activa, repite su trauma específico temprano: haber sido alimentados cuando manifestaban a sus madres un estado de tensión interna, independientemente de cuál fuese la que los embargaba.
Si se buscan factores comunes en las distintas personalidades se encuentran construcciones subjetivas semejantes a la de los adictos y sufrientes de enfermedades crónicas por lo que algunos autores hablan de una personalidad adictiva. Máximo Ravenna (8) describe la personalidad adictiva como aquella que no solo tiene necesidades físico-químicas sino también un estado emocional particular relacionado con factores químicos (neurotransmisores y neurorreceptores) conectados a los sentimientos y a las necesidades biológicas de cada individuo.
La enfermedad adictiva depende de cuatro elementos interrelacionados:
1. objeto droga: si bien la comida no tiene efectos tóxicos inmediatos ingerida en exceso abandona su función nutricional y placentera para transformarse en un elemento tóxico generando dependencia, enfermedad física y psíquica.
2. la persona: una de las características de la personalidad del obeso es que no tiene límites con su ingesta, ni con su cuerpo ni con su comportamiento, actuando en forma demandante, invasora y a la vez se deja invadir.
3. la familia: ciertas familias fomentan la adicción desde etapas tempranas, sobre todo aquellas donde está alterada la relación entre unos con otros.
4. factores socioculturales: la mirada y el gusto de los otros intervienen como una presión en el comportamiento social de la persona obesa y en su desempeño.
Esa dependencia hace que el obeso adapte su estilo de vida al mantenimiento de la conducta adictiva la cual si se mantiene en el tiempo seguirá con la negación de los efectos agresivos minimizando, justificando y auto engañándose; es en esta etapa cuando se involucra el entorno. Ya en una etapa final las conductas son automáticas y manejadas por las emociones. “La comida no es adictiva. Sí lo es la conexión del individuo con ella”
Si bien no se ha demostrado que exista un trastorno específico en la personalidad del obeso, estos sufren, con gran frecuencia, diversos trastornos psicológicos . La obesidad aparece asociada con problemas específicos del peso que pueden afectar adversamente la calidad de vida y obstaculizar el tratamiento, aun si
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